Capítulo 22

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Mientras buscaba el bolso que traía con mis pertenencias de Francia, no advertí la presencia de dos chicas de la cocina que me miraban titubeantes. Lo que estaba haciendo podía resultar peligroso, pero era plenamente consciente de que, si me andaba con cuidado, no pasaría nada. Los muebles estaban demasiado altos y me había tenido que subir a una silla que no era muy estable, pero era la que más cerca había. A pesar de lo mucho que pesaba, había conseguido moverla.

Seguía sin encontrar aquel bolso que me había hecho mi madre, y el solo pensar que Harry podría haberlo mandado tirar o algo así, hizo que se me nublara la vista con las lágrimas, pero también estaba enfadada. ¿Quién se creía que era?

—Bájate de ahí ahora mismo, Sienne —escuché su voz profunda acompañada de ese tono frío y autoritario de los primeros días. Me dolió que hiciera esto. El distanciamiento había sido más que evidente, pero había llegado a compadecerme de él al pensar que le había pillado de sorpresa, al igual que a mí. La diferencia era que yo aceptaba las consecuencias y él no. Probablemente pensaba que actuando como lo hizo aquellos primeros días, el bebé desaparecería.

Pero podría no estar tan equivocado si yo lograba escapar esta noche.

Me bajé tal y como pidió para que me dejara en paz. Tal vez si hacía todo lo que él pedía hasta que llegaran los invitados, me libraría de ojos extra vigilándome.

Echó un vistazo a donde seguían las dos ayudantes chivatas y, cuando cerraron la puerta de la habitación, se dirigió a mí. Yo no sabía qué esperar y estaba a la expectación, porque ya no me esperaba nada de él.

—No pienso dejar que te deshagas de mi hijo —me sorprendió diciendo. Pero ¿había oído bien?

—Te estás equivocando —le repliqué, tal vez alzando la voz más de lo necesario, pero me había puesto a la defensiva—. Te equivocas —repetí una última vez más bajo, pero no menos firme.

Él ladeó la cabeza y dio un paso hacia mí.

—Sienne, vi cuánto dudaste en decírmelo y lo mucho que has tardado. ¿Pensabas que no lo sabía? Y hoy cuando he visto tu cara al decírmelo me he dado cuenta. No querías decir nada para poderte deshacer de él sin que me enterara, ¿no es así?

Estaba atónita. No entendía nada. Si yo me había enterado hoy, ¿cómo lo iba a saber él antes que yo? ¿Había estado pensando en dejarme embarazada? De repente me sentí mareada y tuve que sentarme de nuevo.

—Tu silencio no hace más que confirmar mis palabras, Sienne —dijo con desprecio antes de darse la vuelta para salir de la habitación. Pero lo detuve.

—No llevas nada de razón —murmuré—. En absoluto.

No sabía si era la curiosidad que sentía por conocer mi versión o porque realmente esperaba que solo aceptara sus crueles palabras.

—Explícame, entonces —hablaba mientras se sentaba a mi lado.

Levanté la cara y lo miré. No quería perder detalle de cómo se arruinaba su intento de quedar como el bueno de la historia y se reflejaba en su cara.

—Me he enterado hoy —le dije firmemente—, es decir, lo sospechaba de hace unos días, pero lo he confirmado hoy. ¿Y sabes por qué no te he dicho nada?

Él me miraba fijamente esperando a que continuara, pero yo quería que contestara. Y pasaron unos segundos hasta que lo hizo.

—¿Por qué? —preguntó duramente.

—Porque no quería que me dieras a elegir quedarme aquí o la vida de mi hijo. No confiaba en tu respuesta —vi cómo le afectaron mis palabras. Entrecerró los ojos y su mirada ya no era como estos últimos días, era fría.

—Si alguna vez te he hecho daño, te pido perdón; pero ni en cien años os haría eso.

Cuando se fue de la habitación tras esa última respuesta cordial, supe que, lo que sea que había entre nosotros, se había acabado.

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora