8 - Avistamientos

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Brazos fuertes y manos anchas sostenían su febril deseo, jadeos y besos profundos mantenían la sintonía de sus cuerpos, respiraciones entrecortadas y movimientos que juntaban más sus pieles de forma vehemente hacían vibrar sus sentidos, delinear y reconocer cada parte de su anatomía era una tarea desquiciante, la excitación exudada y el eco de sus voces le llevaron a la consumación de su anhelo.

El pasado les llevaba a conocer que sus pasiones aún seguían encendidas, que los tizones que yacían escondidos en el manto de la indiferencia iniciaron el fragor de su ritual, el sexo entre ellos era más que pasión, era fuego.

Sus cuerpos después de la larga faena, yacían reposados sobre la alfombra de la sala, sus respiraciones acompasadas observaban la luz del amanecer bañar el apartamento, el claro día se reflejaba en la ventana, y la ropa regada hacían el perfecto acorde con lo acontecido durante las últimas horas.

El tailandés se encontraba con su cabeza reposada sobre el pecho del rubio, jugaba con sus dedos trazando líneas invisibles en la marcada musculatura de este. El Alpha, jugaba con sus hebras azabaches, desperdigando caricias por toda la extensión de su espalda.

Un sonoro suspiro rompe el reconfortante silencio, y ambos no dudan en reflejarse en la mirada del otro. Una mirada significativa, limpia y profunda, que penetra sus almas, que desnuda sus vidas, una que dice todo y nada a la vez. Una que conocen, pero que no pueden contener.

Sus recuerdos del pasado aún están presentes, pero la desinhibición es más que eso, más que un contacto físico, más que besos íntimos, más que éxtasis de una noche, es un recuerdo constante que debe ser roto, pero que no se atreven a liberar.

Sus corazones laten acompasados, y sus miedos están presentes, el pasado aún está latente, y romper la armonía del éxtasis en el que se encuentran sumergidos no es una opción.

Muchas son las escamas que hay que escarapelar para alcanzar la calma, afrontar sus diferencias y superar las asperezas es parte de su comienzo, aunque quieran negarlo, todo para ellos es y siempre será un duro comienzo.

Pichit, tiembla por el anhelado calor, Chris, se lo otorga sin condición, aman sentirse correspondidos, pero no pueden confesarlo, sus sombras les persiguen, y no son capaces de confrontarlo, cobardes y chispeantes, ambos una combinación interesante.

Saliendo de su ensimismamiento, el suizo no tarda en dejar leves roces sobre el rostro del más bajo, quien con pereza se deja hacer estremeciéndose en cada toque. Respiraciones profundas les lleva a desahogar sus tensiones y un abrazo les obliga a darse el calor y la calma que sus espíritus necesitan para caer en las profundidades del sueño por unas cuantas horas.

***

El frío del aire acondicionado bañando la sala de espera de la clínica era reconfortante, el sueño había sido extrañamente cómodo y cálido. Sencillamente, Yuri, no recordaba haber dormido tanto en largo tiempo. Las pesadillas siempre habían sido una incordia.

Al abrir sus ojos pudo fácilmente divisar el lugar, pero tardo algunos segundos en reconocer que no era en la mullida cama de su habitación donde se encontraba, así que espabiló rápidamente, para encontrarse con unos ojos penetrantes y otoñales mirándole con atención.

La vergüenza le inundó, colocándose tan rojo como para querer que se lo tragase la tierra en ese preciso instante, pero lo que lo sacó de su deseo de huida, fue la sonrisa sin precedente de parte del kazajo, que se veía completamente relajado e igual de despistado que él por las horas de sueño.

Los recuerdos de la noche anterior trajeron cierto humor olvidado y su ceño borro toda calma existente segundos anteriores.

Otabek, divisó de inmediato su cambio de expresión y se apresuró solo en concentrarse en lo principal...

Las 2 caras de la LunaWhere stories live. Discover now