Si ponía a Cassian de mi lado, intercedería por mí cuando mi padre se negara. Quizá encontraría mucho más apoyo en otros miembros de la facción a la que pertenecíamos; podría salirme con la mía.

Crucé la distancia que me separaba de mi amigo y tomé una de sus manos. Los callos de sus palmas rasparon los míos, pero no me importó; Cassian siempre había estado a mi lado, habíamos compartido mucho. Estaba segura de que no me fallaría.

—No dejes que mi padre me aparte de esto —le supliqué—. Me consumiría entre estas cuatro paredes, fingiendo ser alguien que no soy. No permitas que me suceda eso, Cass... No permitas que desaparezca.

❈ ❈ ❈

Mis botas cayeron pesadamente sobre el lecho de tierra y piedras que había en aquella entrada. Cassian me había ido a buscar aquella misma mañana, después de que consiguiera convencerle de que me ayudara a defender mi idea frente a mi padre; mi amigo había enviado un mensaje a las cuevas para informar de nuestra llegada... y de que solicitábamos un encuentro con nuestro líder de facción.

Sabía que aquel mensaje llegaría a los oídos de mi padre, que estaría allí para cuando nosotros llegáramos, dispuesto a apartarme de nuevo. Dispuesto a empujarme a una vida en la que no encajaba.

No soñaba con encontrar al hombre de mis sueños y formar una bonita familia, con niños corriendo por el patio de mi pequeño hogar, aguardando a la llegada de mi esposo; no soñaba con entregarme a un hombre, cediéndole las riendas de mi vida, de mi futuro.

No, yo soñaba con venganza.

Y no descansaría hasta que la obtuviera.

Avancé unos pasos, valiéndome de la luz que se colaba desde arriba, antes de que Cassian se dejara caer por aquel hueco, aterrizando a pocos metros de donde estaba detenida.

—Va a ser un día interesante —auguró.

Sonreí ante su comentario.

Esperé hasta que llegó a mi lado para que camináramos a la par, internándonos en los laberínticos pasillos que recorrían la ciudad por debajo. Pronto nos vimos inmersos en la oscuridad, tanteando lo que nos rodeaba con las palmas de la mano; rozándonos el uno al otro mientras avanzábamos a oscuras.

Decidí romper el silencio que nos acompañaba:

—¿Qué tal os fue a Neeja y a ti durante la Rajva?

Escuché a Cassian aclarándose la garganta a mi lado. En los años de amistad que llevábamos, había sido una fiel oyente de los problemas de amor de mi amigo; no me molestaba que me hablara de otras chicas, y no dudaba en dar mi opinión cuando creía conveniente.

Sin embargo, una parte de mí tenía miedo a que llegara una mujer que consiguiera meterse bajo la piel de Cassian. Una mujer que lo alejara de mí para siempre, dándole lo que anhelaba: una familia. Su propia familia.

Dimos unos pasos sin que mi amigo me brindara una respuesta.

—Nos lo pasamos bien —supe que no había cuajado que, como muchas otras, Neeja había sido la diversión de una noche de mi amigo—. Fue... entretenido.

Intenté darle un codazo a pesar de la negrura que nos rodeaba.

Mi codo impactó con algo y el quejido de mi amigo confirmó que había cumplido con mi propósito.

—¿Otro corazón roto, Cass? —le pinché—. No vas a dejar ni uno solo intacto, amigo.

—No puedo arriesgarme a involucrarme con ninguna de ellas, Jem —la repentina confesión de Cassian hizo que la culpa volviera a retorcer mi estómago—. Aunque ninguna haya llamado mi atención de ese modo.

EL TRAIDOR | EL IMPERIO ❈ 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora