31. La caída del berserker.

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Nunca pierdas de vista a tu rey, o será el fin de tu partida mental.

Lujuria.

... ... ...

Joseph:

No sé en qué momento había perdido tanto terreno contra michael, y ya a este punto mi cuerpo estaba demasiado herido como para pensar en otra cosa que no fuera dolor.

Ahora sí estoy jodido...

Luego de muchos golpes por fin pareció darme un descanso. Observé mi cuerpo, noté que había sangre salpicada en mi ropa, sentía mis dientes partidos, y la cara hinchada. lo más aterrador era que no le había podido hacer ni un rasguño.

— Parece que no puedes enojarte ahora, significa que no controlas tu pecado. — Ya se había percatado de ello, lo cual era otra desventaja para mi. — A ver... Repasemos. — Comenzó a caminar de lado a lado con mucha calma. No cabía duda de que me subestimaba. — En tu estado normal, posees la fuerza de diez personas. Al enojarte, tu fuerza llega a igualar la de cincuenta, y al dejar salir tu pecado por completo, llegas a cien. — Conocía a la perfección mi pecado, no era solo fuerza, sino también astucia a lo que me enfrentaba. — En tu estado máximo, lograste herir a Abel, pero déjame decirte que ni llegando ahí podrás hacerme daño.

Solo espera, maldito...

— Vaya... ¿Tanto problema es dejarnos acabar con nuestro pecado por nuestra cuenta? — Estaba frustrado, no hallaba una solución a todo este asunto.

— ¿Querías ser absuelto por tu cuenta? ¿Querias llevar una vida como todos en el común? Me das mucha lástima pecador. — Sus palabras y mi condición me hacían sentir miserable.

— Michael, por favor detente. Esto pasó de ser un pelea a muerte, a una tortura. — Gabriel parecía indignado con la escena frente a sus ojos.

Bueno, al menos hay alguien que también lo notó.

— Guarda silencio, Gabriel Ya que ustedes dos no pudieron, me haré cargo yo. — Mi verdugo dirigió su mirada nuevamente hacia mi, parecía que todo iba a continuar.

— Solo te pido que lo acabes de un golpe, no le causes más dolor. — Imploró Gabriel.

— ¡Silencio! — Exclamó dándose la vuelta hacía mi. — Esto es dar una lección. La generación pasada no causó ningún tipo de problemas, no dejaré que está marque la diferencia.

¿Generación pasada?

Eso me lo confirmó. Lo que decía Axel era real, han habido pecadores antes que nosotros.

— Explicate. — Obtuve la atención de Michael.

— ¿Con que? — Preguntó con una carcajada.

— Con eso de la generación pasada, no te hagas.

— Bien, te contaré cómo última voluntad. — Bajó la guardia, al parecer estaba dispuesto a platicar. — Los primeros pecadores existieron hace aproximadamente un milenio, cuando la tierra rebosaba de pecado. El caos abundaba, y el mundo entero no parecía muy diferente del infierno, por eso se decidió extraer el pecado de las personas, como el orgullo, la ira, la lujuria, la codicia, la pereza, la gula, y la envidia. — Esto era un chiste de mala fama, me sentía como una rata de laboratorio. — Siete pecados, en siete personas. Cada vez que el último de ustedes muere, otras siete personas toman su lugar.

Hijos de... ¿Cómo se atreven?

— Ya veo... Ustedes y un demonio no son muy diferentes. — Dije soltando una risa llena de nervios. — Que justos son ¿No? — Demostré sarcasmo. — Usar personas como ratas de laboratorio.

7 Pecados de la muerte. [TERMINADA]Where stories live. Discover now