La Caza (Alfredo Calvimontes)

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Se encuentra una nota sucia pero legible en el suelo. En el primer párrafo la letra se ve firme pero apurada y se va calmando para el final del mismo:

"Escribo porque encontré en el camino con qué hacerlo y porque es la única manera que conozco de descargarme en medio de todo esto. Siempre huyendo, siempre ocultándose, buscando lo que sea para comer. Y sin embargo, sus sombras nos acechan de cerca noche y día, siempre tan cerca, casi puedo olerlos. Tenemos pocos momentos de descanso, ayer fue uno de ellos, encontramos un pozo limpio y un rebaño.

No podemos dejar de estar alerta, nos turnamos para hacer vigilia. De vez en cuando logramos reducir su número cuando logran alcanzarnos, sin embargo cada vez son más y más. Aumentan a medida que avanzamos. Las luces rojas y amarillas brillan como faros en la oscuridad de la noche, delatando su presciencia; en el día lo más evidente para percibir su cercanía es su pérfido aroma, puede olerse a gran distancia.

Su olor describe bien su esencia, nauseabundos y patéticos pero en gran cantidad. Aún puedo recordar cuando alcanzaron a mi hermano... recuerdo puntas, llenas de sangre... los ganchos, jalaban su piel desde arriba... cadenas, y... y ese estruendo, tan fuerte que casi rompe mis oídos... "

La letra en el último párrafo se torna temblorosa, con trazos torpes y apresurados. Se notan espacios de meditación en medio de texto. Sin embargo el que le sigue se ve mucho más meditado y tranquilo a pesar del contenido:

"Cuando eso pasa, cuando capturan a uno, lo cuelgan vivo, lo acribillan, lo queman e incluso ponen su cabeza en una pica si queda algo de ella. Un brutal espectáculo sin duda. Algunos de los nuestros son desollados, y ellos se atreven a vestir sus pieles como un bizarro trofeo, como un triunfo que hay que admirar."

Se escucha un ruido extraño en la espesura, un olor extraño se percibe entre las sombras nocturnas de los árboles. La lectura continúa intentando ignorar esas distracciones:

"Y todo esto por nuestros ojos, si no fuera por nuestros ojos no podrían reconocernos. No viviríamos huyendo de estos patéticos debiluchos. No serían nada sin sus armas o sus herramientas, ni siquiera en manadas."

Se siente un repentino escalofrío en la espalda, una mirada penetra desde algún lugar oculto en la oscuridad. La lectura debería distraer la mente de esas cosas, al seguir leyendo se puede notar que el último párrafo está mucho más debajo de lo que debería. La letra es mucho más grande y torpe, como si ahora el pincel se le hiciera pequeño:

"Pero bueno, esta noche todo cambia. Sus armas serán de juguete, ni sus rifles serán gran amenaza. Porque está noche es nuestra noche, está noche es luna llena, y conocerán lo que es la verdadera caza..."

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