AMARILLO III

210 19 2
                                    

Ni siquiera he podido articular una sola palabra desde que Ichimaru nos interrumpió a Rose y a mi en los baños. ¿Qué es lo que me ha pasado? Yo no soy así pero... mi cuerpo ardía como nunca y Rose... lo que me ha hecho... yo deseaba más...

Ichimaru me arrastra de la mano hasta la recepción donde me introduce en la habitación que hay tras el mostrador. Jamás habría imaginado que su habitación estuviera aquí aunque tiene sentido. En cuanto entramos me empuja y caigo sobre la cama. Tengo los pantalones desabrochados por mi actuación anterior y tengo algunos restos de semen salpicandolos. En seguida siento como el aroma de Ichimaru me envuelve. Aquí todo huele a él y no sé porqué pero eso me excita.

-Espero que no se te hayan pasado las ganas de follar, conejito.

Alzo la vista algo asustado para ver como se desabrocha la camisa y los pantalones. Sus ojos, medio abiertos me miran de una manera tan fría que no puedo evitar comenzar a llorar. En seguida escucho un suspiro y siento como se sienta a mi lado. Una suave caricia en mi cabello me hace estremecer.

-¿Por qué lloras?-Dice en un tono algo más tranquilo. Yo siento como algo en mi interior se ha encogido aunque no se si es por miedo o por desilusión.

-Yo... lo siento... no... no sé que me ha ocurrido... yo no soy...

-¿Tu no eres así?-Su pregunta que hace que lo mire y vea su sonrisa. Es extraño pero esa fria y cinica sonrisa me hace sentir tranquilo e inquieto a la vez. Es como si la conociera de antes, de hace mucho tiempo. Creo que conocí a alguien que me sonrió así, con esa mezcla de cinismo y tristeza- Eres un hombre, Izuru.-Escuchar mi nombre susurrado entre sus dientes me eriza la piel.- Y todos los hombres necesitamos sexo.

Siento como me sonrojo ante esa palabra y como la susurra a escasos centimetros de mis labios. Todo mi cuerpo se estremece y siento como todavía tengo esa extraña necesidad de que me toquen.

-Yo nunca... me había sentido así.

-¿Así como?

-Mi cuerpo estaba ardiendo... y Rose... él no tuvo la culpa...

-Si que la tuvo. Tu estabas caliente y él se aprovechó de ello para posar sus sucias manos en ti.

Yo me siento avergonzado. Es cierto. Yo estaba demasiado caliente y Rose aparecio pero no creo que se aprovechara de mi, tal vez un poco de la situación pero yo también lo hice. Necesitaba que alguien me tocara y él lo hizo, tal como yo le pedí.

-Fui yo quien se aprovechó, Ichimaru san. Lo que Rose me hizo... yo lo necesitaba...

-¿Y por qué no acudiste a mi?-Me sorprende su pregunta y cuando lo miro desorientado me toma por la barbilla y me besa.

Esta vez su beso no es como cuando me ha besado en el baño. Sus labios son mucho más suaves y cuidadosos y en cuanto siento como su lengua me lame el corte que él mismo me ha hecho, jadeo sintiendo como todo mi cuerpo se enciende de nuevo. Esto no puede ser. Tengo que estar enfermo. Sin embargo mis manos se aferran a sus ropas para evitar que se aparte y abro mi boca para que entre en ella. Sus manos me toman por la nuca y siento como mi respiracion vuelve a acelerarse. De repente lo empujo y me tapo la cara con las manos.

-Esto... no está bien. Yo... yo no puedo hacerlo...

-¿Qué no puedes hacer, conejito?-De nuevo esa palabra.

-No estoy bien y tu... tu... yo te quería utilizar... igual que hice con Rose... soy una persona horrible...

Ichimaru se acerca y me susurra en el oido.

Caprichos del DestinoWhere stories live. Discover now