26. Adiós orgullo.

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Pobre de aquel que te saque del mundo de Morfeo.

Pereza.

... ... ...

Joseph:

Luego de ver que misteriosamente pude burlar la maldición de Midas y evitar ser convertido en oro, la calma regreso a mi, y aún en toalla corrí nuevamente hacia el baño a observarme en el espejo.

— No me pasó nada. — Tocaba mis mejillas con las yemas de mis dedos. Lili y Midas me esperaban afuera conmocionadas por lo sucedido.

— Querido, ¿Estás bien? — Preguntó Lili. Salí del baño con una expresión muy seria.

— ¿Tú qué crees? — Le arqueé una ceja mientras negaba de un lado a otro.

— Eso significa que tienes una cierta inmunidad antes nuestros pecados. — los pensamientos de Midas se escaparon de su boca sin que ella lo notara. — Ehmm... Disculpa, se me salió.

Justamente es eso...

Lili se veía pensativa, su mirada apuntaba al suelo, lo que era algo sumamente extraño.

— Se quién podrá resolver esta incógnita de tu inmunidad. — Al escucharla decir eso, solo una persona se me vino a la mente.

— No será... ¿Axel? — Lili dirigió su atención a mí con mucha curiosidad y de un tirón me jaló de la oreja hasta llevarme a una de las habitaciones libres. — ¡Oye, no hagas eso!

Era increíble cómo pudo dominarme tan solo tomando mi oreja, lo que me recordó mucho como someten a un toro tumbandolo de los cuernos.

Esta mujer es tenaz...

Llegamos a la puerta, la abrió y me tiró a la cama de la habitación, puso el seguro y su mirada conecto con la mía de inmediato. Podía ver solo una cosa en sus ojos; peligro.

— Oye, ya basta de hacerte la sádica. — Le advertí señalándola.

— Me vas a decir ahora mismo como es que conoces a Axel. — Ella parecía ignorar totalmente el hecho de que aún me encontraba en toalla.

— Pues... en un par de ocasiones salvó la vida de Alicia y la mía. También fue él quien me dijo que todos los demas pecadores aun estaban en esta ciudad.

— ¿Que está tramando? — Le escuché preguntarse vagamente.

— ¿Que sabes de el? — Pregunté.

— Nada que debas saber por ahora, y no quiero que vuelvas a hacer contacto con ese tipo. — Eso me dió algo de gracia, ya que yo jamás había buscado de el, sino que era todo lo contrario.

— No tienes que ponerte así. — Le hice un puchero, de esos que ella no podía resistir.

— ¡Ay! Pareces un gatito enfadado porque lo acaban de bañar. — Desvanecí el puchero y ella empezó a reír. — Por cierto, Joseph. — Se acercó a pasos lentos y delicados hacia mi hasta el punto en donde quedó arriba clavándome la mirada más seductora posible. — Sigues teniendo un olor exquisito. — Me abrazó tiernamente, como hace ratos en la ducha.

Pícara...

Becca:

Había llegado a mi apartamento acompañada de Sebastián, quién no paraba de quejarse de la nueva líder; Lili. Sentía algo de tristeza por el, ya que últimamente parecía que su orgullo estaba siendo pisoteado por todas partes.

Al entrar deje la puerta abierta, lo que despertó la curiosidad de mi orgulloso acompañante.

— ¿Te duelen los brazos que no puedes cerrar la puerta? — Preguntó el señor sarcástico.

7 Pecados de la muerte. [TERMINADA]Where stories live. Discover now