||Capítulo 27.

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Doncaster, Reino Unido.

Al día siguiente tuvieron un día más bien rutinario. Louis se sentía cada vez mejor aunque su estado físico tan delgado alarmaba a Anne, aunque a penas había pasado un día. Así que lo arrastró por toda la avenida hacia una farmacia para comprarle vitaminas y poder obtener los nutrientes que le faltaban. 

Louis se sentía querido. Y su mirada brillaba con gran sinceridad y gratitud hacia Anne. Se sentía... comprendido. Feliz

En el desayuno, Louis tosió e intentando parecer lo más normal e indiferente posible preguntó por Harry.

—¿No va a desayunar?  

—¿Por qué lo preguntas? ¿Te da curiosidad?  

Anne había sonreído cómplice a Louis y lo hizo sentir incómodo.  

—Está trabajando —dijo—, se fue muy temprano en la mañana. Dijo que tenía muchos pendientes y que había dormido en mala posición, se fue algo adolorido de la espalda. 

Louis no hizo ningún otro comentario y se mantuvo calladito. Al fin y al cabo había obtenido su respuesta.    

Harry no apareció en todo el día. Estaba de allá para acá haciendo trámites de inscripciones de escuela a un año escolar y transacciones de escuela para los adolescentes que se encontraban en la fundación. 

Louis, de manera muy secreta y casi imperceptible para él mismo, extrañó la cara estúpida del chico en la comida. 

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Estoy agotado, pensó Harry antes de llegar a su casa y abrir la puerta, agobiado, algo estresado. Cuando dejó su maleta en uno de los sillones se aventó al sofá y se desabrochó cuatro botones de su camisa de vestir. Estaba exhausto. Quería dormir. Pero también deseaba pensar en todo lo que estaba pasando a su al rededor.

Aún no dejaba de pasar por su cabeza el hecho de que ayer Louis le había aventado una sábana en la cara. Por más brusco que sonara, a Harry le había palpitado el corazón al sentir la suave tela entre sus dedos y saber que Louis se la había dado específicamente a él...

Y el que le diera las buenas noches... Que dijera su nombre como si no quisiera vomitar hacía que se sonrojara y quisiera soltar una risita tonta. 

Se puso triste. 

Sabía en la posición en la que se encontraba, sabía por lo que pasaría si su corazón seguía dándole falsas esperanzas a un romance que nunca florecería. Louis no lo quería, ni siquiera lo consideraba una persona, para él era una cosa asquerosa.

Harry tuvo la sensación de que estaba entrando a un pozo profundo del que difícilmente escaparía. Y lo peor de todo es que mientras caía al vacío iba sonriendo, feliz de estar cayendo por Louis. 

Harry suspiró. No tenía remedio.

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Harry se encontraba en la azotea de su casa, hace unas cuántos minutos que todos habían cenado. Había resultado un tanto... incómodo el tener a Louis mirándole de re-ojo como si verlo comer fuera algo nuevo y extraño para él. Como si fuera raro que comiera siendo gay. 

Aunque debía admitir, que se sentía feliz de ser el dueño de las miradas furtivas de Louis.

El viento estaba fresco, pero no era un frío en exceso. Se iba a quedar a dormir en la habitación de Gemma mientras que Louis estuviera allí, eso era lo único que no le gustaba de la estancia del chico, el tener que lidiar con el dolor que le provocaba estar cerca de las cosas de Gemma de nuevo. Por eso la noche anterior se había sentido estupendamente durmiendo en el suelo, al menos no durmió llorando. 

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora