Capítulo 42: Vuelta.

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—Salgan. —dijo Slaven pasando a abrir la reja de Kellan.

—¿Por qué haces esto? —preguntó Keira al momento de salir de la jaula, Kellan lo vio de la misma manera que ella, confusión y alerta.

—Tengo mis razones. —cerró las rejas tirando las llaves dentro y caminando hacia la entrada.

—No es algo válido. —comentó Kellan mirándolo con precaución.

—Es que... yo... —no sabía cómo explicar lo que estaba sintiendo o pensando, no era algo fácil. ¿Qué les diría? ¿Escuche la voz de Athan? No le creerían, ni él mismo sabía lo que acababa de ocurrir o sentir.

El pensar en eso sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas y el frío en su pecho volvió. Keira y Kellan notaron aquello, viéndolo a él de esa manera era sorprendente, pero a la vez melancólico, dejaba ver un lado más humilde de él.

—Solo... váyanse. —caminó al otro extremo sin voltear esperando a que se fueran.

Ambos sacerdotes se miraron y volvieron a él, tenían precaución de que cambiara de opinión o que fuera una trampa, pero al notar que no tenía intenciones de voltearse o de atacar abrieron la puerta.

—Gracias. —le dijo Keira y luego se fue junto con Kellan. Al momento en que la puerta se cerró, Slaven se dio la vuelta comprobando que se habían ido. Verificó que la escena estuviera de una manera que se viera que ellos habían escapado sin ser ayudados. Abrió la puerta verificando que nadie estuviera cerca y salió de ahí dirigiéndose a su habitación con la seguridad de que no serían atrapados por los demás dragones.

Ambos sacerdotes subían las escaleras para poder salir de la cueva, se escondían a veces al momento de visualizar algunos elfos subiendo también las escaleras, o pasando por aquellos oscuros pasillos en donde solamente sus pisadas se oían hasta que eran visibles al momento de pasar de largo de su escondite. Al momento de que un elfo se alejaba salieron de su refugio volviendo a subir las escaleras. Kellan iba al frente sin soltar la mano de Keira en todo momento que continuaban su travesía. Se volvieron a esconder casi al llegar hasta arriba de lo que sería el volcán, esta vez lograron ver que Eldan y Belden bajaban las escaleras, esa presencia imponente que tenían aun hacía a Keira temblar, después de todo fueron ellos los que la atacaron al momento de conocerlos.

—No podemos irnos si ellos están aquí. —susurró Kellan al momento de ver como los gemelos paraban para hacer guardia de que nadie subiera a la entrada. Keira quiso retroceder, pero se detuvo, no era momento de sentir miedo, o de actuar como una niña que necesitaba protección, ya había podido ver debilidades, había combatido al lado de los dragones, era una sacerdotisa debía ser valiente, recuperar esa valentía que había adquirido gracias a Athan. No era tiempo de llorar, debía tener la mente clara y dejar salir todo su potencial que sabía que tenía, que Athan vio en ella.

—Tengo una idea. —dijo soltándose del agarre de su primo acercándose un poco más para ver a ambos gemelos desde su escondite. Cerró los ojos respirando, concentrándose, intentando conectar con sus habilidades que estaban dormidas dentro de ella. Llamando a la piedra que tenía colgando. Sentía como algo empezaba a crecer en su interior, como una tormenta empezando a desencadenarse dentro de ella, una tormenta naciente. Esa sensación era algo indescriptible, como si algo hubiera estado dormido dentro de ella durante mucho tiempo y apenas acababa de despertar. Abrió los ojos una vez que sintió que estaba lista. Sus ojos ya no eran de ese color miel que los caracterizaba, ahora eran de un color gris como la luna misma. Levantó su mano formada en un puño en la dirección de los gemelos, concentrándose, dejando que esa sensación migrara hacia la palma de sus manos. Respiró y abrió su palma dejando que esa aura que se había acumulado llegara hacia los elfos que de inmediato cayeron al suelo. Una vez que eso ocurrió, Keira bajó la mano agotada, sus ojos habían vuelto a la normalidad volteando a ver a Kellan quien se mostró sorprendido, se acercó a ellos viendo que estaban inconscientes.

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