Capítulo 10: Comienzo.

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Athan se separó de ella, le revolvió el cabello con una risa que contagió a Keira. De cierto modo le alegraba que fuera compresivo a veces, aunque lo terco no se le quitaba para nada.

—¿Ya estás mejor?—preguntó mirándola con ternura, así es, ternura.

—Sí, gracias.—dijo Keira arreglándose el cabello devolviéndole la sonrisa.—¿Sabes? Para ser un dragón, eres compresivo.

—A veces —la miró con duda y preocupación, a su mente vino el recuerdo de que le había enseñado su verdadera forma y no sabía como lo había tomado.—¿No te di miedo?

—Para nada —lo miró sonriendo.— Me gustó tu verdadera forma, no es para que me de miedo.

Athan sonrió aliviado. Varios humanos que lo habían visto como dragón huían aterrados ante su presencia, con el simple hecho de posar sus ojos en semejante criatura plateada bastaba para morirse de un susto. Pero ella no, nada de miedo, y eso le alegraba de una forma inimaginable.

Le iba a decir algo pero fue interrumpido por el sonido de unas alas que se movían al compás del viento. Miraron hacia arriba, estaba llegando un enorme dragón con escamas de cobre reluciendo con el sol iluminándolo de lleno. Aterrizó frente a ellos con la forma de un chico alto, piel bronceada, cabello un poco largo y castaño, facciones finas en la barbilla, ojos marrones y labios carnosos. Al igual que Athan y Andrew, él era apuesto.

—Llegaste.—dijo Athan acercándose al chico que lo recibió con una sonrisa.

—¿Me tarde?—la voz de ese chico sonada grave pero a la vez suave que producía tranquilidad.

—No, de hecho llegaste rápido.

—Me alegro.—sonrió. Volteó a ver a la chica que estaba detrás de Athan.—¿Quién es?

—Ella es Keira.

El chico sonrió, se acercó a ella e hizo una pequeña reverencia con su cabeza tendiéndole la mano para saludarla.

—Yo soy Deo, el dragón cobrizo, un placer conocerte.—sonrió.

Athan se acercó a ellos, puso una mano en el hombro de Deo.

—Él es el dragón cobrizo, el quinto de la sucesión.

—¿Sucesión? —dijo Keira confundida.

—¿No le has dicho?—Deo le recriminó a Athan frunciendo el seño, Athan se encogió de hombros por su error.

—Se me olvidó.

—¡Eres un idiota!—le proporcionó un fuerte golpe en la cabeza, Athan se sobó la cabeza.

—¡Tú eres el idiota!—le golpeó el brazo. Keira rió ante su casi pelea, ambos la voltearon a ver.—¡¿De qué te ríes?!

—¡Parecen niños pequeños!—contestó riendo. Ambos se voltearon a ver con duda, sonrieron después al escuchar como reía.

—Ya, ya —dijo Athan acercándose a ella. Keira respiró y dejó de reír.—Deo... —lo vio.—¿Hubo algún inconveniente?

—Sólo personas alteradas pero estuvo bien. Mataste a ese pirolisco muy rápido, no fue difícil desaserme de él.

—Lo imaginé. Keira...—la vio, ella lo vio con curiosidad.—Es hora de irnos.

—¿A dónde iremos?

—A muchas partes, no podemos quedarnos aquí. Pero ahora ya está anocheciendo así que iremos a mi hogar.

—¿Tu hogar?

—Sí... A las montañas.

Keira se sorprendió al escuchar eso, nunca había visitado las montañas, le daba miedo tan sólo intentar de acercarse y ahora iba a ir por primera vez.

Dragon ChroniclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora