Decisiones

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Tom dormía con gato desde que Bill paso semanas en la clínica, y luego fue derivado a la parte de psiquiatría. Dos semanas de pelea judicial por parte de Simone para lograr que nadie se lleve a su hijo. 

Marilina abogo por ella, Gordon también, y Tom al escuchar como se hablaba en su casa de búsqueda de testigos, nada le hacia sentir más excluido y abandonado que el que hecho de que nadie lo llamó a él. Nadie estaba cuidando de él, nadie estaba ayudándolo con la tarea y tampoco se juntaba con su amigo Andreas. Tuvo que faltar a la escuela un par de días. 

Homero, y él, dormían juntos. Su gato era su única compañía. 


Tres semanas después. Su hermano volvió a casa. 


—¿Cómo estas? —Dijo Tom, despertando a su hermano, que por primera vez en muchos largos días se levantaba por demás de tarde. Bill se incorporó en su cama, sin salir de las sabanas, Tom se sentó en chinito frente a él. Su hermano lucia ojeroso, pero su piel era otra cosa.

—Estoy bie...'

—Tu piel se ve muy linda. —Toco su mejilla. —¿Te dieron algo?

—No sé. 

—¿Y que pasó?

—¿Con que?

—Con vivir acá. —Bill revoleo los hombros, haciendo entender que no tenia ni idea. 

¡Miaau! —Maulló el gato, empezando a ronronear y saltando sobre el regazo de Tom. 

Bill se quedo tieso, con la mirada fija en el gato. 

Por mas que Tom le insistió, el no pudo acariciarlo, y por mas que se quejó con su mamá, Bill se volteo para volver a dormir. 

Tom no entendía, era casi la noche y Bill seguía durmiendo. Gordon le dijo que tenia que reponer fuerzas, pero Tom no lo entendía, el quería que todo volviera a la normalidad, y jugar con Andreas y Bill a lo que fuera. 

Los días pasaron y Bill volvió a la escuela. 

[...]


—¿Viste a Bill? —Andreas señaló la casa. —¿Cuándo se fue?

—Dijo que iba al baño. —Ambos siguieron jugando al vóley, pero era aburrido si solo eran dos personas. 

Los minutos pasaron, y Tom sintió una molestia en el pecho. Algo no estaba bien. 

Corrió puertas adentro. 

Un aire turbulento y nauseabundo le llego a sus pulmones. Un olor raro, nunca había olido eso antes. Corrió de la cocina al living, del living a su habitación, hasta que vio la zapatilla de su hermano sobresaliendo del baño. 

Su pecho comenzó a sentirse raro. Algo le molestaba, y algo le daba miedo. Pero... ¿Qué?

—¿Bill?..— Le llamó. Y aunque quería correr por su mama, había algo que le hizo no hacerlo y decidió acercarse al baño. —¿Bill?— Este seguía sin responder. 

Cuando por fin logró asomarse por debajo del Umbral, entendió a que se debía el olor. 

Su hermano yacía pálido, contra la pared, cubierto de sangre. Homero se encontraba sobre sus piernas. 

El gato estaba abierto a la mitad. 

Su diminuto cuerpo no paraba de chorrear sangre por los azulejos del baño. Bill seguía quieto, no parecía estar presente, no pestañeaba, y no lo veía, pero tampoco se movía. 

Tom comenzó a llorar, vio cerca del inodoro el cuchillo bañado en sangre y junto a él, un tarro. ¿Qué era eso?

Su cuerpo comenzó a temblar y rompió en llanto. Se tiró al suelo y le arrebató el gato a Bill, quien parecía mirarlo pero seguía sin estar presente. 

¡Nonoonononono! ¡NO! —Gritaba Tom, cubriéndose poco a poco de sangre, lo soltó, cayendo en la cuenta que abrazaba un gato muerto, y se abalanzó sobre su hermano.— ¡¿Qué hiciste?! ¡¿Qué mierda hiciste?! 

Tom sujetó a Bill se su rostro y le gritó a la cara lo más fuerte que pudo y lo único que sentía en ese momento: Odio. 

Bill podía ver como su hermano lo empujaba y le gritaba cosas, sus labios se movían pero no escuchaba que ningún sonido saliera de ellos. 


pum-pum...pum-pdum...pum-pdum


Bill no paraba de escuchar su corazón, miró el frasco de pastillas, las cuales había terminado. Quería más. ¿Tal vez Tom sabia donde había más? Levanto su mano para agarrar aquel frasco, pero con su gemelo encima gritándole no podía alcanzarlo. Tom, se percató de sus movimientos, dejo de gritar.

—¡¿Para que quieres eso?!— Tom no lo entendía, no lo entendía. ¿Y eso? ¿Y eso que era? 

— ...¿Que es... qué...—Le costaba hablar, su garganta le impedía hablar con claridad. — Que-e

—La doctora le dijo a mama que si me sentía mal debía tomarlas. Pero mamá no estaba, y necesitaba silencio.


pum...............pum............pum-pdum..........pum-...................pdum


Su corazón pareció latir cada vez más y más lento.  


Aghhh....—Se quejó Bill llevando su mano a su pecho mientras perdía la vista poco a poco. 


Gordon encontró todo el desastre. Le costó horrores calmar a Tom. Bill parecía haberse desmayado. Y el gato estaba muerto. Debieron darle una medalla de honor, o quizá otorgarle el papel de superhéroe, pero no fue así, incluso a pesar de que logró: limpiar el baño, limpiar a los niños, enterrar el gato, llevar a Andreas a su casa, y por sobre todo, calmar a Tom, en menos de dos horas, nadie iba a reconocérselo.

Bill rozaba la inconciencia para luego volver a desmayarse, volvía para irse. 

A Gordon no le costo nada atar cabos, Bill se había tomado todas sus pastillas para dormir y gracias al cielo, solo quedaban 3. Por lo que Bill no podría hacerse daño con esa cantidad. 

Contárselo a Simone fue sin duda lo más difícil de todo. 

Eso y convencerla de llamar al padre de los niños, y pedirle que se lleve a Bill. 

Simone dejó de dormir con él,  pero no rompieron su relación. En el fondo, sabia que si Bill había matado a un gato, podía hacer cualquier cosa. Por lo que mandarlo con su padre biológico era la única opción. 

Tom no volvió a la psicóloga. 

Jorg pasó por su hijo, nadie le dijo que había ocurrido, poco le importaba, él por las dudas, no hacia preguntas. Tampoco tenia interés en ver a su otro hijo. Lo que menos quería era tener problemas legales, y mucho menos pasar alimentos. 

"Mejor hacerse cargo de uno, que de dos."  Pensaba. 


Bill y Tom se separaron. 

-Fear-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora