El mal y la cura.

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Por las mañanas, el rubio intentaba encontrarse a Craig en el gimnasio pero no lo conseguía, en ocasiones creía verlo otra vez pero bastante lejos y nunca con claridad, podría ser cualquier otro joven alto de cabellos azabache. También sería muy simple solo preguntarle en que área se encontraba regularmente pero ¿exactamente qué motivo tenía para buscarlo de esa manera? Sonaría extraño que hiciera eso sólo  por verlo, no es que fueran amigos era simple curiosidad de encontrarlo, tal vez una mayor razón era saber si luciria tan radiante en ropa deportiva pero lo mas probable es que usara esa vestimenta de marca con maravillosos diseños y estilos, ¿algo entallado? Eso si era raro hasta en su mente, volvió a cuestionarse sus argumentos para querer toparlo.

Mientras tanto, Craig y su grupo estaban emocionados por llegar al día en que podrían trabajar en una modelo, había un poco de nerviosismo pero excelente disposición para hacer lo mejor posible. Algunas chicas lograron convencer amistades y familiares otras tuvieron que recurrir a desconocidos que acudían por cortes gratis, Craig por suerte tenía a su pequeña hermana dispuesta a todo tipo de corte, llevaba años dejando crecer su cabello pero ahora se encontraba aburrida de verse igual por tanto tiempo.

Al momento de llegar a la estación de su hermano tuvo cierto encanto por imaginarse siendo atendida como una fashionista que tenía servicios de belleza profesionales como capricho y no necesidad, veía a las mujeres tan impecables en su aspecto y deseaba verse así al llegar a sus edades, en especial con la chica de un lado, era preciosa y por como conversaba  con Craig también se mostraba muy simpática, principalmente, Tricia rogaba por qué sus pechos crecieran algún día  como los de esa rubia.

-Entonces te rapare la cabeza ¿cierto?- Bromeaba moviendo la máquina apagada sobre sus cabellos rojizos.

-Nooo, eres odioso ya te dije que quiero- Tricia mantenía seguro su cabello sosteniendolo con ambas manos.

-Sólo así se quitan los piojos- Insistía  en hacerla enojar.

-¡No tengo piojos!-

-Vamos Craig, no seas malvado con tu hermanita- Bebe le dio un golpecito en el hombro.

-Oh no es mi hermana, mamá la encontró en la basura- Revolvió el cabello de su hermana, sabía que eso la hacia enfadar aún más.

-¡Craig!-

-Esta bien ya, haré lo que pediste-

Una vez que dejó de lado su papel de hermano mayor, se concentró en comportarse como profesional, cambio su tono de voz y la manera de dirigirse a la chica, era algo raro para los dos pero nada que no pudieran acostumbrarse. Durante el corte, notó que Bebe aún no estaba trabajando con nadie y giraba en su silla mirando el móvil.

-¿Ocurrió algo con tu modelo?- Preguntó mientras cepillaba el cabello de Tricia.

-Creo que llegará un poco tarde, dijo que vendría si lograba salir de su entrenamiento- Detuvo los giros, más que nada se estaba mareando.

-¿Tardará mucho?-

-No debería, entrena box en la escuela de enfrente-

Eso le hizo recordar a Tweek, era el mismo lugar al que él asistía, luego pensó que clase de chica ruda sería la amiga de Bebe, tal vez era  como esas peleadoras profesionales con su figura fuerte y ancha, por lo general su actividad requiere el cabello bien sujeto ¿Qué tanto podría importarle si se ve bien? Pero al verla llegar entendería nuevamente que juzgar a la gente por estigmas predeterminados a sus gustos era muy errado.

Al poco tiempo una chica entró al lugar, buscó con la mirada, sobre todas las cabezas hasta encontrar la que poseía largos todos dorados.
La joven era tan bonita como Bebe, de no ser por lo que ésta  le mencionó anteriormente, diría que se trataba de una chica fitness que recién salía de su rutina de pilates. No llevaba maquillaje más que un poco de labial y sus facciones se apreciaban delicadas, su cuerpo mostraba su fuerza sin perder las lindas curvas femeninas y su cabello era más que hermoso: una cortina negra de 40 cm cayendo perfectamente recto y lacio.

Tiempo de pose: diez  roundsTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon