Capitulo XX

1.3K 104 10
                                    

La mañana siguiente fue gris, en casa había un ambiente pesado, pensé en ir a ver como estaba Sara pero no la quise molestar, simplemente me vestí y fui a casa de Samanta, necesitaba hablar con ella contarle todo lo que había pasado lo de mi "madre" lo de Carlos, tenía que desahogarme, sentía que iba a explotar.

Al llegar a su casa Diego abrió la puerta. Entre nosotros tampoco iban bien las cosas.

-Entra, está en su cuarto. - me dijo

Subí hasta su cuarto, toqué la puerta y le dije

-Tenemos que hablar.

-Claro entra- dijo cerrando la puerta.

Entonces comencé a contarle todo lo que había pasado esa semana, me sentía desecho completamente, no tenía ánimos de nada solo quería que todo se detuviera, que el tiempo se detuviera, me sentía en una montaña rusa de sentimientos, sentía que en cualquier momento iba a caer.

Estuvimos hablando hasta que se hizo de noche, la mamá de Samanta me invito a cenar y yo acepte ya que la señora era insistente.

Al terminar de cenar recogimos la mesa y en la cocina Diego tomo mi mano y me llevo hasta su cuarto, cerró la puerta con seguro y se sentó en la cama.

-Tenemos que hablar - me dijo invitándome a sentarme.

-Bueno, dime.

-He estado pensando en todo, en nosotros, en el chico que te gusta y llegue a una conclusión.

-Cual? - pregunte un poco temeroso.

-Tu me gustas y mucho, amo esa forma que tienes de acercarte a mí por detrás y abrazarme, ese par de ojos negros y ni hablar de ese cabello sedoso y despeinado que tanto me enloquece, eres tierno cuando te enojas por tonterías y actúas como niño, eso, eso eres para mí, eres mi niño al que tanto amo y odiaría hacerlo infeliz, así que si en realidad prefieres irte con el otro chico no te obligare a quedarte- dijo bajando la cabeza.

-No pretendo irme con nadie, tú también me gustas y mucho y eres muy especial para mí, solo que soy un simple joven que ni siquiera se conoce a si mismo, al que le cuesta reconocer cada sentimiento, un joven que se confunde fácilmente, que no sabe diferenciar quienes realmente valen la pena.

Me acerque y lo abrace, de alguna manera estando con el me sentía aliviado, sentía que con él, el tiempo realmente se detenía, y era lo que yo tanto buscaba.

Esa noche me quede en su casa, pero a pesar de que me sentía bien estando con él, no me podía dejar de sentir, vacío y un poco solo.

Pase toda la noche pensando, de vez en cuando mis ojos se llenaban de lágrimas, al recordar ciertas cosas. Ahí estaba, tenía esa necesidad de nuevo, y no lo podía hacer no en su habitación, no estando él ahí presente.

Estaba realmente ansioso, no podía estar acostado, quería llorar, quería gritar, gritar tan fuerte que esa presión que sentía en el pecho pudiera salir de una vez, pero todo era silencio y me sentía tan impotente y miserable por ni siquiera poder dormir sin darme lastima a mí mismo.

Hasta que Diego se despertó y me vio sentado en el piso en una esquina del cuarto.

-Alex?, estas bien?

-No, nada nunca está bien- le dije sollozando

Se levanto de la cama y se sentó a la par mía

-Qué pasa? - me dijo abrazándome.

-Me siento mal, me siento destruido siento como que nada tuviese sentido, me duele... me duele tanto recordar lo que quería ser y lo que soy ahora, me doy lastima a mí mismo, nunca pensé llegar a tener todas estas cicatrices en mi piel, me duele pensar que estaría mejor muerto porque no valgo nada realmente, es duro despertar cada mañana y verme al espejo, me doy asco.

-Que dices? Pero si eres una gran persona, y para mí vales mucho, para mi eres mi universo.

-Tengo miedo

-De qué?

-De no poder ser suficiente para ti de no ser lo que esperas de que te decepciones cuando conozcas más de mí, siento que estoy enloqueciendo, hay tantas cosas en mi cabeza. Es como si mis problemas me hablaran y me recordaran que no sirvo para nada, que soy un inútil al que ni sus padres lo quieren. - No pude aguantar mas y empecé a llorar, lo necesitaba, necesitaba a Diego, aunque no quería que se llenara de todo este barro en el que estoy.

-Tranquilo, tu ya eres suficiente para mí.

Llore hasta quedarme dormido. Al día siguiente me levante temprano y me fui a mi casa sin hablar con Diego.

Esta vez esos sentimientos no se habían ido con la noche, se habían quedado ahí como si estuviera viviendo una noche interminable, necesitaba mis pastillas.

Entre a mi cuarto, todas mis cosas estaban revueltas, lo ignore y busque el medicamento, pero no estaba, fui al cuarto de Sara abrí la puerta.

Estaba acostada mirando al techo con los ojos hinchados y mis pastillas en la mesa.

-Por qué tomas esto? No funcionan

-Es un tratamiento, no una pastilla mágica- le dije tomándolas

-Yo creo que no sirven, pero lo que si sirve es la cuchilla, ahora comprendo porque lo haces.

"Cuidado con tratar de arreglar un corazón roto, te puedes cortar con los pedazos"


CutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora