Cap. 34| "Hija quiero verte bien"

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**Narra Amelia**
Era miércoles. Estaba teniendo un día bastante emotivo debido a que mis sentimientos afloraban con el embarazo, estaba más sensible que nunca y a veces tenía que ir al baño del hospital para lavar mi cara luego de que algunas lágrimas cayeran por mis mejillas al tener que tratar con pacientes en instancias terminales o muy graves.
No era un día difícil solo para mí, también lo era para Owen y Sara, pero mas que nada para Sara. Hoy era el aniversario del fallecimiento de su mamá. Owen me había contado que cada aniversario llevaban flores y un pequeño dibujo o carta hecho por Sara a su tumba. Suena un poco morboso decirlo así, pero son actos que a uno lo hacen sobrevivir y mantener aquella chispa y recuerdos vivos. En especial para Sara, que tan solo era una niña de diez años.
A Owen le había surgido una cirugía de último momento, yo me encontraba en la sala de descanso con Meredith:
-¿Cómo hiciste para pasar esta sensibilidad en el embarazo? a mí me está matando -reí mientras estaba recostada en una cama.
-En el primer embarazo me costó un poco, en el segundo logré manejarlo más -dijo Meredith acostada a mi lado- ¿estás en esos días de sensibilidad a flor de piel?
-Exacto, y no te seguiré hablando porque no deseo llorar por quinta vez en el día -reí limpiando pequeñas lágrimas que se asomaban en mis ojos.
Tocaron la puerta de la sala de descanso. Meredith se levantó y abrió la puerta. Era Sara que acababa de salir del colegio.
-Mamá Amelia -dijo Meredith sonriendo al ver a Sara- tienes una hermosa visita por aquí.
Me incorporé en la cama y vi a Sara, sonreí al verla y ella corrió hacía mi para abrazarme.
-¿Cómo estás hermosa? ¿Cómo te sientes? -pregunté abrazándola porque sabía que estaba pasando un día difícil.
-Bien -dijo un poco desanimada.
-Papá está en cirugía -dije besando su cabeza.
-Oh -dijo Sara decepcionada- se suponía que me acompañaría a llevarle flores a...
Por un momento Sara se incomodó, la situación era difícil. Días antes me había llamado mamá.
-Tranquila -dije acariciando su mejilla- ven, vamos a ver cuanto le falta en su cirugía.
Me paré y fuimos hasta la puerta del quirófano donde Owen se encontraba.
-Espera aquí mi vida, ya vuelvo.
Entré al quirófano tapándome mi boca con un barbijo para mantener el ambiente libre de gérmenes y allí estaba Owen ahí, se veía concentrado y hermoso:
-Hey -dije a Owen- Sara te está buscando ¿te falta mucho?
-Oh, diablos -dijo Owen atareado- no llego a terminar la operación para acompañarla.
-Se ve un poco triste Owen -dije preocupada- ¿y si la acompaño yo?
Owen me miró y sonrió:
-Sería asombroso, pero ¿no te hará daño? estás muy sensible -dijo preocupado mientras aplicaba succión.
-Lo importante es que ella quiera ir conmigo, es la única solución que puedo darle y tal vez la incomodaría -dije sonriendo apenada.
-Sería genial que la lleves, se sentiría segura contigo.
-Veré que puedo hacer por Sara, nos vemos luego -dije saliendo del quirófano.
Sara me esperaba fuera sentada en el suelo, me agaché para quedar a su altura y me devolvió una sonrisa:
-Pequeña, Owen no puede salir del quirófano -dije acariciando su pelo.
-¡Pero lo prometió! -dijo enojada.
-Escucha, puedo acompañarte yo si quieres -dije intentando calmarla.
-No Amy, el cementerio es un lugar feo -dijo Sara.
-Por eso mismo, quiero acompañarte y quiero verte bien Sara. Sé que no ir a llevarle flores a tu mamá te pondría más triste aún.
-¿No te enojarás? -preguntó Sara.
-Mi amor, ¿por qué me enojaría contigo? -pregunté acariciando su mejilla.
-Porque te podría incomodar, tu eres mi mama ahors -dijo Sara.
-Nunca me incomodaría Sara, te amo y quiero acompañarte -dije parándome y extendiendo mi mano para que Sara se levante.
Llevé a Sara hasta el cementerio. Al llegar, ella bajó con unas flores amarillas que sacó de su mochila, sonreía al verla.
-Es por aquí -dijo Sara tomándome de mi mano y llevándome hasta una tumba de aspecto muy prolijo.
-¿Quieres quedarte a solas? -pregunté- yo puedo esperar por allí -señalé unos bancos a unos pocos metros.
-No -apretó fuerte mi mano- quédate por favor, nunca lo he hecho sola.
-Tranquila -dije acariciando su espalda- yo estoy aquí contigo.
Nos quedamos en silencio un rato pero Sara lo interrumpió:
-Ella es Amelia. Te he hablado de ella muchas veces antes de dormir. Quiero que te quedes tranquila, porque yo aquí estoy muy cuidada, Amelia y papá me cuidan. Papa luce feliz ¿sabes? Amelia nos hizo sentir más acompañados y felices a todos -dijo Sara riendo- al principio creí que te enojarías, pero luego entendí que te gusta verme feliz desde el cielo, y así estoy feliz -dijo Sara mirándome.
La miré y sonreí, con lágrimas en mis ojos. Se escuchaba tan tranquila y sabia.
-Te traje las flores que te gustan. Papá no pudo venir porque tiene trabajo, pero tu sabes que nunca te olvidamos -dijo dejando las flores en un florero sonriendo.
Volvimos a quedarnos en silencio, luego de un rato Sara me miró:
-¿Vamos? -dijo Sara sonriendo.
-¿Segura? -pregunté- nos quedaremos más si quieres, tenemos mucho tiempo.
-No, no -sonrió abrazándome- vamos a casa, tengo frío y papá me dijo que no debes enfermarte mientras estás embarazada.
Sonreí al sentir su abrazo y escuchar sus palabras, esta niña no podía ser tan tierna, parecía un ángel.
Conduje hasta casa con la pequeña Sara, ya era la tardecita y anochecía, fui hasta mi habitación para ordenar unas cosas mientras Sara se bañaba. Al salir, vino hacía donde yo me encontraba y se sentó en la cama.
-¿Qué pasa? -volteé para verla y su imagen me causó ternura.
-¿Mamá puedo preguntarte algo? -dijo Sara.
La miré un poco sorprendida, caminé hacía la cómoda para cepillarle el cabello y me senté a su lado, sonreí:
-Pregunta lo que quieras mi niña- comencé a cepillar su cabello.
-¿Tu no quieres mucho a tu mamá? -preguntó Sara con un tono extremadamente dulce e inocente.
No sabía como responder a eso, era un tema difícil de tratar, pero Sara era mi vida ahora y tenía derecho a saber todo de mí, yo sabía que ella entendería todo.
-La amo -dije sonriendo con vergüenza- solo que...
-Oh, perdón, es que me preguntaba eso... -dijo Sara jugando con sus manos.
-¿Te lo preguntabas porque nunca la viste cerca mío, ni en los momentos felices? -pregunté a Sara.
-Sí -Sara me miró tímida.
-Mi mamá sufrió mucho cuando mi papá murió. Todos en realidad. Pero yo nunca pude controlarlo tan bien como tu hiciste con la ausencia de tu mamá... -dije acariciando su cabello.
-¿Cómo lo hice? -preguntó Sara frunciendo el ceño.
-Lo hiciste muy bien, la recuerdas siempre y de la mejor manera. Por ejemplo hoy, le llevaste flores y eso es la mejor manera de tenerla presente -dije sonriendo.
-¿Y tu cómo lo hiciste entonces? -preguntó Sara mirándome con pena.
-Hice cosas malas, cuanto más crecía más cosas hacía. Consumí cosas que no debía y me hacían muy mal a la salud, mi mamá sufrió mucho al tratar de detenerme en muchos intentos, pero yo lo seguía haciendo.
Seguía fumando y tomando - dije y Sara me miraba un poco sorprendida.
-¿Mucho? -preguntó Sara- ¿Y no podías dejar de hacerlo nunca?
-Exacto, quería hacerlo siempre y eso me hacía estar ausente casi todo el tiempo. Como una Amelia muy distinta a la que te está hablando ahora. Entonces mi mamá se decepcionó de mí, comenzó a dejarme a un lado -dije y mis ojos se llenaron de lágrimas.
Sara me miraba sorprendida, creo que por el solo hecho de que estaba abriéndole mi corazón. Entonces llevó una de sus manos a mi pierna en señal de contención.
-Y por eso ahora hablamos poco. Porque ella sigue pensando que yo sigo siendo esa Amelia horrorosa, y no la juzgo porque debe haber sido muy doloroso para ella -mis lágrimas seguían brotando.
Sara llevó su pulgar para secar mis lágrimas y sonrió para darme calma.
-¿Y no piensas que si hablas con ella ninguna de las dos sufriría? -dijo Sara- ella no sufriría porque conocería a la verdadera Amelia y tu no sufrirías porque estarías más unida a ella.
Sonreí al escuchar a Sara. Y tenía razón. Yo nunca había hablado con mi mamá para mostrarle mi vida ahora, creo que por orgullo, porque una parte de mí estaba resentida y dolida.
-Eres tan linda -dije al escuchar el consejo de Sara.
-No quería que lloraras -dijo Sara abrazándome- perdón.
-No me pidas perdon hermosa, es un placer contarte estas cosas por más que sean un poquito tristes. Además, estoy un poco más sensible hoy -dije riendo.
-¿Por qué? -preguntó.
-A veces el embarazo te causa algo así como días tristes, tal vez no haya nada triste, pero todo te hace llorar -expliqué brevemente y fácil para que lo entienda.
-Oh -dijo Sara- siempre que te pase eso dime, no quiero que te sientas mal y quiero acompañarte -dijo Sara consolándome y acariciando mi panza.
-Te amo -dije abrazándola otra vez.
-Mamá te amo -respondió Sara- y ojalá tengas la oportunidad de sentir cerquita el amor de tu mamá.
La besé en su cabeza y sentimos la puerta abrirse. Era Owen que había llegado de trabajar, se veía cansado y agotado. Caminó hacía la habitación y nos encontró a ambas abrazadas.
-Oh -dijo Owen- ¿estaban abrazándose sin mí?
Sara rió y Owen saltó a la cama para abrazarnos a ambas muy fuerte. Los tres reímos.
-¿Cómo te sientes? -preguntó Owen a Sara.
-Estupendo -Sara sonrió.
-¿Y tu mamá hermosa? -Owen me miró a mi esta vez.
-También -sonreí.
Owen nos dio un beso en la mejilla a ambas y terminamos los tres dormidos en la cama luego de tanto reír.

❃Only freaking superheroes❃| Omelia {ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora