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Capítulo XXI

Pensar que Sara había empezado a hacerse daño a sí misma me hacía sentir mal, sentía que en cierta forma era mi culpa, que si no fuera por mí probablemente no se le habría ni pasado por la mente. Perfecto lo que necesitaba una razón más para no estar vivo, creo que cada vez me estoy convenciendo más de que no debería estar en este mundo.

Baje a la cocina a tomar mi medicamento y ahí estaba el padre de Sara, ebrio y dormido en la mesa, trate de servirme agua sin hacer ruido pero fue imposible y se despertó.

-Pero miren quien está aquí, el gran y sufrido Alex, cuya vida ha sido una miseria, pobre de ti!- Gritó

- Vuelve a dormir, eres más útil así.- Le dije mientras guardaba el vaso.

Se levanto y me pego en la cara.

- A mi me respetas! – Gritó

- Respetarte? A ti?! Un gran fracasado que no pudo sostener a su familia? Que no se da cuenta que está empujando a su propia hija a la muerte?!, por favor, no me hagas reír, eres un descarado al exigir respeto.

Di la vuelta y me dirigí hacia mi habitación, me sentía extremadamente cansado de mi vida, de todo lo que estaba pasando, me sentía si fuerzas para continuar vivo, y lo peor de todo es que no me sentía lo suficientemente valiente para acabar con todo.

Tome mi teléfono y empece a buscar un contacto, marqué.

-Hola?

-Hola! Alex, me alegra que llamaras, que tal has estado? 

-Crees que podríamos vernos?- Pregunte un poco impaciente.

-Claro! Dime cuando y a que hora.

-Puede ser mañana por la tarde?

-Perfecto te espero aquí.

Colgué la llamada y me acosté en mi cama, pensaba si en realidad era buena idea hacer esto...

Fui a casa de Samanta, mientras iba de camino pensaba en que a lo mejor si madre pensaría que paso mucho tiempo allí, es decir a ella no parece molestarle pero me sentía inseguro al respecto. Toque la puerta y me abrió Samanta.

-Hola

-Hola, pasa. Quieres algo de tomar?

-Tienes tequila? 

-Claro y luego nos preparamos una lineas no?

Ambos reímos. Nos sentamos en el sofá de la sala.

-Hay un problema- Le dije en tono desanimado. -Otro más para variar.

-Que pasa? 

-Encontré a Sara en su cuarto con cortes en su muñeca. También tenia mis pastillas. Me preocupa que no sepa manejar toda esta situación.

-Has hablado al respecto con ella?

-No mas de lo necesario.

-Y que esperas? Tu sabes como se siente, la comprendes eres quien mejor la puede aconsejar.

-Realmente crees eso? Ni siquiera soy capaz de manejar correctamente mi vida. No logro resolver mis propios problemas, que incluso para algunos hasta son insignificantes, ya me ha tocado escuchar mas de una vez que lo que yo vivo no es nada comparado con lo que viven otras personas.

-Sabes que nadie puede decir que tan grandes o que tan pequeños son tus problemas mas que tu mismo? La única persona que puede decidir eso eres tu, porque las demás personas no sienten lo que tu sientes, no están en tu cabeza y no saben que tanto te esta afectando alguna situación. No hay error mas grande que decirle a alguien que sus problemas son insignificantes.

La voltee a ver y sonreí.

-Y si hablas tu con Sara?

-Como?- dijo nerviosa

-Sí, tu tienes el poder de hacer sentir bien a las personas, sabes que decir y como decirlo. Escucha sinceramente Sara me preocupa y yo se que si ella se suicida, me voy a sentir culpable. Por favor habla con ella.

-Pero... Es que ni siquiera nos conocemos, no se si le pueda molestar algo de lo que diga o se vaya a ofender.

-No te preocupes yo estaré ahí todo saldrá bien. Entonces sí?

-Esta bien, pero solo por esta vez, la próxima lo harás tu.

-Gracias.

-Cambiando de tema. Como va todo con Diego?

-Pues no lo se. La verdad estoy un poco avergonzado porque básicamente colapse en frente de él, odio que suceda pero no lo pude evitar. Y pues no he hablado con él.

-Bueno, sabes que el no te juzga, así que no te preocupes simplemente deja que las cosas entre ustedes fluyan.

-Si, supongo. Solo que todo el tiempo siento que lo voy a arruinar pero bueno.

Regrese a casa y me acosté sin comer, me sentía nervioso por mi cita de mañana...