||Capítulo 23.

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Doncaster, Reino Unido.

Harry se dirigía rápidamente a casa de Louis sin importarle que su cabello estaba húmedo debido a que acababa de salirse de la ducha, ni que hacía frío y tan sólo tenía una camisa de manga corta y unos pants de estar en casa. Había salido inmediatamente de su casa cuando Ed le había dicho lo que pasaba con Louis y en qué condiciones estaba. No le importaba realmente el clima cuando había cosas más importantes que hacer. Como ayudar a Louis. 

Realmente esa tarde había tratado de convencerse que el interés por Louis se debía a que era una persona rota y a él le gustaba ayudar a reparar los corazones de los demás, y se obligó a creer al menos por unas horas que sólo estaba interesado en él porque su hermana estaba a su cargo, porque a él le gustaba unir familias. Era sólo por eso. Y porque Louis realmente parecía mejor persona de la que se mostraba públicamente.

Pero en ese momento, mientras se dirigía a su casa, derribó todo aquello y se dijo a sí mismo que no importaba cuándo, o dónde se encontrara, o qué estuviera haciendo. Si le decían que Louis necesitaba ayuda allí estaría a su lado. A pesar de que él lo odiara, a pesar de que lo aborreciera por el simple hecho de ser homosexual, algo que siempre Harry había intentado era alejar de su vida, a personas tóxicas como él... Se dio cuenta de que luchar contra sí mismo sólo traería problemas.

Admitió entonces, cuando llegó a la puerta y tocó varias veces, que los ojos de Louis eran compasivos algunas veces, y que si algún día le mostraban un poco de cariño, aunque fuera con la mirada, con eso bastaría toda la vida. No necesitaba su amor de vuelta, sólo un poco de cariño.

Cuando Louis abrió la puerta y su corazón dio a mil por hora, descubrió también el sentimiento de alivio de que él no hubiera hecho alguna tontería estando tan solo en la situación que se encontraba. Estaba aliviado de que estuviera bien.

Y cuando sus ojos celestes se encontraron con los verdes suyos, sintió la calma del mar. Sólo allí se atrevió a hablar.

—Hola Louis —Harry se atrevió a sonreír un poco, intentando controlar sus emociones pasadas y tratar de ser amistoso y calmado— ¿Puedo pasar?

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Harry era la última persona en el mundo que pensaba estaría detrás de la puerta. La última cosa que imaginaba en su vida era estar viendo a Harry frente a su puerta, con esa maldita expresión en su rostro de amabilidad que siempre había tenido con él.

Louis lo observó con tantas emociones a la vez. Todas contradictorias, todas abrumadoras. Incrédulo, sorprendido, enfurecido, ofendido... Aliviado. De que alguien estuviera a esas horas visitándolo. En lo más profundo de su ser se aliviaba de que alguien realmente se preocupara por él. Al verlo con el cabello húmedo cayéndole sobre el rostro y exaltado como si hubiera caminado un largo rato de manera rápida para llegar a su casa se sintió extraño. Pero evidentemente eso no lo demostró. Al contrario, arrugó su frente demostrando evidente enfado al encontrar su presencia en su propia casa. Un homosexual. 

Había tantas cuestiones en su cabeza que atender, ¿qué hacía él allí? ¿por qué motivo lo había visitado a esa hora? ¿a él qué mierda le interesaba ir a visitarlo? ¿con qué derecho se sentía merecedor de ir y visitar su casa?

De nuevo, sus creencias pudieron más que todo lo demás. 

—¿Qué mierda haces aquí, maldito homosexual? —cuestionó de manera brusca y ofensiva, Harry suspiró de sobremanera. 

Harry suspiró de sobremanera. Allí iban de nuevo con el mismo insulto y con la misma historia. ¿Por qué? Harry no retiró la mirada, pero la sonrisa que tenía se desvaneció un poco. 

Detrás del arcoíris ||L.S.Where stories live. Discover now