Familia... ¿Infeliz?

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Simone y Jorg llevaban cinco años siendo novios. No eran una pareja apasionada, no se amaban más de la cuenta, sólo lo justo y necesario cómo para serlo, y a veces ni siquiera eso. A veces su relación se sostenía sobre los pilares de la costumbre. Eran novios porque siempre lo habían sido, y porque, así como estaban, estaban cómodos.

Simone se percató de que a lo lejos oía un llanto. ¿Era real o estaba imaginándolo?

-Jorg... – Este no la oía llamarlo, estaba vencido por el sueño. – Jorg... despierta. – Un suspiro salió de la boca de su pareja, ahora si que la había oído, pero procuró hacerse el tonto y seguir dormido. Simone se comió la actuación, y cómo Jorg solía tener un sueño pesado, comenzó a zarandearlo de un lado a otro, sin importarle ser suave. Se había dado cuenta de que el llanto que escuchaba era real.

-¿Qué sucede? – Preguntó, girándose y quedando boca arriba. El sabía que sucedía, pero no tenía ni la más mínima ganas de levantarse a arropar a su bebé.

-Está llorando de nuevo... – La mujer encendió el velador, sentándose en la cama y frotando sus ojos, apenas había dormido dos horas, no podía más de lo exhausta que se sentía. Si lograba dormir dos horas seguidas por día era mucho.

-No lo está. – Dijo Jorg en completa negación y sabiendo perfectamente que su hijo si estaba llorando, porque su hijo era un bebé muy llorón, y era lo normal, pero no quería hacerse cargo de él, era normal que llorara un bebé de cuatro meses, pero este bebé lloraba más de lo que él consideraba normal y aceptable.

-Jorg... por favor, ya fui dos veces yo, sólo te pido una mano...

-Deberías dejarlo llorar un rato para que aprenda.

-¿Estás hablando enserio? Es un bebé, es tu hijo.

-Y te estoy diciendo que mi hijo llora demasiado, no lo soporto Simone. – Silencio. Ninguno de los dos dijo nada, ni siquiera ella, porque en el fondo, hasta ella creía que no tenerlo sería un alivio.

-¿Y si es Tom?

-Nunca es Tom.

-Puede ser Tom. Puede que tenga hambre y...

-De acuerdo, de acuerdo, tranquila, voy a fijarme. Vamos a necesitar una niñera de seguir así.

Jorg abandonó la habitación cerrando la puerta de un portazo. Simone se molesto con esa actitud, quizá con ese portazo agresivo y ruidoso había despertado al mayor de sus hijos, pero ignoró el sentimiento y se concentró en disfrutar el hecho de que por fin había logrado que el padre de sus hijos quiera hacerse cargo de al menos de uno de ellos sólo por una vez.

Simone y Jorg, eran una pareja que habían estado desde siempre, se querían, pero lo justo y suficiente, eran pareja por comodidad, por costumbre, y no, no habían buscado tener hijos, pero así paso. Y no sólo tuvieron uno, sino qué tuvieron dos. Tuvieron dos gemelos varones fuertes y sanitos. Eran unos bebes hermosos. El mayor se llamaba Tom, y el menor, Bill.

Los gemelos habían llegado a sus vidas para ponerla patas para arriba y esa costumbre y comodidad que hacían que la pareja siguiera junta, estaba desapareciendo, porque, no hay nada de cómodo en tener dos gemelos, si en especial uno de ellos pareciera tener cómo hobby llorar a todas horas sin parar.

El llanto aturdía sus oídos, y Tom acabo por despertarse, movía sus ojos siguiendo a su padre de un lado a otro, era un bebé de cuatro meses, no entendía nada, tampoco veía nada, estaba desarrollando la capacidad de ver formas, y reconocer objetos. Tom sólo podía reconocer el latido del corazón de su mamá y su olor, quién lo tenía en brazos, y se sentía seguro y feliz en ellos, pero el bebé también podía reconocer otra cosa, a su hermano. Le escuchaba llorar, y Simone no sabía si era porque eran gemelos o qué, pero Tom siempre se ponía ansioso e incomodo cuando su hermano lloraba tan desgarradoramente.

-No se calla Simone... ¡dios! ¡¿Qué se supone qué debemos hacer?! – Gritó Jorg sacado de sus casillas, y cómo para no, tener el llanto de un bebé en tu oído por más de veinte minutos volvía loco a cualquiera. Simone apretó a Tom en sus brazos, y le besó su cabecita.

-No lo sé... Jorg... no se qué hacer...

-¡Bill bebé! – Dijo Jorg, alzándolo hasta arriba, el bebé se retorcía llorando, estaba rojo. – ¡¿Puedes parar de llorar así?! ¡Por favor bebé! – Como Jorg estaba al borde de la locura, pero no estaba loco, bajo a Bill continuó caminando de un lado a otro, meciéndolo y cantándole para que se callara.

-Vamos a tener que llevarlo al doctor... quizá esta enfermo... algo está mal con él. – Simone lloró, y Jorg se odio a si mismo por no saber cómo consolar a la madre de sus hijos, ignoró sus lagrimas por el bien de su mente. Y le encajó el biberón a Bill en la boca, por supuesto que el bebé no tomó nada de leche y continuó llorando. Porque él nunca paraba de llorar, nunca.

Simone y Jorg intercambiaron miradas angustiadas.

Algo andaba mal con su hijo menor, con Bill.

Desde que habían nacido, Bill y Tom, habían sido bebes normales, normales físicamente, en el chequeo con los doctores, y demás. Pero... Bill... Nunca paraba de llorar.

Los meses pasaron, los estudios médicos dieron todos perfectos y Simone y Jorg nunca pudieron saber porqué demonios su hijo lloraba de esa manera.

Al año de los gemelos, sus oídos ya no le escuchaban llorar, los llantos de su hijo menor eran inaudibles para su cerebro, ya no los procesaban. Y de por si Bill, había dejado de llorar hora tras hora. Ahora lloraba sólo por las noches.

Los gemelos crecían normal, neurológicamente, y biológicamente hablando. Sanos en todos sentido. Pero... a la hora de los juegos, Bill sólo jugaba con Tom, y solía esquivar a todo aquel que busque relacionarse con él. Bill parecía no registrar a nadie, sólo a Tom, en cambio Tom, era un niño más que normal, sonriente, feliz, tranquilo, todos en la familia amaban a Tom, los tios, abuelos, ¡Incluso los vecinos! todos. Pero Bill... era otro caso, era muy cerrado, y de separarlo de su Tom, lloraba a todo pulmón. Cosa que sus padres querían evitar a toda cosa, por lo que simplemente los dejaban juntos.

La pareja no entendía qué era lo qué ocurría con su hijo menor con respecto a Tom. Y cada vez que preguntaban, sea quien fuera la persona que respondiera, siempre obtenían la misma respuesta.

"Es normal, es porque es el menor de los gemelos, suelen tener un vinculo extraño, con el paso de los años se irán alejando y Bill va ser un niño feliz y tranquilo." 

Era lo que todos repetían una y otra vez. Qué si Bill se comportaba extraño lejos de Tom, era porque eran gemelos. Repuesta que resultaba más que suficiente para Jorg, para él con esa respuesta bastaba, si Bill era jodido, era porque era un gemelo, y porque era justamente el menor de los gemelos. Debía dejarlo junto a Tom y listo. Pero para Simone... eso no bastaba, no sabía si era el instinto de madre o qué cosa era que se movía dentro suyo, algo le decía que era algo más. Qué algo no estaba bien con su hijo, que Bill no era normal, no podía ser normal. Era muy arisco para ser un bebé de dos años. Pero su mente, reaccionaba al igual que su pareja, debía aceptar que quizá era porque tenía un hermano gemelo. No era un consuelo que le funcionara, pero era el único que tenía.

¿Qué había de mal en su hijo menor? 

-Fear-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora