—Daehyun huyó, Seokjin. Lo más probable es que se haya ido del país con una identidad totalmente nueva y todos sus expedientes digitales eliminados —Minji resopló y se cruzó de brazos—. Con sus habilidades conseguirá dinero de cualquier parte y estaremos al tanto sobre cualquier actitud sospechosa, pero dudamos que se arriesgue a llamar la atención por un tiempo.

Cuando pasaron largos segundos sin que ya nadie dijera nada, comprendió que la historia había acabado. Hasta ahí llegaba todo. Punto y final.

Era un final feliz que dejaba un sabor amargo en la boca, pero considerando todo por lo que habían tenido que pasar, no podía realmente esperar un final mejor que aquel. Si su destino era tener que contentarse con el vaso medio lleno, estaba dispuesto a hacerlo. Sus días buscando algo más excepcional se habían acabado. Para siempre.

Esta vez en serio.

—¿Y ahora qué, entonces? —preguntó Seokjin luego de tanto tiempo sin decir nada.

—Ahora vas a reposar en el hospital por unos días más. Te darán de alta, una medalla y podrás irte a casa como si nada de esto hubiera pasado —contestó Minji poniéndose de pie muy despacio—. Fue un placer trabajar con ustedes y realmente lamento mucho todo lo que pasó.

Minji se movió para dejar el cuarto.

—Espera —le detuvo Seokjin y ésta, tranquila y pausadamente, se volteó hacia ellos una vez más—, ¿qué hay de nuestro trato? Lo de Namjoon, quiero decir.

Eso la hizo sonreír de nuevo.

—Cualquier expediente suyo, en digital o papel, ha sido eliminado. Me he asegurado yo misma —prometió la jovencita guiñándoles un ojo para luego marcharse. Desde la ventana que daba al pasillo la vieron dando saltitos por los pasillos.

Como si esperara estar aún vigilado por alguien, Seokjin se tomó unos momentos antes de finalmente abrir la boca.

—¿Y Daeil?

Namjoon lo miró radiante. Inexplicablemente contento.

—Le arrojé una laptop a la cabeza en cuanto lo vi —contestó Joon. Sus hoyuelos volvían a hacer acto de presencia en su rostro.

Seokjin contuvo una risa.

—Bien.

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Unos días después, finalmente dieron a Seokjin de alta. No había permitido que el ex agente pasara las noches solo, pero la verdad era que había tenido que ir a Dobong un par de veces para ver a su hermano y arreglar ciertas cosas, pero aun así estaba demasiado contento de poder alejarse de ese lugar y volver a casa de una vez por todas. Sanar las heridas tanto físicas como mentales tardaría lo suyo, pero no se preocupaba por ello. Estaba seguro de que aquella había sido la última misión.

Bueno, en realidad aún le quedaba una batalla.

—Señor Kim, tiene que salir en la silla, son reglas del hospital —dijo por enésima vez una enfermera que comenzaba a perder la poca paciencia que tenía.

Seokjin no dio tregua, se levantó de la cama sosteniéndose las costillas y se paró frente a ella con su metro setenta y nueve contra el metro cincuenta y tantos de ella.

—Puedo pararme y caminar por mi cuenta, no necesito la maldita silla.

La única razón por la que no estaba formando parte de aquella disputa era que sabía que era inútil. Namjoon estuvo parado cerca de la puerta con la silla de ruedas en frente, esperando a que alguno de los dos terminara por ceder. Claro que para que eso sucediera tuvo que esperar por largos y eternos minutos en los que la enfermera y Seokjin exponían sus argumentos una y otra vez, hasta que ella fue a llamar a un médico, a otra enfermera y a un guardia de seguridad.

OPERATION: Decode | JinNam {Binary Code #2}Where stories live. Discover now