Ella estaba Cansada (de Ana Triveño)

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Esa mañana había sido agotadora

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Esa mañana había sido agotadora. Se había levantado sin muchas ganas y había comenzado la jornada con una taza de café y galletas de agua. Detestaba su trabajo, no era feliz. Tener que ordenar todo cada madrugada, tener que limpiar todo día tras día... ¿Cuál era el sentido? Trabajaba mecánicamente, sin ofrecer una gota de sudor sonriente. Desde hace días que el cielo le parecía nublado. Siempre oscuro, todo apagado.

Llegó como siempre a su lugar de trabajo. No había nadie, en esa casa todos salían desde muy temprano. A ella no le parecía gran cosa. Se cansaba con solo imaginar la agitación de esas otras vidas. Le parecía vano. Tal como revelaba el otro lado de la ventana, todo oscuro, todo apagado.

Se dispuso a realizar sus obligaciones. Barrer, trapear, lavar, secar, ordenar, planchar, desempolvar. En definitiva, esa mañana había sido agotadora.

Medio día. Un pequeño descanso para ella. Aprovechando que los ocupantes de esa casa siempre llegaban tarde al almuerzo, pudo darse un tiempo fuera. Se acomodó lentamente sobre el sillón, quitándose los zapatos. Por fin tendría su descanso.

Y es en ese momento, mientras se veía a sí misma sentada como una holgazana en aquel sillón, se sintió feliz. ¡Su lugar preferido! Algún día, pronto, ella estaría así. Tendría su propia casa con su propio sillón, ¡y jamás tendría que volver a limpiar nada!

Se permitió soñar, siquiera un poco, sobre su vida en ese sillón. De repente ya no se sentía tan cansada. De repente el sol comenzaba a alumbrar esa sala.

Ah, el dulce sonido de un día iluminado. Luego de esa mañana tan ajetreada, por fin tuvo su descanso.

De pronto, la puerta principal se abrió. Se oyó un grito, un disparo, un gemido y un portazo. Ahora ella continuaba reposando en el sillón, pero de costado. La herida en su cabeza sangraba en abundancia.

Sí, por fin tuvo su descanso.

La policía ya estaba ahí para cuando los dueños llegaron. Habían asaltado su casa y matado a su empleada. Con el tiempo conseguirían otra, y los recuerdos de la anterior se esfumarían para siempre. Tal como su cadáver, y el sillón.

Los ladrones serían capturados, los muebles serían reemplazados y todo volvería a ser como antes. Su presencia continuaría allí por poco tiempo, su oscuridad, su sol. Todo eso sería tragado por el olvido.

Tal como su cadáver, y el sillón.

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