Capítulo 31: Kellan.

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Keira se despertó parpadeando varias veces para acostumbrarse a la luz. Una vez que pudo enfocar bien se sentó en la cama de golpe al notar que no conocía el lugar.

Se paró haciendo el menor ruido posible para no dar indicios de que había despertado. Caminó por toda la habitación inspeccionándola con la mirada, se detuvo en un librero que estaba al costado de la habitación. Pasó su mano por varios libros hasta que se detuvo en un libro que le pareció muy familiar, lo sacó con cuidado de no desacomodar los otros; la pasta se le hizo algo familiar, recordó que anteriormente había visto que Karsten había escondido un libro que en la pasta tenía un dibujo del sol y la luna la igual del que estaba sosteniendo.

Escuchó pasos dirigiéndose hacia la habitación. Alarmada, volvió a poner el libro en su lugar pero tomó algunas de la parte de abajo, regresó a la cama volviéndose a sentar ahora de manera defensiva. La puerta se abrió dejando que un chico entrara.

—Veo que ya despertaste. —su voz era entre ronca y suave aparte de dejar ver su sonrisa que parecía amable. Keira le aventó un libro en defensa, el chico lo logró esquivar. —Sé que estás asustada... —otro libro. —Y que no me he presentado... —de nuevo, un libro. —Pero si me dejas... —la cobija. —Puedo resolverte todas tus dudas... —la sabana.

— ¿Enserio? —dijo Keira con duda.

—Sí. —contestó todavía en posición listo para esquivar alguna otra cosa que ella se dignara a aventarle. —Sólo no me avientes más cosas. —se relajó para verla. — ¡Baja el despertador!

Keira volvió a poner el despertador en su lugar pero le aventó la almohada en la cara, el chico la miró con cara de "¿Enserio?"

—Nunca dije que sí. —se defendió.

— ¿Ya me puedo acercar? —pidió amable con la almohada en sus manos, Keira asintió. Él se sentó a un lado de ella. —Primero, déjame presentarme, mi nombre es Kellan.

Un chico con cabello algo desordenado entre corto y largo de color similar al de ella, ojos verde azulado y facciones demasiado finas pero le daban un toque masculino.

—Keira.

—Ahora que sabemos nuestros nombres puedo decirte que... —fue interrumpido por su madre que entró a la habitación con una clara señal de enojo.

—¡Kellan, afuera ahora! —el recién nombrado se encogió de hombros por el grito, le susurró a Keira que al rato volvía y salió. —Perdón cariño. —cambió a un tono amable al hablarle a Keira. —En un momento regresa. —cerró la puerta y fue directo a la sala donde estaba su hijo.

— ¿Qué pasa mamá? —trató de sonar bien.

— ¡¿Cómo que qué pasa?! —quedó claro que estaba completamente enojada. —Te escapaste, te llevaste al grifo y por si fuera poco ¡ofendiste al dragón dorado y la secuestraste!

—No lo ofendí.

—Entonces, ¿cómo describirías el irrumpir en su hogar y atacarlo? —se cruzó de brazos.

—Ellos también me atacaron.

—Aun así, al entrar a su hogar y atacarlos de vuelta fue una ofensa para el dragón dorado. Tienes suerte de que no te hayan perseguido.

—No fue tan grave. —hizo un ademán de manos sonando relajado para ocultar sus nervios por la acción que había cometido. —Además, la barrera nos protege, no hay nada que temer.

—Al momento en que saliste, la barrera desapareció, ahora estamos vulnerables.

La sonrisa de Kellan se borró por completo siendo reemplazada por una cara de asombro y preocupación, volteó a ver a su madre sin cambiar la expresión.

Dragon ChroniclesWhere stories live. Discover now