CAPITULO IV: "APRENDIENDO A NADAR CONTRA CORRIENTE"

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-¿Entonces en la casa de Erik?-

-Si-

-¿Irán los del equipo de futbol?-

-Si-

-¡Ana!-

-Si-

-¿Qué te pasa?- mi amiga se sienta a mi lado.

Me encuentro devorando uno de los libros que me presto, y no puse atención en varias de sus preguntas. Solo sé que ya se dio cuenta.

-Nada- digo sin dirigir mirada alguna.

-Eso es mentira. No prestaste a tención a lo que te dije hace 5 minutos-

-Son problemas familiares, no te quiero aburrir. Mejor escoge el maldito traje de baño-

Efectivamente, nos encontrábamos en el centro comercial, ella escogiendo la ropa para el sábado. Fue el día que nos dio el Señor Robinson para ir a nadar, dijo que estaría ahí y nos supervisaría.

-¿Les dijiste a las demás?- suelto un suspiro

-Si quedaron de ir- dice la pelirroja

-Es tán fastidioso-

-Por eso no les caes bien. Eres una sangrona-

-Entonces por qué somos amigas, me lo recuerdas-

-Sencillo, yo soy la única que puede controlarte- reímos en conjunto

-Claro, tus poderes mentales han sobre pasado mi razón-

-Evidentemente- saca un diminuto traje de bajo- ¿Qué te parece?-

-¿Es en serio? Recuerda que es una "Fiesta"- enmarco las comillas con mis dedos

-Claro y quiero novio-

-Por favor, no duras una semana con ellos-

-Se vuelven aburridos. Además es cuestión de encontrar al indicado-

-Solo vas a alborotarles las hormonas-

-¿Y tú que usaras?-

-Una playera y un short- veo su cara de horror al mencionarlo -¿Qué?- me encojo de hombros

-Como que una playera y un short, estás loca-

-No. Es lo único que tengo y no tengo dinero para comprar uno-

-Eso se arregla en este momento.-

El tan esperado sábado llego y Gisela no dejaba de gritar en los alrededores de la alberca. En el centro comercial insistió en comprarme un traje de baño, lo bueno que dejo que yo lo escogiera, si no traería uno como el que ella trae, diminuto y de poca tela.

-Quítate eso-

-Es vergonzoso-

-¿Qué es vergonzoso?- Erik me rodea por la cintura – ¿y esa playera?-

-No se la quiere quitar- respinga mi amiga.

-Estamos en una alberca- dice Erik con una gran sonrisa.

-Prefiero no hacerlo- le ruego con la mirada.

-Como quieras- dice- pero me encantaría verlo- me susurra al oído.

-Eres un enfermo-

-De amor, cariño. Vamos a bañarnos-

-No, prefiero quedarme aquí- me siento en la tumbona

-Como prefieras- se tira un clavado de bala que me salpica.

Todos se divierten y yo estoy aquí de asocial leyendo. Brincan, gritan y me terminan salpicando.

-Van a arruinar el libro-

-Ya deja eso y entra- grita Gisela desde el otro lado de la pisina

-Voy por otra toalla- me levanto y me adentro en la casa.

Ya conozco el lugar en el cuarto de lavado guardan toda la lavandería y hay toallas para la alberca. Me encamino a la cocina para servirme algo de soda.

-No tienes pensado bañarte-

-Sinceramente, no-

-¿Y eso?- no se lo tengo que ocultar es un adulto.

-No sé nadar-

-Puedes pedirle a Erik que te enseñe-

-Me da... vergüenza que lo sepan-

-Ya veo- me escanea con sus ojos cafés y una gran sonrisa

-Con permiso- su mirada me intimida y provoca una gran incomodidad en mí, me deslizo a su lado y nuestros cuerpos se rosan.

-Yo puedo enseñarte. Si quieres- le dedico una leve sonrisa.

-Gracias- y me apresuro a salir de ahí.

A sabiendas que se encuentra en la cocina y su mirada talvez esta puesta sobre nosotros, me encamino a la tumbona, donde coloco la toalla. Cruzo mis brazos y comienzo a subir la suave tela de la playera que traigo puesta, al pasarla por mi cabeza mi cabello cae en cascada sobre mis hombros, veo a Erik embobado y no despega los ojos de mí. Mi traje de bajo es estilo harter de una pieza, pero descubierto de la espalda, Gisela aplaude emocionada por su gran hazaña. No voy a negarlo, la seguridad que tengo sobre mi cuerpo es abrumadora, pero solo la utilizo para dejar así a los hombres, todos los del equipo me ven y babean sin más poder, el traje de baño se ajusta a mi cuerpo, enmarca mis caderas y mi busto en desarrollo.

-Hey ya, volteen a otro lado- dice Erik al salir de la piscina- te vez hermosa- me rodea por la cintura y me planta un beso.

Típico del macho alfa, dar a conocer a su jauría quien tiene a la mejor hembra. Yo solo lo rodeo con mis brazos por el cuello, su beso se vuelve más intenso. Después de la bulla que le hacen por taparme, decido contarle mi pequeño secreto.

-No sé nadar- le susurro y lo veo algo avergonzada.

-Me lo hubieras dicho antes- retira mi cabello de mi hombro- Te enseñare, pero a solas- me dice muy cerca del oído.

-Ya déjala- le grita uno de sus compañeros.

-Sigue leyendo, me gusta verte leer- admite.

Mi mirada se dirige a la cocina, donde el señor Robinson está. No deja de sonreír y verme, sus ojos cafés, parecen quemar mi cuerpo, le sonrió ampliamente. No sé por qué hice lo que hice, fue demasiado, pero saber que él me vería fue un detonante para mí y todo lo demás ocurrió.

Despuésde la "fiesta", Erik se la paso todo el verano enseñándome a nadar. Es buenmaestro, disciplinado. Y solo pedía de paga el estar con él todo el tiempoposible.

TRAS LA MASCARA. (2° DE SAGA ATRACCIONES PELIGROSAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora