—Jeonghoon, ¿por qué haces todo esto? —interrogó el hacker escudriñándolo con una mueca en el rostro. Simplemente no podía asimilarlo.

—¿No es evidente? Lo hago porque me gustas.

—¿Yo te gusto? Ni siquiera me conoces.

—Pero quiero hacerlo.

—Deja de ser ridículo. ¿No entiendes que estoy feliz con Junseo y que no lo dejaría por nada ni nadie? —Namjoon sintió como si ya hubiera repetido aquella frase mil veces. Sus palabras hicieron retroceder un poco al chico—. No me importa si termino herido o muriendo aquí. Prefiero eso antes de abandonar a alguien a quien amo. Tienes que entenderlo de una vez, soy una persona, no algo que puedes comprar.

Vio sobre el hombro del chico a Jin sonreír arrogantemente. Por el gesto en su rostro podía adivinar que apenas se estaba conteniendo las ganas de echarse a reír allí mismo. Jeonghoon sin embargo se apartó totalmente de la cama y retrocedió hasta que chocó con Seokjin, pero ninguno de los dos se prestó atención, demasiado concentrados en Namjoon que tenía una expresión demasiado seria.

—Como quieras. Pero después no te quejes.

Tras lanzar esa amenaza casi infantil, el menor salió pitando del cuarto sin mirar atrás o detenerse en su camino. Desde allí escucharon el portazo de la puerta de la habitación de Jeonghoon y unos instantes después, Seokjin también cerró la puerta.

—Eso fue interesante.

—Eso fue estresante. Gracias por la ayuda, por cierto —dijo Joon sarcásticamente.

—No necesitabas mi ayuda, le dijiste cosas más impactantes de las que yo hubiera podido decir, te lo prometo —halagó Seokjin avanzando hasta él para cerrar la laptop con una mano. El mayor se inclinó sobre él y puso una mano a cada lado de sus caderas, atrapándolo contra el colchón—. Todo eso que dijiste, ¿era verdad?

—Por supuesto que era verdad, ¿qué clase de pregunta estúpida es esa?

—Solo quería asegurarme —rió el mayor inclinándose aún más para mordisquear la piel expuesta del cuello de Namjoon—. Creo que tenemos tiempo antes de que llegue la policía, ¿no?

—Jin, tú dijiste que-

—Al diablo con Jeonghan y los otros. La forma en la que te deseo me está volviendo loco —admitió finalmente empujándolo contra la cama para besarlo al mismo tiempo que se desabotonaba su propia camisa.

No era necesario, en lo más mínimo, que dijera eso dos veces. Era todo suyo, siempre.

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Más o menos una hora después de lo ocurrido fue que unos oficiales de policía llamaron a la puerta de los Lee argumentando que venían por una denuncia anónima. Tras mostrarle los documentos pertinentes al CEO, nadie los detuvo para entrar y empezar a rebuscarse entre las cosas guardadas en la biblioteca.

Debido a la gran cantidad de libros que allí descansaban, tomó algo de tiempo para que encontraran el libro exacto que él le había señalado durante la llamada telefónica. El Talentoso Sr. Ripley de Patricia Highsmith estaba escondido a plena vista entre otros libros de géneros similares en un librero cualquiera.

Para guardar las apariencias ninguno de los dos estuvo durante la inspección, pero desde donde se encontraban no fue muy difícil escuchar que los oficiales no habían encontrado nada. Alguien había cortado un rectángulo en las páginas del libro para usarlo como compartimiento secreto, pero dentro no había nada. Lo que sea que antes se escondía allí, ahora no estaba.

Claro que eso era parte del plan de Seokjin, en ningún momento fue su intención que de verdad encontraran pruebas de nada. Al contrario, se aseguró de que Jeonghan sacara los contenidos del libro antes de que la policía llegara a la casa.

Tras una disculpa por las molestias ocasionadas, la policía se marchó y el silencio una vez más se sumió en la mansión Lee. Cuando finalmente el sonido de las patrulleras se perdió en la distancia fue que la calma fue interrumpida una vez más.

—¡Todos aquí, AHORA! —exclamó el hombre que cumpliendo con su naturaleza agresiva, tomó un jarrón de cerámica del salón y lo lanzó al suelo.

Esta vez Jeonghan no esperó a que todos bajaran o salieran de donde se encontraban para empezar a gritar. Corrió hasta el inicio de las escaleras para encontrarse con el grupo y empezó a escupirlo todo.

—Lo único que me faltaba, ¡una denuncia anónima a la policía! —siguió quejándose. Por la forma en la que se jalaba el cabello pareciera que terminaría por arrancárselo entero—. Les juro por dios que voy a averiguar quién fue el maldito y cuando lo sepa, le haré desear la muerte.

»AÑOS de contrabando, trata de personas, lavado de dinero y MILLONES de dólares se están yendo al caño así como así —Jeonghan les dio la espalda y empezó a caminar en círculos. Namjoon no lo podía creer; el tipo estaba confesando todo tal y como Seokjin había predicho que haría—. Y peor aún, gracias a la rata traidora también he terminado por matar a dos personas que probablemente no se lo merecían. ¿Creen que esto es gracioso? ¿Me ven riendo?

Nadie se animó a contestar, pero el silencio fue la respuesta suficiente que el hombre necesitaba. Todos estaban cabizbajos, así que Namjoon tampoco se animó a levantar la mirada. Seokjin tenía en su bolsillo el teléfono del NIS, grabando todo lo que el CEO estaba diciendo tal y como lo habían planeado. Casi sonrió, pensando en que finalmente todo se había acabado y podrían ser libres.

Sin embargo Jeonghan no estaba para nada contento.

—¡Daehyun!

Ante el llamado, el menor apareció desde la cocina cargando un bol de leche con cereales. Evidentemente no había estado preparado para que lo llamaran en lo absoluto. Casi todas sus heridas ya estaban sanadas, así que su rostro ya no se veía tan desfigurado como días atrás. Considerándolo todo se veía bastante cómodo y tranquilo.

—¿Señor? —inquirió tras tragarse una gran cucharada de sus cereales.

—Necesito que averigües quién llamó a la policía. Rastrea al desgraciado e infórmame cuanto antes, ¿está claro?

—Sí, señor, de inmediato.

El muchacho se fue por donde vino sin apresurarse demasiado, pero Jeonghan no dijo nada al respecto, casi ignorándolo luego de darle una orden tan importante como aquella. Una vez desapareció del cuarto, el CEO volvió a fijarse en todos ellos, que seguían parados como idiotas en las escaleras, esperando que dijera alguna cosa más o los dejara ir.

—En cuanto a ustedes, vuelvan a lo suyo y quien quiera que haya sido, que sepa que le aguarda el infierno —juró el hombre sonriendo de tal forma que parecía un villano de caricatura. Se le habían botado todas las canicas al fin—. Lárguense de mi vista.

Una vez en la seguridad de la habitación, la pareja se abrazó sin decir nada, pues no hacía falta, y por largos minutos solo lloraron y rieron por lo que acababa de ocurrir. Finalmente lo habían conseguido. Eran libres. Podrían volver a casa y olvidar todo el asunto para siempre.

Había sido fácilmente una de las peores experiencias de su vida, pero ese momento en el que todo estaba finalmente resuelto hacía que el dolor valiera la pena.

Ahora solo tenían que llevarle la grabación al NIS y todo se acabaría para Lee Jeonghan.

OPERATION: Decode | JinNam {Binary Code #2}Where stories live. Discover now