¿Alguna vez han sentido que todo lo que aman desaparece de un momento a otro?
Eso fue lo que le paso a Nadeshiko Hatare quien desde muy pequeña fue despojada de todo lo que amaba y sufrió en carne propia la perversidad de los villanos.
Lo único que...
-¡Oh Iroha! -exclamó feliz una de las enfermeras- hoy llegaste un poco más temprano
-Si... - dijo mientras se ponía la bata-
-¿Te enteraste?¡¡Hoy hubo un ataque en la USJ de la UA!! ¿Conoces la UA verdad?
Asintió con la cabeza mientras continuaba cambiándose
-Hace poco trajeron a un héroe profesional muy mal herido, al parecer los villanos se infiltraron y tuvo que pelear con ellos. Pobrecito
-Me iré adelantando, adiós
-¡E...E...Espera! -gritó haciendo que la menor detuviera su andar- Yo, bueno... me preguntaba si hoy podrías ayudarme, ¿sabes? no soy muy buena con los niños y quizá el que tú estés conmigo ayude a que me hagan caso -dijo sonriendo tímidamente
-Lo siento... hoy tengo otra cosa que hacer, adiós -contestó continuando con su camino.
(...)
-Habitación 400... que coincidencia -pensó mientras se detenía a fuera de dicha habitación, respiro profundamente y abrió la puerta rápidamente-
Para buena suerte de la ojiazul no había ninguna enfermera dentro, solo el cuerpo del pelinegro con los ojos vendados.
Lentamente se iba acercando hacia la cama donde descansaba quien antes era conocido por ella como su hermano, inspeccionó rápidamente su cuerpo para identificar dónde estaban las heridas.
Cada que veía una herida profunda no podía sentir un dolor en el pecho que ella misma no se explicaba por qué le sucedía después de todo ella ya no sentía el cariño de antes.
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Luego de identificar todas las heridas se dispuso a iniciar con su curación, tomó la pequeña navaja que llevaba con ella y, haciendo un pequeño corte en su mano, cubrió de su sangre las heridas rogando porque no se despertara.
Trataba en lo más mínimo de mover bruscamente el cuerpo y claro, de no hacer ruido.
-Era una prueba... -pensó- era obvio, si hacía algún movimiento sospechoso ella no hubiera dudado en matarlo -dijo mientra recordaba lo que dijo Miyori en el techo de aquella institución "Vamos, ¡salta y sálvalo!"
-Eso es todo al parecer -se dijo a sí misma cuando se dió cuenta que ya no faltaba otra herida, pero sus ojos se posaron en la venta que cubría su rostro, de seguro ahí había otra gran herida que faltaba por curar.
Cayó en cuenta que si lo sacaba podría ser descubierta, pero si no lo hacía puede que aún haya algo que pueda hacerle daño con el paso de el tiempo.
Cerró los ojos para tratar de calmarse y con un leve temblor en la mano que no estaba lastimada, se propuso a quitar la venda hasta que un fuerte pero a la vez cálido agarre la detuvo.
