—Ya, puedes mirar —permitió la voz de Taehyung sonando a unos metros frente a él.
Jimin dejó caer las manos a sus costados y sus ojos necesitaron un momento para procesar lo que tenían en frente por la luz. Contra la pared y sobre la cabecera de la cama (nueva y matrimonial) estaban luces navideñas decorando la vista. Sobre las sábanas blancas, pétalos de rosa. En la mesita de noche, unas velas aromáticas que llenaban el cuarto de un aroma frutal.
Taehyung estaba sentado en la cama con las piernas cruzadas y frente a él, una diminuta caja negra con un moño rojo. Su novio estaba evidentemente ansioso, lucía algo agitado y al mismo tiempo preocupado. Jimin enarcó una ceja.
No es que se quejara, pero realmente no comprendía por qué tantos arreglos y regalos. Sentía que se estaba perdiendo de algo pero no estaba seguro de lo que era.
—Tae, ¿qué es todo esto?
—Feliz cumpleaños, tonto —murmuró el menor sonriendo—. Ya tienes veinticinco años, ¿debería llamarte hyung?
Su cerebro casi hizo corto circuito. Jimin buscó su teléfono en el bolsillo de sus jeans y lo sacó para observar la fecha: 13 de octubre. Ni siquiera se había percatado de ello en todo el día, pues había estado demasiado ocupado desde que despertó a las seis de la mañana y nadie había estado allí para recordárselo. Solo en su apartamento, a veces el tiempo no parecía fluir como para los demás.
Tenía veinticinco años, lo que quería decir que había pasado tres años y un poco más desde que conoció a Taehyung en el hospital y se hizo su enfermero. Tras guardarse el teléfono de nuevo, se miró las palmas de las manos como si en ellas fuera a encontrar las respuestas a las interrogantes que se le formaban en la cabeza.
—Abre tu regalo, estoy a punto de entrar en pánico —pidió el chico empujando la cajita en su dirección, hasta ubicarla en el borde de la cama.
Jimin avanzó los pocos pasos que lo separaban de la cama y levantó la caja. Con mucho cuidado desató el moño y dejó la cinta sobre el colchón; tras lanzarle una última mirada a su novio, Jimin levantó la tapa y vio el contenido: un juego de llaves con un llavero de un tigre. Levantó el obsequio y lo miró sin tener idea aún de lo que pasaba. Tae pareció perder la paciencia, se puso de pie y rodeó la cama para pararse frente a él.
Lo miró desde abajo. A veces le molestaba que el chico fuera tan alto. Le sacaba como cinco centímetros de altura y como si eso no fuera suficiente, también era más ancho.
—¿Te mudarías conmigo, por favor? —rogó Taehyung tomando su mano libre con fuerza. Ahora que lo tenía más cerca, podía notar que estaba temblando—. Sé que va a ser incómodo vivir conmigo, mi hermano y Seokjin, pero hasta que pueda mudarme solo realmente es lo único que puedo hacer y quiero tenerte aquí siempre y-
No pudo soportarlo. No pudo soportar sus ojos enormes y brillantes suplicándole. Su labio inferior ligeramente salido en un pequeño puchero. La forma en la que parecía haberse convertido en un cachorrito abandonado. Resistirse a Taehyung nunca había sido su fuerte, incluso cuando no eran más que enfermero y paciente. Tuvo que acercarse, colocar la mano con la que sostenía las llaves contra su pecho y pararse en las puntas de sus pies para besarlo. Casi instantáneamente, Taehyung soltó su mano para sostenerlo de la cintura.
Recién allí se dio cuenta de que Tae no llevaba la cánula, pero no intentó regañarlo por ello. No era el momento y tampoco corría peligro.
—Claro que sí, bobo. Amaría vivir contigo —aceptó Jimin al separarse. Lanzó una mirada divertida hacia la cama—. ¿La cama nueva es parte del regalo?
Taehyung se sonrojó.
—Bueno, la otra era un poco pequeña, ¿no?
—Eres un pilluelo.
—¿Por qué? ¡Solo es una cama! —reclamó Tae poniéndose aún más rojo que antes.
—Ajá, sí —Jimin se apartó del menor y rodeó la cama pasando un dedo por el colchón, como considerando su material. Taehyung permaneció quieto en su lugar, mirándolo con un nudo en el estómago. Park le lanzó una mirada traviesa—. ¿La inauguramos?
Para alguien que acababa de decir que solo se trataba de una cama, Taehyung no tardó nada en cerrar la puerta del cuarto con llave y abalanzarse sobre Park.
Ya después se enteró que Taehyung lo había organizado todo de tal modo a que pudieran tener el apartamento por sí solos hasta el día siguiente, así que no habría señales de Namjoon y Seokjin hasta la mañana. La cama había llegado a las tres de la tarde y la llave llevaba escondida entre las cosas de Tae por una semana ya. Todo había sido preparado por él con anticipación y Jimin no había tenido ni la más pálida idea.
La tormenta había aumentado en intensidad para cuando estuvieron recostados bajo las mantas. La piel de Taehyung era cálida y estaba impregnada de aromas, una mezcla entre las velas y los pétalos de rosa. Si le preguntaran cuál era su lugar favorito en el mundo, respondería que en el hueco entre el cuello y el hombro de Taehyung, en sus brazos y bajo las sábanas. No podía imaginarse un mejor lugar.
—¿No tienes hambre? —inquirió Tae acariciando su espalda con los dedos.
Jimin se acurrucó un poco más cerca y negó con la cabeza.
—Iremos en un momento, quiero quedarme así por un rato más —respondió Jimin, sonriente—. ¿Sabes? No te agradecí por todo lo que hiciste por mí.
Tae soltó una risa.
—No tienes nada que agradecer, lo hice porque quise —murmuró posando un beso en su coronilla—. Y porque te amo muchísimo, también.
—Yo también a ti, pero no me refería a eso —apoyándose en un codo, Jimin se levantó lo suficiente para mirarlo a la cara—. No te haces una idea de lo mucho que mi vida ha cambiado positivamente gracias a ti.
—Ya somos dos.
—Venía pensando en el camino en lo mucho que tuve que esconderme y pasar malos ratos cuando vivía con mis padres en Busan. En lo decepcionado que mi padre estaría de mí si me viera ahora mismo —admitió sin mirar a Tae a los ojos. Le daba algo de vergüenza hablar de eso—. Pero también me di cuenta de que eso no me importa. Yo no me siento como un fracaso. Estoy feliz y siento que he alcanzado la mayoría de mis objetivos. Por sobre todo, te tengo a ti. Y a los chicos. No me falta nada.
Con cuidado, Taehyung lo empujó para que se recostara sobre su espalda y se ubicó sobre él para besarlo largo y tendido, pero sin subir la intensidad en ningún momento. Jimin lo recibió contento, sonriendo contra sus labios y acariciando el cabello de su nuca. En cuanto Tae cortó el contacto, se inclinó de nuevo para besar cada centímetro de su rostro, como dándose el tiempo de apreciar cada fracción de él.
—Insisto que no hay nada qué agradecer —insistió Tae apartando el cabello que le cubría la frente con una caricia cariñosa—. Te mereces todo esto y más, Jimin. No puedo dártelo todo y tengo demasiadas restricciones, pero siempre quiero hacerte feliz hasta donde sea capaz.
No quería llorar, pero ya sentía las lágrimas salir al oírlo decir aquello. Quizás eran cosas que Tae ya le había dicho antes, pero no por eso podía evitar ponerse sentimental. Cuando se trataba de él, era imposible contenerse.
—Ey, ¿estás llorando?
—No, cállate —sollozó Jimin enjugándose las lágrimas antes de que empezaran a caer.
La noche siguió entre cosquillas y risas. Bocados de comida dados con cariño. Más caricias y encuentros íntimos. Abrazos cálidos y besos bajo las mantas.
La tormenta había pasado a convertirse en un recuerdo de cosas hermosas. Así que si le daban a escoger entre la tormenta o el arcoíris, su respuesta estaba clara.
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OPERATION: Decode | JinNam {Binary Code #2}
RomanceDos años después de escapar de Noir y dedicarse a formar una vida normal y alejada de los riesgos del hacking y las misiones, la calma de Namjoon y Seokjin se ve interrumpida por lo que a simple vista parece ser un virus de computadora. || Segunda p...
[EXTRA #1] La tormenta o el arcoíris
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