11. Mensaje

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Luego de mover ciertas cosas de su casa (dejando la gran mayoría atrás) y ponerlas en un rincón del almacén, decidió hacer una limpieza al mismo para luego acomodar los objetos.

—Creo que —dijo, con agitación en su voz, mientras se apoyaba en el palo de la escoba y contemplaba su progreso— está quedando bien.

—Estuve investigando sobre sus actos heroicos en internet, señor Smith —comentó Vix, la inteligencia artificial.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué dicen los medios? —preguntó con falso interés. Tiró la escoba y tomó una botella de agua mineral para luego destaparla y beber de ella.

—Dicen que usted se ha vuelto un símbolo. Un símbolo de esperanza —respondió.

—Sí... Ya lo suponía —Dejó la botella en una mesa y avanzó hacia la vitrina donde reposaba en traje táctico de su padre.

—Usted no lo entiende. Ellos depositaron su fe en usted, señor Smith —aclaró Vix.

—No me digas así, ese era mi padre —reclamó—. Sólo dime Alex. Y no, no soy aquello. Ya no —Posó la palma de su mano derecha en la vitrina y suspiró-. Ahora es personal. Ahora será por venganza —No volvieron a hablar del tema, sólo lo dejaron ahí.

Alexander lo había tomado personal desde la muerte de su padre. No creía que en serio se había marchado de este mundo, pero así era. Y ahora él pensaba que debía vengar su muerte a como dé lugar, tal y como lo prometió.

Después de limpiar y ordenar todo, decidió que ya era momento para volver a salir a la luz. Después de todo, se lo debía a su padre.

—Vix —mencionó a la inteligencia artificial—, es hora.

—¿Hora de qué, señor? —preguntó con intriga.

—Hora de una actualización —sentenció.

Pasó un día entero revisando el traje de su padre, Vix le explicó más o menos cómo funcionaba. Y Alex con dedicación hizo una máscara que tapara todo su rostro hasta finalizar en el cuello. Era azul marino, con dos agujeros en donde estarían los ojos; los agujeros los tapó con lentes que se veían negras por fuera, pero perfectamente trasparentes por el que las usará.

En la noche decidió usarlo por primera vez, todo el conjunto. Se calzó el traje de su padre junto a su máscara diseñada por él mismo. Se vio en un espejo y miró detenidamente cada aspecto que tuviera. Le sorprendía que el traje le quedara tan bien y justo, pensó entonces que su padre debió tener la misma figura o que el traje se ajustaba al propietario. Vix le aclaró que era lo segundo y un poco de lo primero.

Salió del almacén por las grandes puertas metálicas que rechinaron en el acto, estaban oxidadas y fuera de uso hace demasiado tiempo. Alexander cerró detrás de él y volvió a mirar al frente. Respiró hondo y exhaló todo el aire que guardaba en sus pulmones.

Caminó bajo la noche que era iluminada por cientos de estrellas y una luna radiante. Estaba en una zona casi al límite de la ciudad, donde las grandes fábricas u otras edificaciones se instalaban para no perjudicar a los ciudadanos. Por suerte, esa parte del área industrial se encontraba abandonada y vacía, como si Alexander caminara en un lugar muerto.

Saliendo de la zona industrial, Alex vio los primeros rastros de civilización. Cerca de la zona de fábricas, vivían la gente más pobre de la ciudad, y en el centro de la misma, la que tenía más poder económico. La zona de pobreza le daba lastima al joven héroe, más por el crimen que había en estas partes.

No pudo evitar ganarse la mirada de varios peatones de la noche, pero de igual manera caminó con orgullo y demostrando quién era. Vio un bar de mala muerte, que se caía a pedazos y tenía la puerta abierta y sucia. Se escuchaban ruidos fuertes de insultos, risas y más. El lugar perfecto para obtener información de crimínales.

Blue Night: El inicio de un héroeWhere stories live. Discover now