— Adiós.

Levanta su mano y se pone la chaqueta mientras sale. Pongo mis manos frías en mis mejillas y miro hacia mi derecha, donde Bryan me mira divertido, cruzado de brazos.

— ¿Necesitas hielo?

— ¿Qué?

— Estas colorada.

— Es que se acaba de ir mi fantasía sexual por la puerta —lo señalo.

— ¿Tu fantasía sexual? —Se ríe— Es lo mejor que has dicho en estas dos semanas.

— Ese chico pone caliente a cualquiera —digo entrando en el almacén.

— Tienes razón.

Siento su cuerpo detrás del mío y me quedo quieta. Su brazo se alza y coge su mochila, que está en la parte de arriba. Lamo mis labios y aguanto la respiración hasta que él se aparta de mí.

— Iré apagando todo.

— Vale.

Miro hacia atrás para verlo salir del almacén y muevo mi cabeza de un lado a otro. Solo había tenido dos días en los que había cerrado el bar con él. Este era el tercero y ahora que recordaba, desde el segundo, él había tocado mi cintura cuando pasaba por mi lado, había puesto su mano en la parte baja de mi espalda y ahora...

Cierro la taquilla e intento despejar esos pensamientos porque puedo llegar a pensar muchas cosas y ninguna de ella es buena.

Salgo del bar y espero a que cierre.

— ¿Tu coche sigue en el taller? —Me pregunta.

— Sí.

— ¿Quieres que te acerque a casa?

— Por favor —digo.

Ya era de noche y apenas había nadie por la calle. Me monto en el asiento del copiloto y espero a que él se monte. Mi casa no estaba muy lejos, y en esos minutos, él habla, siempre habla.

— Deberían de ir más mujeres marine al bar, yo también tengo derecho de recrearme la vista.

— Tienes razón, apenas veo.

— Quizás consiga a una mujer en condiciones.

— Bueno, ya sabes quién llevaría los pantalones en tu lugar.

Bryan me mira divertido. — Tú no eres marine y pareces llevar los pantalones siempre.

— Se llama mal genio, Bryan. Tengo para dar y regalar.

—-No creo que sea para tanto —su mano se pone en mi pierna.

ALTO AHÍ.

Miro su mano, que se queda ahí quieta y un sudor frío empieza a recorrerme la nuca. Mi corazón empieza a bombear con fuerza y mis labios se secan. No dejo de mirar su mano, intentando reaccionar, y cuando él la mueve de arriba hacia abajo, sé que tengo que hacer o decir algo.

— ¿Por qué estás tocándome? —Le pregunto, intentando que mi voz suene decidida, fuerte.

— ¿No estabas caliente, Lía? Pensé que podría ayudarte.

— Quita la mano de ahí si no quieres que te la arranque.

Él frena en medio de la carretera y me quito el cinturón, asustada.

— He visto cómo me miras y como te mueves cuando estoy cerca de ti —se quita el cinturón y mi mano se dirige a la manilla de la puerta para escapar de ahí.

— ¿Dónde vas?

Su mano se pone alrededor de mi muñeca y forcejeo con él para que me deje. No sé lo que me dice, no sé lo que me pide porque mi cerebro está concentrado en salir de ahí porque no me siento a salvo. Mi corazón bombea con fuerza contra mi pecho mientras intento que me deje ir, defendiéndome, clavándole las uñas en su brazo.

Goodnight and go (Disponible en Dreame)Where stories live. Discover now