IV

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Tan pronto puse un pie dentro del salón me sentí agobiado, realmente no sabía que estaba haciendo ahí, que tan bajo había caído por la necesidad de tiempo a solas conmigo mismo sin ese monstruo al que llamo "amor".

— Frank,– Mr. Way detiene la clase y todo el salón voltea a verme, me siento más arrepentido ahora mismo que hace 5 minutos pero con la mirada de todos sobre mi ya no podía echarme a correr.– Pasa, puedes sentarte junto a Jamia.– Señala a una chica pálida que sonríe de oreja a oreja mientras levanta su mano en señal de invitación al asiento junto a ella.

Todo permanece en un silencio incómodo hasta que por fin logro sentarme y Mr. Way vuelve a hablar sobre alguna mierda de la confianza en uno mismo y sobre valorar las habilidades que tenemos, la verdad no lo sé, lo único en lo que pienso es en el perfume de Jamia que está empezando a darme náuseas.

– Bueno, ahora todos tomen sus cosas y vamos a la azotea a pintar.– Como ovejas de rebaño todos se levantan y salen por la puerta a toda prisa, como si ir a la azotea fuera lo mejor que les pasará en la vida.

— ¿Vienes?– Jamia se encontraba parada frente a mi, pude notar por el chillido en su voz que estaba nerviosa.– ¿Eh?– De pronto voltea su rostro hacia un costado evitando que la vea a los ojos.

— Claro.– Dejo que me lleve por las escaleras del edificio hasta el último piso donde abre una puerta grande y pesada, entonces ante nosotros se despliega un hermoso paisaje de la ciudad de New York bañada con los intensos rayos de sol de esa tarde.

Jamás había tenido esta vista de la ciudad, no parece ser la misma por la cual solía deambular entre callejones llenos de basura y ratas, con los ojos llenos de lágrimas implorando por comida. Desde aquí parecía un paraíso en el que cualquiera desearía vivir.

— Lindo, ¿no?– De pronto su suave voz me saca de mis pensamientos, Mr. Way se para detrás de mi con una sonrisa en el rostro. Estaba cansado de su puta sonrisa, ¿como es que podía verse tan estúpidamente lindo?

— Eso creo,– Me encojo de hombros fingiendo no darle importancia.– ¿qué se supone que hacemos aquí?

— Gran parte de ser un artista involucra admirar la belleza hasta en las cosas más pequeñas.– Me dice poniendo uno de sus brazos sobre mi hombro y guiándome hasta el borde de la azotea.– La otra parte es poder representar esa belleza en el papel,– entonces me doy cuenta que muchos de los chicos que estaban en la clase con nosotros se encuentran dibujando la vista que tenían frente a ellos, incluyendo a Jamia,– o una fotografía,– lentamente me hace girar hacia aquellos que, con cámara en mano, lanzan varias tomas a la puesta de sol que está comenzando.

— Bueno, es una pena que no haya traído mi cámara.– Digo de forma sarcástica y Mr. Way se ríe por lo bajo.

— No importa, ya habrá otros días y otras puestas de sol.– Su cabello ondeaba con el viendo como si se tratase de una llamarada de fuego, nunca lo había tenido tan cerca como para apreciar su rostro en la manera que lo hacía ahora, era realmente guapo, aún con las pequeñas arrugas que empezaban a formarse en su rostro y sus diminutos dientes amarillos, tal vez de tanto fumar.

— Lamento haber sido grosero ayer.– Digo de pronto apartando la vista, estaba muerto de vergüenza, en un principio odiaba a Mr. Way por ser un entrometido pero ahora le estoy agradecido, no solo porque hizo que pudiera zafarme de Thom sino también porque esto no había resultado tan mala idea como yo pensaba.

— No te preocupes, puedo entenderte.– Dudaba mucho sobre si él realmente pudiera entender mi situación pero no importaba, no iba a hacer un gran problema por eso.– En verdad me alegro de que hayas venido.

— Yo igual.

Y nos quedamos ahí, mirando la puesta de sol sin nada más que decir, de vez en cuando dirigíamos nuestra mirada a los chicos que se esforzaban por captar los últimos rayos de sol en sus pinturas; eventualmente no había nada más que oscuridad, y tan pronto como calló la noche uno a uno los alumnos fueron abandonando la azotea hasta dejarnos solos a Mr. Way y a mi.

— ¿Quieres?– me pregunta extendiendo un cigarrillo hacia mi pero niego rápidamente, si llegaba con el olor a tabaco Thomas me mataría.

— Vendrán por mi en media hora, espero eso no sea una molestia.– Digo de pronto, realmente no se porque, tal vez por el hecho de lo incómoda que se sentía la escena de mi profesor y yo solos en una azotea.

— Claro que no, Frank.– Suelta el humo del tabaco y este se desvanece en el aire con rapidez, no puedo evitar mirarlo mientras fuma y no puedo evitar sentirme atraído hacia él; de un momento a otro Mr. Way me sorprende viéndolo fijamente y en lugar de molestarse suelta una pequeña risilla sin quitar los ojos de mi.

Nos miramos un largo rato y eventualmente su sonrisa se borra; se acerca mucho más a mi para verme mejor, me quedo helado porque pienso que me dará un beso pero no es nada de eso.

— ¿Qué te pasó?– Me pregunta sacándome de mis pensamientos y solo entonces, cuando sé que está mirando mi ojo, recuerdo que es ahí donde tengo el gran moretón que me dejó Thomas.

Traté de ocultarlo con muchísimo maquillaje como hago de costumbre, pero ahora que Mr. Way está tan cerca es probable que se haya dado cuenta, aún con la poca luz que cae sobre nosotros.

— Yo...– Tartamudeo mientras aparto la mirada.– No es nada.– Le miento pero él no es idiota.

— Frank,– me toma ligeramente de la barbilla y me obliga a verle el rostro.– ¿Qué te pasó?– Vuelve a preguntar, esta vez haciendo énfasis en cada palabra.

— Soy torpe, me golpee con la puerta ¿bien?– Le ofrezco una sonrisa temblorosa y aún cuando sé que él no me cree lo deja pasar, porque sabe que no quiero hablar de eso y tampoco es de su incumbencia.

— Deberías tener más cuidado,– Me dice y asiento.– Prométeme que tendrás más cuidado.– Me mira a los ojos fijamente y yo le respondo que sí.

Después de unos minutos siento tanta vergüenza e ira que no atino a más que tomar mis cosas e irme corriendo, ni siquiera puedo ver a Mr. Way, solo levanto la mano en el aire agitándola en señal de despedida. Por suerte para cuando salgo del edificio Ray acaba de llegar, ni siquiera le dejo detener bien el auto y hago el mejor esfuerzo por entrar lo antes posible y decirle que vayamos a casa en cuanto antes.

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— ¿Te gusta?– Me susurra al oído mientras me embiste con fuerza, literalmente me está rompiendo el culo y no me puedo quejar.– Responde.– Lanza una bofetada a mi rostro e instintivamente abro los ojos para verle.

— Si, Thom.– Retengo tanto como puedo las lágrimas porque si boto tan siquiera una sé que me golpeara otra vez.– Si, me gusta.

— Vente para mí, hijo de puta.– Agarra mi miembro entre sus sucios dedos y lo aprieta con fuerza, causándome dolor en lugar de placer.

Reprimo un grito y trato de pensar en otra cosa para hacerme venir, pero no puedo así que cuando Thomas se da cuenta que aquello no es suficiente me embiste con más fuerza, más profundo y eventualmente me vengo sobre su mano.

— Me das asco.– Lleva su mano bañada con mi semen hasta mi cara y aprieta mis cachetes con fuerza, ensuciándome de mi propio líquido.– Eres un asco.– Introduce sus dedos en mi boca y cuando siento el sabor del semen las nauseas se apoderan de mi.– Chúpalos.– Me ordena y obedezco.

No deja de penetrarme con fuerza, no sé cómo es que todavía no se viene, me mira desde arriba de mi con esos ojos que parecen idos y yo tengo que aguantar las ganas de vomitar mientras acaricio sus dedos con mi lengua. Con su mano libre me toma por la cintura para darse fuerzas y entrar más feroz en mi interior.

Él tiene razón, doy asco. Y es en momentos como este en los que me pregunto si todo valió la pena

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Heavy Dirty Soul |Frerard|Where stories live. Discover now