— Hoy no hay chicas —le informo—. Una de ellas suele venir los jueves.

— Hoy no es jueves —dice.

— No, no es jueves —me encojo de hombros y sigo secando vasos.

— Pero tú eres una chica.

Vale, ¿qué está pasando, Lía?

— Sí, soy una chica. Qué observador.

— Soy Kevin —me tiende su mano.

— Lía —estrecho su mano grande y caliente intentando no derretirme.

— No eres de aquí.

— España.

— España... bonito país.

Sonrío y me doy la vuelta para ir colocando los vasos en su sitio. Bryan sigue entrando con algún que otro vaso y pone una mano en mi cintura haciendo que me incorpore y lo mire.

— Voy a revisar los baños.

— Los limpio ahora —le digo.

— Sigue con eso.

Su mano se quita de mi cintura y veo cómo se pierde por el pasillo que da a los baños.

— ¿Quieres otra cerveza? —Le pregunto a Kevin viendo que ha acabado el botellín que tiene en su mano.

— Por favor.

Le retiro el botellín y no tardo en ponerle otro frente a él. No sé nada de Nick desde que me dijo que era una ingenua. Él me había enviado una foto, yo le había dicho hola y él me había ignorado. No he vuelto a hablarle, y él tampoco a mí. Ni siquiera se había pasado por el bar.

— ¿Es la primera vez que vienes? No me suena haberte visto antes.

Porque me acordaría, estoy segura. Recuerdo a cada marine caliente que pasa por aquí y Kevin, no ha estado nunca.

— Sí. Me dijeron que la camarera era guapa y he venido a echar un vistazo.

— Debes venir mañana, hoy tiene descanso —empiezo a meter vasos en el lavavajillas intentando no mirarlo.

— ¿Hay otra camarera más guapa? —Pregunta.

— Eso parece —meto la bandeja de vasos en el lavavajillas y lo cierro.

— Creo que viéndote a ti, no me interesa ella.

Vaaale. Socorro. ¿Qué se supone que tenía que decir ahora?

— A no ser que estés con alguien, podría retirarme si fuese el caso.

Y sin pensarlo, niego un poco con la cabeza. Me faltaba desnudarme y que me hiciese suya en la barra.

— Ya está todo en orden —Bryan aparece—. ¿Qué hora es?

— Ehh... —Miro el reloj—. Queda media hora para cerrar.

Kevin bebe de su cerveza mientras tiene un ojo sobre mí y yo sigo secando vasos cuando el lavavajillas termina. ¿Qué edad podía tener? ¿Veintinueve? ¿Treinta? Y la pregunta más importante ¿Por qué se había fijado en mí? ¿Se pensaba que iba a irme ahora con él para que me quitara la calentura?

Podría, pero no iba a hacerlo hoy.

Kevin pone el dinero sobre la barra y cuando voy a cogerlo, él pone su mano encima. Mi mirada se levanta para fijarse en la suya.

— ¿Estarás mañana aquí? —Pregunta.

— Siempre estoy aquí.

— Es bueno saberlo. Hasta mañana, Lía.

Goodnight and go (Disponible en Dreame)Where stories live. Discover now