7. Encuentro

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El celular de Joel Smith sonó estridentemente, levantando al propietario del mismo de su sueño.

Tomó el celular entre sus manos y miró la pantalla, tratando de ver la razón por la cual sonó, pero su vista le falló y volvió a mirar enfocando mejor los ojos en la pantalla. Iván Marroc estaba llamando. Rápidamente Joel atendió el llamado y se colocó el celular en el oído.

—¿Iván? ¿Qué pasó? —preguntó con una voz preocupada y perezosa, para después soltar un bostezo.

—Tenemos varios rastros de calor en la zona industrial de la ciudad. Creemos que se debe a los escorpiones; busca tu uniforme, el transporte está llegando en cinco —Cortó la llamada sin más, dejando a Joel desconcertado.

Se levantó de la cama y se dirigió a su armario para sacar el uniforme: un traje camuflado oscuro con un chaleco antibalas y unos brazaletes que le llegaban hasta un poco por debajo del codo.

Se vistió lo más pronto que pudo, y cuando se estaba acomodando los brazaletes, escuchó el rugido de la bestia metálica.

Salió de su habitación y se dirigió hacia las escaleras, pero antes de llegar se detuvo frente a la puerta de su hijo, Alexander Smith. Levantó la mano para tocar la puerta y avisarle a su hijo que salía, pero decidió que mejor era dejarlo dormir después de los problemas que tuvieron en los últimos días.

Bajó y salió por la puerta de la casa. Miró el cielo, ya se estaba poniendo azul, aunque varias nubes tapaban el firmamento. Descendió la mirada y vio el gigante vehículo negro esperando por él. La compuerta de la misma se abrió y dejó pase libre a que Joel subiera, y así lo hizo.

Vio a los tripulantes del vehículo: Javier, Karl, Francisco, Vincent y Jacob. Todos preparando el armamento mientras el titán de metal se conducía con piloto automático.

—Informe —ordenó Joel, con un temple serio.

—Sólo sabemos que hay más de una docena de rastros de calor en la vieja fábrica abandonada. Las imágenes nos indican que hay alguien en medio, un rastro más intenso que el de los demás, creemos que no es el de una persona —informó Vincent, con las palabras un poco arrastradas.

—Mejor dicho: "la ruinas de la vieja fábrica abandonada". Ese lugar fue destrozado en una tormenta en el 2011 —comentó Javier—. Las tuberías se rompieron e inundaron todo el lugar, el techo se desplomó cuando un rayo lo atravesó.

Después de unos breves minutos de haberse alistado y preparado las armas, el vehículo los llevó a destino.

Una destrozada edificación con paredes impregnadas de moho y humedad apareció frente a ellos. Las paredes quebradas y con varias grietas, con una pintura que ya casi no existía y un velo verde de humedad; las puertas estaban tiradas en el suelo, como si una gran bestia las hubiera arrancado. Lo único que se mostraba aún duradero era la cerca metálica.

El escuadrón bajó y se acercó a la cerca, con Joel a la cabeza, quien sin dudar desplegó una cuchilla y cortó de un solo tajo el candado que impedía el paso.

Vasto con un sólo chirrido correspondiente de Jacob para que el grupo parara. Todas las miradas se dirigieron a él, el cual tenía una tablet con el cual veía los rastros de calor.

—Lo-los rastros desaparecieron —avisó—. Sólo quedó el más grande en el medio.

Joel revisó la mirada de su equipo y luego miró la entrada a su destino.

—Adelante.

Se despertó sobresaltado, había tenido una pesadilla donde era perseguido por una entidad oscura y sin forma. Se sentó sobre su cama y tomó su celular para ver la hora, 7:58 de la mañana. Levantó perezosamente su cuerpo de la cama y se dirigió al piso inferior yendo directo a la cocina donde tomó una taza y sacó un frasco de café instantáneo.

Blue Night: El inicio de un héroeWhere stories live. Discover now