siete;

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Cuando se levantó al día siguiente, todo su cuerpo gritaba de dolor. Lo sabía perfectamente: había enfermado por ser la retrasada que no mira el parte del tiempo y ahora se encontraba muerta en su habitación, luchando por respirar de alguna manera.

Había merecido la pena aquella tarde. Haber conseguido las bases para crear un grupo y llegar a ensayar un rato era más de lo que había imaginado nunca.

Ahora soñaba con ponerse buena antes del fin de semana, ya que habían vuelto a quedar para seguir practicando. Necesitaban crear una conexión para que todo el trabajo fluyera, la cual no existiría nunca si seguía sin levantar el culo de la cama. 

Debía moverse, ir a clase y hacer cosas de persona normal que no estaba al borde de la muerte, pero era misión imposible. Fue intentar levantarse y caer de nuevo, soltando un quejido del dolor. No le quedaban fuerzas ni para seguir viva, podía darse también porque acababa de despertar.

La razón por la que no seguía intentando dormir era porque alguien le estaba llamando al teléfono y no era la primera vez en aquella mañana. Si tuviera fuerzas, atentaría contra esa persona sin ni siquiera dudarlo.

Tuvo que moverse para agarrar el teléfono, soltando un quejido en aquel corto movimiento, y rezar para que pudiera descolgar la llamada antes de que aquel pesado colgara.

— ¿Qué quieres? —gruñó congestionada, doliendole después la garganta.

—Buenos días, Jirou; aunque parece que los tuyos no son muy buenos. Hacía mucho tiempo que no hablábamos y me apetecía llamarte aunque creo que no es el m-

—Está bien, está bien. Sólo estoy un poco constipada, creo —contestó mientras le daba al botón de altavoz y volvía a tumbarse boca arriba.

—No vas a ir a clase, ¿verdad?

—Obviamente, señor evidente. —Puso los ojos en blanco—. No quiero contagiar a mis compañeros.

—Yo tampoco voy a clase hoy. No tengo hecho el trabajo que debíamos entregar, así que debo correr para acabarlo.

— ¿Y por qué me llamas si deberías estar con eso? —Escuchó por el otro lado del teléfono como varios objetos caían al suelo, pero lo pasó por alto.

—He puesto el altavoz.

— ¿Y si hubiera estado en clase?

—No lo hubieras cogido y estaría aburrido. Menos mal que vienes a salvarme, Jirou.

—No sé nada de ti en semanas y me vienes con esto —murmuró clavando la vista en el techo blanco de su habitación.

— ¿Qué tal lo del grupo? No nos has contado nada más. Ayer estuve hablando con Sero del tema.

— ¿Y por qué habláis de mi? ¿No tenéis nada más interesante de que hablar?

—Porque eres la chica del grupo y debemos protegerte.

—Eres retrasado. —Bramó antes de comenzar a toser.

Kaminari se quedó en completo silencio, escuchando como ella estaba a punto de soltar un pulmón por la boca. Lo bueno de aquella llamada era que, si moría mientras hablaban, podía avisar a alguien.

—Lo siento —dijo mientras se secaba las lágrimas.

— ¿Estás tomando algo pa-

— ¿Por qué hablabais de mi? —Contraatacó de nuevo, evitando tocar el tema medicamentos ya que no quería confesar que era incapaz de tragarse una pastilla.

—Porque eres nuestra amiga y nos preocupamos por ti; y queremos saber como va el grupo.

—Bien. —Se limitó a decir por no darle más información.

Conectados; KamijirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora