Capítulo 46: Traición

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La tercera carta llegó sin demora dos días después y Karin pensó que en ella venían las palabras que tanto había esperado, Ichigo ha despertado, pero se llevó una gran desilusión al descubrir que la única novedad sobre su hermano es que estaba cada día más delgado. Y las palabras de su madre que decía específicamente -“Si su cuerpo está cansado por todo lo que sufrió hay que dejarle descansar el tiempo que necesite. Ya se recuperará…”-no la alentaron mucho pues parecía que la misma reina estuviera dudando si realmente Ichigo despertaría. Y si ella dudaba ¿Qué esperanza podian tener Karin y Yusu de que su hermano abriera los ojos algún día?

…☀…

Haineko se encontraba en las cocinas limpiando el poco de sucio que había hecho el mozo de cuadras al ir a buscar algo de comida pasada la hora de cenar. Con lo tarde que era debía de estar ya acostada pues todos los días le tocaba levantarse temprano para ayudar a preparar el desayuno pero sabía que la señora Choujou se molestaría si hallaba un poco de sucio en su amada cocina y después de todo lo que había hecho por ella y sus amigas se sentía en deuda con la gorda cocinera por lo que no le molestaba acostarse un poco más tarde.

Con la situación entre Karakura y Kuroville Haineko y sus dos compañeras habian pensado que les sería difícil adaptarse a su nueva vida en las cocinas del castillo, y en un principio había sido así. Cuando los demás criados las veían elegían otro camino para no topárselas, como si fueran leprosas, y cuando les pasaban por el lado apartaban la mirada y ellas los oían murmurar, como si fueran culpables por la traición de su reino. Pero la señora Choujou siempre las trató con amabilidad, sin importarle su origen. Siempre se mostraba interesada en que estuvieran cómodas, que comieran bien y hasta de que tuvieran suficiente leña en sus habitaciones para que no pasaran frio. Si alguien hablaba mal de ellas o las rechazaba salía con un cucharon en la mano en su defensa. Era como una mamá gallina siempre preocupada por sus polluelos, de manera que todos en el castillo la querían y la obedecían, por eso en poco tiempo dejaron sus prejuicios sobre ellas y ya hasta las trataban como familia.

Tanto Haineko como las otras estaban realmente agradecidas con la señora Choujou y con el rey por haberlas liberado y permitirles trabajar en el castillo. Tenía más de lo que hubiera pedido. Tan solo esperaba que algún día los dioses le permitieran encontrarse con su hermana, de la cual la habían separado cuando eran niñas para venderlas como esclavas, y que le fuera tan bien como le iba a ella.

Haineko terminó de limpiar y se dispuso a marcharse a su habitación cuando una silueta salió de la oscuridad. Por el susto que se llevó instintivamente tomó un cuchillo que ocultó a su espalda pues durante su miserable vida en Kuroville había aprendido a las malas que no podía contar con nadie para salvarla, si quería salvarse debía hacerlo ella misma. Además el que la persona frente a ella haya aparecido de repente y ocultara su rostro bajo una capucha le daba razones de sobra para desconfiar.

-No te haré daño-dijo una voz masculina bajo la capa-Si quisiera hacerlo ya lo habría hecho.

-¿Quién es?-le preguntó Haineko tratando de controlar el temblor en su voz pues a pesar de su temor reconoció en el tono de voz de esa persona que se trataba de alguien poderoso e influyente.

-Lo que importa no es quien soy sino lo que necesito de ti.

-¿Qué le hace pensar que lo ayudaré?

-Lo harás porque yo sé lo que te interesa.

-Su majestad, el Rey, me ha dado más de lo que podría necesitar. Así que no me interesa nada que lo pueda perjudicar-dijo Haineko deduciendo que el hombre que se hallaba con ella en ese momento debía de ser el espía que Kyosiro tenía en el castillo.

Corazones en GuerraWhere stories live. Discover now