Capítulo 58: Un viaje muy largo

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La mañana amaneció fresca, a pesar del clima caluroso dominante en aquel reino. Pero Shinji no lo notó ya que no hubo despertado hasta pasada la hora del almuerzo. Y no es que no se tomara la misión en serio, al contrario, sabía que su intelecto y rápida deducción eran necesarios a la hora de tomar decisiones importantes por lo que consideraba prioridad tener un buen descanso para tener la mente despejada a la hora de actuar. Preocuparse de poco servía. Pensaba, las preocupaciones solo son peso muerto que se va acumulando sobre ti y al final te vuelven indeciso. Shinji prefería relajarse cuando podía y ocuparse cuando debía. Y ahora que ya se había relajado suficiente decidió que era hora de... comer, pues tampoco se puede trabajar con el estómago vacío, y él ya se había perdido el desayuno. Así que sin perder ni un segundo se aseó, se vistió y bajó a la primera planta llevándose sus pocas pertenencias consigo, por si acaso.

Apenas bajó la escalera le llegó el delicioso aroma de los restos del almuerzo y se le hizo la boca agua. En los últimos días solo habían malcomido en las pocilgas en las que les había tocado alojarse y ahora podría servirse una comida de verdad, aunque tibia comida al fin.

Se sentó en el centro de la estancia desde donde todo el mundo podía observarlo y no llamaba la atención pues pensaba que cuando se quería ocultar algo o a alguien, lo mejor era hacerlo a plena vista, de modo que no levantara sospechas con una actitud precavida o paranoica. Y eso era lo que Shinji siempre hacía.

Luego de que le sirviesen su plato devoró con avidez los granos y verduras para luego mojar el pedazo de pan en el guisado, dejando la carne, lo más delicioso, para el final. Sin embargo su rápida observación le permitió darse cuenta de que discretamente estaba siendo observado por más personas de las que le gustaría admitir. Incluso notó como uno de los comensales lo señaló discretamente a la vez que le susurraba algo a su compañero. Aquello no le gustó para nada, y no tenía ni señales de Ichigo, lo cual no sabía si era para alegrarse o inquietarse. En esa situación hizo lo que mejor le parecía. Terminó lo que había en su plato y se retiró tranquilamente dirigiéndose a las escaleras nuevamente. Los hombres que murmuraban sobre él también dejaron sus asientos para levantarse y seguirlo pero cuando llegaron a las escaleras no lo hallaron, tampoco en el corredor, ni en su habitación, se había escapado. Los hombres dieron la alarma para que los demás que también se encontraban disfrazados por allí se dieran prisa en unírseles a la búsqueda. En menos de cinco minutos la posada se había convertido en un hervidero de personas yendo y viniendo, tanto que los que lo perseguían tuvieron muchas dificultades para seguirle el paso. Aunque la verdad era que Shinji ya se encontraba lejos de allí tratando de encontrar a Ichigo, pero para empeorar las cosas, las calles también estaban siendo custodiados por soldados armados en casi cada intersección.

En esa situación Shinji decidió hacer lo que mejor se le daba, camuflarse, si bien era un movimiento arriesgado era el único que quizá podría servirle en aquellos momentos...

...☼...

Llevaba un par de horas paseando por los alrededores del muelle sin conseguir lo que buscaba, y después de tantos intentos fallidos se había decidido por regresar a la posada en busca de su amigo, quien conociéndolo como lo hacía debía de estar pegado a las sabanas o tomando a plena luz del día. Sin embargo no hacía ni diez minutos que había tomado la calle para dirigirse al pueblo cuando empezó a sentir la extraña sensación de que estaba siendo observado. Quería pensar que era su imaginación pero a lo largo de tantas batallas había aprendido a confiar en su instinto por lo que aceleró el paso y aprovechó un grupo de personas que venían en dirección contraria para meterse en un callejón donde se quedó oculto varios minutos luego de los cuales pudo ver como efectivamente sus sospechas eran ciertas. Dos soldados que iban cubiertos bajo enormes capas moradas, pasaron por donde él había estado anteriormente. Ichigo pudo ver el destello de sus espadas mal cubiertas bajo sus capas y por un momento pensó que lo descubrirían pero los soldados siguieron de largo y él pudo respirar profundo expulsando todo el aire que habían contenido sus pulmones durante aquellos segundos de incertidumbre. Esperó unos minutos más antes de atreverse a abandonar la seguridad de su escondite. Debía reunirse con Shinji lo antes posible pero sabía que no podía volver a la posada pues seguramente ya habría soldados allí. Pero Ichigo confiaba en la habilidad de su amigo por lo que sabía que no se había dejado atrapar tan fácilmente. La cuestión era dar con él y con los demás para escapar de allí cuanto antes.

Corazones en GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora