Ella era intrépida, inesperada y misteriosa. Todo entorno a ella era algo asombroso y increíble, al menos eso decían. Eso se escuchaba pero, no era lo único que se rumoraba.
Se dice que es fácil, difícil; que es fría, caliente . Que todo en ella pa...
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—Fue hace dos años, cuando entramos a la universidad, —me recosté en el pasto y coloque mis manos detrás de la cabeza, tratando de relajarme, —teníamos problemas muy serios, mi padre estaba desempleado. Teníamos deudas, es tuvimos a punto de perder la casa. Pero me entere por parte de un amigo que existían en la ciudad unas carreras clandestinas, muy bien pagadas. Solo corrí tres carreras, las necesarias para poder reunir el dinero suficiente y pagar nuestras deudas. Pero cuando te subes a una moto, cruzas las calles, surcas las vueltas cerradas, subes la velocidad y ganas. Se vuelve... Adictivo, participar se volvió una adicción para mi.
—¿Porqué lo dejaste?
—Perdí a alguien por culpa de esas carreras, el amigo que me dijo que ellas. Marcus, yo sé que lo conoces, estudiaba lo mismo que tú.
—¿Hablas de Marcus Cornet?
—Si, el mismo. Metieron una nueva forma de competir, un evento que sucede cada año. Trataba de que dos personas fueran en la motocicleta. Uno atado a la cintura del conductor, mirando hacía atrás. No es la gran cosa pero, una cosa es arriesgar tuy vida y una muy diferente es saber que tienes la vida de otra persona en tus manos.
》No salió tan bien como esperábamos. Alguien alertó a la policía en media carrera. Todos nos esparcimos tratando de huir de la ley. Estábamos en un callejón que te conduce a unas bodegas dónde guardas lo que quieras. Cuando casi salimos de el callejón una patrulla apareció enfrente de nosotros, la moto se impacto contra el auto. Salimos volando solo espera a estar puerto pero, —un nudo en mi garganta logro que fuera disminuyendo la voz hasta el punto de susurrar y quedarme sin habla, trague repetidas veces hasta que recupera el habla. —Yo caí de alguna forma encima de Marcus, estaba mal herido, el policía también estaba aturdido o inconsciente dentro de el auto, no lo sé. Cuando desabroche el arnés que nos unía, yo apenas y tenía unos cuantos rasguño mientras él.
Lágrimas se desbordaron de mis ojos, eran redondas y me molestaban para ver, me opacaron la vista hasta que las deje rodar por mi cara.
—Ven aquí, lo siento mucho, —me abrazo recostandose encima mío.
—El me dijo que huyera, que yo me salvará, que yo lo retrasaría, que yo tenía gente que me quería. Que él sus padres habían fallecido y sus abuelos solo lo dejaban a su suerte. Y cedí, salí corriendo, lo dejé ahí recargado en ese callejón de ladrillos mal holiente. Le dije que lo recordaría por siempre y que sería mi culpa haberle pedido subirse a la motocicleta conmigo. Y me hizo prometerle que dejaría las carreras y solo regresaría por una buena razón.
—Lo siento mucho, él debió ser una gran persona, él estaría orgulloso de ti al saber que lo dejaste.
