46. Primer día; Siempre te recordaré.

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Pagarle a la muerte con mi vida por un momento contigo, nunca fue una mala idea.

Ira.

... ... ...

Joseph:

Había empezado la cuenta regresiva, aquella que definiría si moriamos u obtendríamos la lágrima del purgatorio, y lo que empezó como una guerra contra los angeles, terminaría en contra de un demonio.

Si mis días estaban contados o no, lo mejor que podía hacer era disfrutarlos al máximo, y no podía pedir mejor compañía que Alicia. Sí, esa chica que había iniciado de nuevo el rumbo de los siete pecados.

— Gracias por acompañarme hoy. — Me dijo Alicia sacándome de mis pensamientos. Había decidido pasar el día a su lado, y nunca está de más ayudarle en su almacén de ropa. — ¿Recuerdas que sucedió en la salida de este establecimiento? — Preguntó.

— ¿En la salida? — Susurré. Trataba de recordar y poco a poco aquella memoria casi perdida llegó a mi. — Ahí nos vimos por primera vez ¿No?

— Si, ahí conocí a aquel chico irritante, terco y testarudo. — Le hice un puchero y le giré los ojos ante su descripción sobre mi. — Pero ese chico cuida de mi siempre. — Corrí la mirada nuevamente hacia ella, sabía ganarse mi atención.

— ¿Quien será? — Pregunté fingiendo demencia.

— Es un misterio. — Ella rió. El sonido de su risa era realmente hermoso. Nunca me había detenido ni un momento a detallar ese pequeño detalle de ella hasta aquel momento. — ¿Por qué me ves así? — Preguntó sonrojada al percatarse que la observaba detenidamente.

— No es nada, no te preocupes. — Respondí tratando de cortar el tema. — ¿Necesitas algo más? — Pregunté.

— Me gustaría que me acompañaras a la florería de la esquina, quiero llevarle flores a alguien. — Una extraña sensación tomó lugar en mi pecho.

¿Quién podía ser?

— Vaya, ¿Son para alguien especial?

— Así es. — Respondió con la mirada al suelo y una sonrisa muy tierna. Era obvio que debían ser para un chico, pero regalarle flores a un chico no es algo común. Entonces... ¿Qué podría ser?

Habíamos acabado el turno de la mañana, y como se había vuelto costumbre desde que Alicia se topó conmigo, dejó a su empleada a cargo del turno de la tarde.

— Ya hasta parece ella la dueña y no tú. — Le reproché.

— Shhh. — Me puso un dedo en los labios. — Yo soy la dueña, yo mando. Además le pago el doble. — Bueno, al menos ella no era una mala jefa. — Ahí compraremos las flores. — Señaló la florería y jalandome del brazo me llevo hasta ella. — ¡Hola, señora, buenas tardes! — Saludó al llegar muy animada.

— Hola, Alicia. ¿Lo de siempre? — Preguntó la florista.

— Si, señora. — Respondió ella muy feliz.

Al cabo de cinco minutos se le entregó un ramo de rosas muy esponjoso con un girasol en el medio, parecía un trabajo hecho con mucha delicadeza y profesionalismo.

Mira ese potencial...

— Hasta luego, muchas gracias por tu compra. — Se despidió la florista de su habitual cliente. — Sé que le gustarán mucho. — Agregó como último.

No me jodas... Entonces si eran ciertas mis sospechas...

Solo eso bastó para que la sensación que tenía en mi pecho, se hiciera más intensa. Pero... ¿Qué era? Solo podía describirlo como algo confuso y de alguna manera me causaba desesperación.

7 Pecados de la muerte. [TERMINADA]Where stories live. Discover now