En la parada del bus.

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Tras concluir la preparatoria es momento de decidir qué haremos con nuestras vidas, para algunos la Universidad es la primera opción, algunos indecisos prefieren viajar para descubrir que es lo que desean ser, pero algunos tienen más definidas sus ideas y metas. Craig Tucker tenía  muy claro que si existía algo que le encantaba y que podría hacer por siempre era encontrar la belleza en todo y explotarla a su mayor potencial, incluso se esmeraba en relucir su propio atractivo,  cada cabello peinado perfectamente según los estilos más destacados, una piel intacta y tersa, la vestimenta siempre minimalista pero denotando un sentido de buen gusto  impecable.  Durante sus años de escuela siempre fue bastante popular entre las señoritas, casi inalcanzable ya que solo salía con chicas que  entendieran su concepto de belleza, no era arrogante, pero para las relaciones era mejor compartir gustos con sus novias.

Ahora tras varias discusiones con su padre por el estereotipo que su carrera cargaba, finalmente pudieron razonar y dejar claro que un gusto no se relaciona con otros, así  que encontró un instituto de belleza para estudiar la carrera de cosmetologia, no estaba  muy lejano a su hogar pero debía tomar un autobús de regreso. El primer día fue un poco incómodo, era el único varón  entre un grupo de 15 mujeres de todas edades, escuchaba murmullos y risitas bobas  que evidentemente se relacionaban con él, pero muy poco le importaba la opinión agena, ya sabía que elegir esa carrera significa llevar un estigma eterno.

Prefirió observar el lugar mientras la maestra llegaba, era un lugar muy amplio y limpio,  paredes blancas con figuras propias del oficio pintadas en detalles negro y dorado, enormes espejos a los lados con su respectiva estación de trabajo en colores cromo y negro matte, cuatro lava cabezas en la pared posterior y una enorme repisa de cristal llena de productos para el cabello en botellas de todos tamaños y diseños, era un lugar precioso en el que ansiaba comenzar a trabajar, aunque primero debía aprobar la teoría. Su clase inició al entrar una mujer de mediana edad que lucía bastante jovial y su estilo de moda relucia aún a través del uniforme para profesores del Instituto. Craig sabía que iba amar ese lugar.

-Sean bienvenidas a su primer clase chicas... y chico- Todas en la sala rieron, Craig tenía una cara neutra pero su interior pensaba en incendiar el lugar, su entusiasmo se fue con esa patética broma.

En un principio era como estar en la escuela de nuevo, escribir mil cosas aburridas y tomar notas de lo que se anotaba en la pizarra,  debió suponer que no haría un corte en su primer día, de hecho no lo haría en varias semanas hasta que supiera la forma correcta.  Solo le quedaba esperar con paciencia, por el momento su clase había terminado y  esperaba  en la parada de autobús mientras revisaba la enorme lista de materiales costosos que debía conseguir.

Unos minutos después de esperar llegó un chico de su edad, no pudo evitar verlo y es que su aspecto desalineado le hacía preguntarse como alguien podría salir así a la calle, el cabello despeinado recogido en un intento de coleta mal hecha,  camisa de algodón arrugada y holgada, un viejo  pants gris oscuro y zapatos deportivos terriblemente sucios, llevaba una maleta de gimnasio bastante amplia pero de suponer que precisamente  venia de uno, no justificaba tan mal aspecto, siempre se puede tener buen gusto incluso para la ropa deportiva.  Esperaba poder escapar de esa pesadilla de la moda en cuanto llegara su autobús, pero su desgracia visual tomaba el mismo, por fortuna bajaba unas paradas antes que él.

Para Tweek el estrés y la ansiedad eran un constante en su vida, cualquier cosa que pareciera "sospechosa" o poco normal le generaba demasiada presión, le era difícil mantener la calma. En múltiples intentos de encontrar una actividad que le ayudará a canalizar su ansiedad, por sugerencia de un compañero de escuela, entró a el equipo de boxeo de la preparatoria, en palabras del entrenador nada era mejor para olvidar el estrés que dar unos buenos golpes. No le pareció la mejor de las soluciones ya que saber que también sería golpeado le generaba más ansiedad, pero cada entrenamiento era tan pesado que no le daba oportunidad siquiera de pensar en ideas paranoicas, sin embargo su  misma personalidad inquieta le hacía muy hábil para moverse con velocidad, podría no ser tan fuerte  y corpulento como sus demás compañeros pero la agilidad que poseía, más la fácil adaptación a diferentes técnicas  de pelea,  le había colocado como uno de los mejores entre las competencias de preparatoria del Estado.

Encontrando total relajación y talento en tal actividad decidió que aquella disciplina sería parte de su vida, tras graduarse se dedicó de lleno al entrenamiento  amateur, aunque su genética no le permitiría pasar de peso pluma por más que entrenara. Parecía conforme con eso, muchos boxeadores profesionales incluso eran peso mosca así que no sería un impedimento para ser semi profesional algún  día.

La escuela de boxeo era un lugar enorme, había varios gimnasios según el nivel de los estudiantes incluso había una más pequeña para niños, los techos eran altos y de ellos pendian algunas mantas con imágenes de boxeadores en combate, en los muros había algunas otras de profesionales que en su juventud estudiaron en ese mismo lugar, los colores que predominaban era el rojo y el negro por todos lados, incluso las chaquetas deportivas con el nombre del gimnasio en la espalda, eran en esos dos colores únicamente, no estaba mal, Tweek prefería las cosas sencillas y cómodas, más si iba a terminar lleno de sudor apestoso y probablemente  algo de sangre, tenía cierto gusto por la elegancia y formalidad que algunas personas lograban en su aspecto, los consideraba como una especie de divinos demonios con un don que el nunca pudo asimilar a si mismo, simplemente combinar colores o llevar prendas ajustadas y llamativas no era lo suyo, solo le parecían lindas en otras personas pero nunca se podría ver a si mismo con algo  así, además de que su cabello le arruinaria todo el outfit, era imposible de peinarlo y aunque estuviera desenredado al poco  tiempo  ya era una maraña desordenada, como detestaba que cada peluquero  hiciera comentarios "graciosos" u optara por cortes extremos, prefería no cortarlo así que desde  la preparatoria  lo había dejado crecer hasta los hombros y lo mantenia quieto en una pequeña coleta.

Su primer día había sido agotador, pero ya estaba acostumbrado, aunque el ritmo de un gimnasio profesional no se comparaba a los de la escuela, era evidente que se le exigiría mayor rendimiento y disciplina, por ese día había terminado con simples combates  de rutina para ubicarlo en una categoría apropiada, estaba sobre los principiantes pero muy lejos de ser semi profesional. Cansado y adolorido salió y camino unos metros hasta la parada del autobús, a pesar de que vivía en un lugar bastante frío  nunca tuvo necesidad  de abrigarse demasiado sin contar que aún se encontraba algo acalorado. Por suerte en la parada sólo había otra persona así que pudo sentarse con pesadez y dejar caer la maleta a un lado, debía faltar poco para que el autobús  llegara pero parecía demorar un poco, se dedicó a mirar los autos pasar pero tenía la sensación de ser observado, en ocasiones su paranoia no estaba tan equivocada, miro de reojo y se dio cuenta que la persona de a lado le observaba de igual modo, pero notaba cierto desprecio en sus ojos, pensó en que pudo haber hecho para ganarse una vista tan letal pero su respuesta más simple fue que seguro era su aspecto, aquel chico parecía tener su edad aunque era muy alto pero su apariencia era tal cual esos seres diabólicos del buen gusto, su ropa era impecable y a la medida, camisa de corte V gris, chaqueta de cuero, vaqueros oscuros y Converse blancos que se notaban ser algo viejos pero estaban demasiado limpios, sintió algo de envidia por su cabello lacio y negro en un peinado de flequillo al lado que el nunca podría conseguir, incluso le parecía que su textura era muy sedosa, tal vez era un estudiante de Universidad ya que llevaba una mochila y la hoja en su mano parecía una lista o algo así, el sujeto desvió la mirada y revisó el papel que llevaba en su mano, Tweek deseaba poder irse de una vez antes de que aquel ser perfecto volviera a juzgarlo en silencio, que mal que esperarán la misma línea y pasarán unos minutos más hasta su por fin el pulcro joven bajara.
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Hola, esto es una nueva idea que me surgió de pronto, no es nada seguro depende de el gusto que tenga entre las personas, como aún trabajo en otro fanfic  (super Craig x wonder Tweek) prefiero darle prioridad a ese ya que está muy avanzado, aún si ustedes desean creare unos capítulos más aunque no quiero prolongar a más de diez.

Tiempo de pose: diez  roundsWhere stories live. Discover now