Capítulo 12

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Durante los años de entrenamiento para aclimatar su cuerpo fue necesario largas sesiones en medio de bajas temperaturas, no importaba que tanto su hermano como él fuesen futuros monarcas, mientras vivía su padre imperial los entrenó bien bajo las órdenes no de un emperador sino de un guerrero del ejército real, debían ser dignos de ganarse una espada y un escudo, de fortalecer su cultivo para que algún día el más frío invierno solo llegase como una brisa a su cuerpo, indolora e insípida, no importó el duro entrenamiento si los resultados serian favorables, con la alta disciplina de Lan wangji fue sencillo adoptar ese pensamiento casi al punto de convertirse en su mantra diario.

Después de esos años de recuerdos memorables pero dolorosos solo quedaba eso, un buen entrenamiento y un recordatorio de que su padre había ascendido a otro plano hace tiempo, con su memoria latente en su hijo menor y la esperanza de poder abarcar solo un poco de la magnificencia que fue en vida, como emperador.




Las dudas atormentaron al segundo príncipe, ahora heredero en los días de meditación, la amenaza latente de Wei Ying a sus espaldas, en posición de loto sobre una roca al igual que él restó importancia al momento de meditar, abrir su mente y dejar fluir cada pensamiento al ritmo de la cascada que caía a solo un par de metros de ellos, pensamientos fugaces, ridículos, inexplicables y banales que poco a poco se ralentizaron hasta que, fue palpable para Lan Zhan, evocarlos como un recuerdo tan vivido que por unos instantes olvidó que solo eran espejismos de sus propios deseos, de su mente encarcelada en sensaciones.

Pero ahí estaban. Los días de infancia como un niño curioso y precavido más que por miedo a lo desconocido, siguiendo los mismos pasos de su hermano, con pisadas más firmes que solo se dirigían a la habitación real donde su madre emperatriz descansaba, las criadas siempre decían eso, la emperatriz consorte descansando de deberes reales que ninguno de los infantes sabia ¿Por qué decirles algo a un par de críos mimados? Escuchó más de una vez la misma pregunta odiosa y aunque desconocía el contexto con solo cuatro años de edad lo supo, supo que era algo malo.

¿Por qué debía ser malo querer ver a su madre? A pesar de ser un deseo arrastrado de su hermano mayor, si él era feliz viendo esa mujer entonces Lan Zhan lo seria también. Y por esa misma razón, con su cuerpo regordete y pasos de pato fuera del estanque logró escabullirse un día a la habitación imperial, tan esperanzado que en algún punto perdió el equilibrio en un segundo y al siguiente se incorporaba con nuevas energías de llegar hacia la cama, con las emociones de su hermano y suyas.

Solo en ese instante comprendió cuanto extrañaba a esa mujer, "su madre imperial"... Su mamá y al mismo tiempo, al correr la tela del dosel que cubría su visión hacia la cama descubriría que seguiría extrañandola hasta que enterrara ese fragmento de memoria.

La decepción de ver una cama vacía.


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Lo que se presumió ser el segundo día de meditación el avance fue progresivo, de la niñez a la adolescencia, con un cambio significativo en su físico detallando con honor las facciones de la dinastía Lan entre la belleza y el buen porte tanto él como Lan XiChen sobresalieron entre sus predecesores en temas estéticos, Lan Huan llevando la delantera por su impecable sonrisa que lograba trasmitir tranquilidad al pueblo. En cambio él... ¿Qué era él? El segundo príncipe, de semblante estoico, muchas veces confundido en arrogancia pero vilmente calumniado por su aparente prepotencia, sin embargo, lo que menos pudo definir a Lan Zhan fue la prepotencia, ni siquiera la diferencia social por el simple hecho de importarle poco, porque no, HanGuang-jun no era toda dulzura y amabilidad, sólo se desligaba de cosas sin importancia.

Intransigente | Mo Dao Zu Shi |Where stories live. Discover now