Acababa de guardar su laptop y otras cosas bajo la cama cuando alguien golpeó la puerta un par de veces con bastante suavidad. Seokjin se acercó a abrirla y se topó con la misma mucama de antes, quien era al menos unos veinte centímetros más baja y que miraba a Jin como si fuera el mismísimo dios. Tras murmurar que todos estaban invitados a cenar en el comedor, se marchó a pasos apresurados, probablemente para seguir con sus quehaceres.

—Si no quieres ir no pasa nada, te traeré algo de comer en mis bolsillos y diré que te sentías enfermo o algo —ofreció Jin tras cerrar la puerta. No se veía muy tranquilo, pero al menos lo sonaba—. No dudo que esto será desagradable.

—No, iré contigo —negó Joon levantándose del suelo para acercarse al mayor. Con cuidado entrelazó la mano con la de él y sonrió como pudo—. No voy a dejarte solo.

Estuvo a punto de arrepentirse de su decisión en cuanto se fijó en la disposición de la mesa en el comedor. Era larga, lo suficiente para servir a unas dieciséis personas, estando Jeonghan en una punta y su mujer, a quien veía por primera vez, en otra. Era una mujer bastante más joven que Jeonghan, de cabello rojo oscuro y porte elegante.

El resto de los asientos a los costados estaban tomados por los socios, pero como eran los últimos en aparecer, de nuevo, la disposición los había obligado a sentarse junto a Jeonghoon o más bien, con Namjoon entre el heredero y Seokjin; demasiado cerca del CEO para su gusto, pero solo se sentó sin decir nada.

Pensó que el líder de todo este grupo de empresarios diría algo antes de comer, pero solo indicó con un gesto para que todos se sirvieran y empezaran y la siguiente hora prosiguió en silencio, probablemente porque nadie se animaba ni a cuchichear por temer verse incluso ligeramente sospechoso. La única persona que hablaba de vez en cuando era la madre de Jeonghoon, para regañarlo por sentarse incorrectamente o para pedir que le pasaran alguna cosa.

Aunque intentaba por todos los medios disimularlo, lo cierto era que le costaba un poco no reaccionar cada vez que el hijo del CEO lo tocaba bajo la mesa con el pie o rozaba su mano en lo que pretendía tomar algo de la mesa y parecidos. Llegó un punto en el que sus saltitos en la silla llamaron la atención de Seokjin y el resto más cercano y ocurrió lo impensable.

Seokjin dejó caer deliberadamente el tenedor bajo la mesa y tras murmurar que lo levantaría, se inclinó y metió bajo la mesa. Pasaron algunos segundos en el que no escuchó ni sintió al mayor, pero su presencia fue reafirmada cuando Jeonghoon gruñó de dolor a su lado y se mandó una mano hacia abajo, para sostenerse un pie. Tuvo que contener una risa; Jin lo había apuñalado en el pie con el tenedor, claramente.

—Estos cubiertos de ahora son muy resbaladizos —comentó Jin volviendo a sentarse y enderezándose en su lugar como si nada hubiera ocurrido—, pero tengo que admitir que tienen el filo adecuado.

Nadie hizo caso a su comentario, obviamente tomándolo como algo totalmente casual y ajeno a la situación, así que la cena siguió su curso sin mucho lío, con Namjoon finalmente estando libre de las travesuras del hijo del CEO.

Una vez terminada la cena, Jeonghan golpeó la mesa con una mano y se puso de pie, llamando la atención de los presentes al instante. Con una sola mirada asesina hizo que todos sus empleados se marcharan tan rápido que casi tiraron todo lo que tenían en el camino o en sus manos. Tras cerrarse la puerta que daba al salón, nadie se atrevió a apartar los ojos de Lee. Su hijo lucía casi divertido en su lugar, mientras que su esposa parecía totalmente inafectada, como si estuviera acostumbrada.

—Dejemos algo claro, señores. No están aquí para vacacionar o pasarla bien, todo se trata de negocios —recordó recorriendo la mesa con la mirada, por algún motivo posándola por mucho más tiempo en Jin—, o más bien, para encontrar a la rata traidora.

»Todos deberán estar en sus habitaciones para las once y no tienen permitido deambular o rebuscarse entre las cosas de la casa —citó finalmente volviendo a sentarse—. Cualquier actitud sospechosa tendrá su castigo y seré severo con esto. Empezaremos el día todos los días a las siete con el desayuno y empezaremos a trabajar a las nueve. No permitiré retrasos ni excusas. Pueden retirarse.

Al recibir el permiso, todos se levantaron y salieron lo más rápido posible, exceptuándolos a ellos y a la familia Lee. Namjoon hubiera preferido marcharse también, pero Jin no hizo amague de moverse, incluso cuando ya se había levantado de su silla, permanecía de pie con la mirada perdida en el centro de la mesa. Quería urgirlo pero tampoco quería alertar a Jeonghan de nada, que los miraba con una intensidad casi asesina.

—¿Revisaste lo que te dije? —inquirió Jin sin fijarse en el CEO.

El silencio se extendió por un rato.

—Estoy en ello. Gracias, Jun. Que tengan buena noche.

Contuvo un suspiro. Finalmente podrían esconderse en la habitación y relajarse por lo menos un instante. Estaban ya avanzando hacia la puerta cuando su teléfono empezó a sonar, haciendo eco en el silencio del gran comedor. Se detuvo en seco y lo sacó del bolsillo, fijándose que era Taehyung y tomó mucho aire: era mejor no contestar.

—¿Y? ¿No vas a contestar? —preguntó Jeonghan entonces, cruzando las manos con los codos sobre la mesa. Era el peor momento para que eso ocurriera—. Es más, ponlo en altavoz, no nos molesta. Ahora que estamos todos juntos en esto debemos confiar en nosotros, ¿no es así? Adelante, Minjae.

Se fijó en Jin por unos segundos y éste asintió casi imperceptiblemente con la cabeza. No podía creer que estaba a punto de sacrificar aquello que más le importaba por la puta misión. No de nuevo. No podía poner a Taehyung en la línea de fuego otra vez, estaba cansado ya de tener que pasar por situaciones similares, su hermano no se lo merecía en lo más mínimo y definitivamente no había firmado para eso.

En contra de toda su lógica, Namjoon contestó y puso el teléfono en altavoz. La voz de Taehyung le llegó al instante.

¡Hasta que contestas, madre mía! —se quejó el menor. Había un tono algo molesto en su voz, cosa extraña en él—. ¿Por qué no avisaron que volvería a Dobong?

Obviamente hablaba de Jungkook, pero por suerte no había mencionado su nombre.

—¿Te refieres a Seyoon? Supongo que se nos olvidó —una vez le había explicado a Taehyung lo de los nombres de en cubierto, pero eso no le garantizaba que no metería la pata—. Junseo y yo estamos algo ocupados, después de todo.

—Y Minjae anda muy preocupado por ti, también —añadió Seokjin, quizás para informarle al menor de su nombre falso.

¿Estoy en altavoz? Eso es raro —admitió Tae calmando su tono, pero ahora sonando preocupado o asustado—. En fin, solo iba a decirte eso. Los extraño. Ahora iré a dormir.

—Sí, descansa —terminó Namjoon cortando la llamada y guardando el teléfono lo más pronto que pudo. Jeonghan tenía aún los ojos en ellos, principalmente en él.

—¿Quién era? —preguntó con un tono neutro.

Volvió a mirar a Seokjin. En sus ojos vio que le estaba pidiendo que dijera la verdad.

—Mi hermano menor —soltó con dificultad. Esto ya se estaba yendo a la mierda.

—Ah, ¿vive en Dobong? —el interés de Jeonghan lo enfermaba, pero no pudo hacer nada más que asentir—. Ya veo. Bueno, me alegro de que tengas una familia cercana. Descansen, caballeros.

Namjoon no podría conciliar el sueño ahora que Jeonghan sabía de la existencia de su hermano y peor, dónde podría buscarlo. Las probabilidades de que lo encontrara solo con esa información eran casi nulas, pero no por eso podía relajarse. Si no podía proteger a Taehyung, ¿realmente todo el esfuerzo valía la pena?

Sabía que sus amigos eran muy capaces de defenderse, pero había cosas que ni siquiera un grupo de chicos con entrenamiento militar podía hacer. Demasiadas vidas corrían riesgo y lo peor era que no podía hacer nada para evitarlo.

OPERATION: Decode | JinNam {Binary Code #2}Where stories live. Discover now