24. Cambiando roles.

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Primero muerto que de rodillas.

Orgullo.

... ... ...

Alicia:

Tengo que admitirlo, sentía celos de aquella mujer que abrazaba el cuello de Joseph. No tenía idea de quién era, pero por su actitud y presencia lasciva, supuse era el pecado de la lujuria.

Así que ya tengo un rival...

El ambiente era algo confuso entre todos los presentes. Por un lado estaba la rivalidad y desagrado entre Sebastián y Kim. Midas y peter parecían totalmente hartos por la incómoda situación, y por último la cereza del pastel, el pecado de la lujuria que parecía retarme usando a Joseph.

A partir de ahora todo será un tanto difícil...

Bien, ya que tengo su atención, me presentaré para los que no conocen de mi. — Soltó a Joseph y dió dos pasos al frente. — Soy el pecado de la lujuria, Lili, el succubus. — Tal y como lo supuse, era la lujuria. — Iré al grano. — Dirigió su mirada a Midas. — Tu no puedes mentir midas, así que quiero saber si es totalmente cierto que somos presa de los angeles.

— Es verdad. — Respondió apresuradamente. — La última vez luché junto con Sebastián y Joseph, pero su fuerza era realmente abrumadora, y de no ser por tu querido. — Señaló a Joseph. — Nos habrían acabado.

— No exageres. — Le reprochó Sebastián. — Si hubiera estado a todo mi potencial, de seguro habría ganado.

— Cállate, Sebastián. — Le ordenó Becca y este solo se quejó entre dientes.

— Bien, digamos que ya tengo una idea cercana de la amenaza que enfrentamos. — Lili empezó a caminar alrededor de Joseph con mucha delicadeza, sentía que me hervía de la rabia con ver esa escena. — Así que... Quiero proponer algo.

— Maldición que fastidio solo dilo de una buena vez.. — Peter quitó el cojín de su rostro para dirigirle la mirada.

— Esta bien lo diré. — Sonrió de manera pícara. — A partir de ahora seré su nueva líder. — De inmediato Sebastián se puso de pie, parecía indignado.

— No voy a permitir que quieras venir a quitarme ese puesto. — El ofendido orgullo se dirigió a Lili de forma apresurada, pero antes de que pudiera hacerle frente, se detuvo, desconocía la razón de ello, sin embargo era obvio que estaba relacionado a su pecado.

— Recuerda que no puedes hacerme daño. — Le aclaró Lili. Sebastián dió dos pasos atrás con temor y volvió a su puesto. No hicieron falta golpes para saber que lo había derrotado.

— Por extraño que parezca, estoy de acuerdo con el orgulloso. — Kim lo señaló. — ¿Por que tú debes ser la líder? ¿Y si yo quiero serlo?

— No tienes las cualidades, el intelecto ni la astucia para ocupar ese puesto, y Sebastián podría llevarnos a todos a la muerte por su orgullo. Soy la más lista aquí, la más astuta.

— Y las más pervertida. — Agregó Joseph. De inmediato le dirigí una mirada de enojo y el la evadió por completo.

— Gracias querido, me faltaba eso. — Le hizo un guiño. — Ahora bien, somos seis pecados presentes, todos aquellos que quieran a Sebastián de líder, levanten la mano.

Observé que Midas, Kim, y Sebastián dejaron arriba sus manos, lo que significaría que sería un empate, o al menos eso creía yo.

— Muy bien, ahora todos aquellos que me quieran como su líder, levanten la mano. — Repitió Lili.

Ella fue la primera en darse un voto, luego, y con dudas en su rostro, la siguió Joseph. El último fue Peter que parecía totalmente fuera de la situación.

— ¡Alto! — Se escuchó desde la habitación de huéspedes, era la voz de Richard, el pecado de la gula. Este salió de inmediato con su estómago inflado como una pelota. — Yo voto por Lili. — Dijo en medio de un eructo levantando su mano para luego ir a la cocina.

— ¡Excelente! — Exclamó tiernamente la lujuria — Ahora como su nueva líder... — Tomó puesto en un sofá cruzándose de piernas, su expresión era tan erótica como su vestimenta. — Daré todo de mi, para protegerlos. ¿Me prestarás de tu fuerza, cariño? 

— Jum... Creo que no tengo otra opción. — Respondió.

— Aún no acepto esto. — Sebastián se dirigió a la salida indignado. — vamos Becca, ya tuve suficiente de esta ridiculez.

Su acompañante lo acudió no sin antes despedirme y a los otros presentes.

— Cuídate mucho Alicia, y cuida lo que es tuyo. — Supuse que hablaba de Joseph. Por alguna razón sus palabras terminaron de envolver mi mente en celos y frustración. — Te vendré a ver mañana.

Becca dejo el apartamento, y minutos después Kim se marchó sin decir una sola palabra.

Estaba muy cargada de malos pensamientos a raíz de mis celos, así que decidí pasar a la cocina por agua.

— Gracias por cuidar de mi querido este tiempo. — Las palabras de gratitud que me dedico Lili antes de entrar, hicieron que estuviera a punto de llorar. Detuve mis pasos un momento al llegar a su lado con la mirada apuntando al suelo.

— De nada....

Zorrita...

Entré a la cocina, pero al encender la luz me encuentro a Richard vomitando en la caneca de basura.

— Oye ¿Estás bien? — Pregunté acercándome. Noté que lo que salía por su boca eran residuos como cartón, madera y comida. — Ya veo, así que eras tú el que se estaba comiendo la ciudad. — Me llene de terror al ver una mano entera salir de su boca. — Mataste a alguien...

— ¡No! — Respondió parando su vómito. — Me comí el brazo de Kim, pero eso no es problema para ella, puede reconstruir sus extremidades sin problema alguno. — Continuó vomitando hasta que no salía nada más. Se puso de pie, lavó su boca y fue directo al refrigerador por comida.

— Vaya que eres tenaz...

— No puedo evitarlo. — Agarró un jamón y algunas frutas para luego encerrarse en el cuarto de huéspedes nuevamente.

Ahora me encontraba sola en aquella cocina. Joseph y Lili estaban conversando en la sala, Peter se encontraba dormido y Midas de seguro se quedaría en el apartamento por miedo a salir.

Sabía que el pecado de la ira y la lujuria tenian historia, podía saberlo solo con la forma en que ella le dirigía la palabra y le dedicaba gestos. Me sentía tan insignificante al lado de ella y aunque odie admitirlo, es simplemente hermosa.

— Al menos ella tiene el cabello natural. — Me dije a mi misma tomando uno de mis mechones.

Habían Miles de cosas que pasaban por mi mente en aquel momento, pero la principal era una pregunta que había ignorado todo este tiempo.

— Acaso... ¿Me gustas, Joseph? — Susurré.

— ¿Dijiste algo? — Me giré y me encontré al chico flan a mi derecha.

— Jo-Joseph. — Pasé de sorprendida a enojada y lo mire con enojo, lo se, fue algo muy bipolar. — ¡No te importa! ¡Idiota! — Salí de la cocina a pasos apresurados y me encerré en su habitación dejando el seguro puesto.

— ¡Oye, Alicia! — El autor de mi rabieta tocaba la puerta con desespero. — Necesito bañarme y ahí tengo mis boxers. No sabía si reír o enojarme más por eso.

— ¡Pues me vale un comino si tienes que ponerte tus boxers sucios! ¡Déjame en paz! — Me tiré en su cama envolviendome en las sábanas. Podía sentir su olor por todas partes, ese olor que me había cautivado desde la primera vez que lo ví. No pude evitar llorar.

Eres un idiota...

... ... ...

Próximo capítulo: El pecado de la lujuria.




7 Pecados de la muerte. [TERMINADA]Where stories live. Discover now