CAPITULO XXXIII: "SOBRE EXIGIRSE"

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La biblioteca de la universidad es inmensa, es imposible que alguien me encuentre aquí o eso creí, cuando vi al chico de cabello oscuro y barba acercarse a mí. Trato de ignorar su presencia, pero en ocasiones me es imposible, se sienta frente a mí. Continuo con el análisis del libro que estoy realizando, pero su imponente mirada no me da un poco de tranquilidad.

-¿Qué quieres Francisco?-

-No crees que estas un poco agresiva conmigo-

-Solo estoy cansada y quiero terminar este trabajo. Entre más rápido me digas lo que quieres, más rápido te iras y me dejaras tranquila-

-No seas tan arisca Ana-

Desde que sabe mi secreto no me ha dejado tranquila, me pide favores, que lo apoye en materias y por lo pronto agradezco que sean cosas tan sencillas como esas, aunque una vez me pidió el numero de una de las chicas del bar, según él porque le "gustaba", aunque Rubí no se lo trago y por supuesto menos yo.

-Solo quiero un pase- ruedo los ojos y rebusco en mi mochila lo que quiere, no es que siempre traiga uno, pero es viernes y en estos días es más común que se aproxime a mí solo por eso.

-Se puede saber a quién pedirás esta noche-

-Si pudiera te pediría a ti- me giña un ojo y me da una de esas sonrisas de conquistar-

-Sabes que no estoy en el menú-

-Lo sé, tu jefe te ha de querer mucho-

-Dice que soy especial- sonrió con fastidio, porque soy consiente de todo lo que pasa, de todo lo que Santiago espera de mí, sigo siendo su trofeo y eso me repugna.

-Eso lo puedo ver, pero me gustaría comprobar el por qué lo dice- arqueo una ceja y se que puede sentir la molestia que me han provocado sus palabras.

-Ya te lo dije Francisco, no soy una de sus putas-

Él suelta una de sus carcajadas que hacen que todos volteen a vernos y provoca que me sienta incomoda solo por eso. Se burla de mí, de mi maldita debilidad, aunque en ocasiones me pregunto por qué no ha pedido más, sabe que me tiene en sus manos, que puede hablar si yo no cumplo con lo que el desee, puede ser evidente que no este interesado en mi y solo está interesado en fastidiarme. Lanza unos cuadernos sobre mi mesa.

-Necesito esos trabajos para el lunes y ahora... por favor trata de disimular mas tu letra, los maestros casi descubren que no era la mía- se levanta y se larga.

-Imbécil- murmuro.

-Te escuche preciosa- me lanza un beso y veo entrar a su hermana, a quien le alborota el cabello, trato de recoger los cuadernos lo más rápido posible y colocarlos dentro de la mochila, todo antes de que la chica de melena rojiza llegue hasta donde estoy.

-Hola futura abogada. Sabía que te encontraría aquí- su simple saludo me hace sonreír.

-Hola futura maestra de prescolar ¿Ya aprendiste a cambiar pañales?-

-No seré maestra de preescolar, te lo he explicado un millón de veces y cambiando de tema ¿Qué hacía Francisco contigo? -me encojo de hombros.

-Solo paso a saludar-

-Francisco nunca saluda y lo sabes- eso es cierto, ella es su hermana y lo conoce muy bien- Te esta molestando de nuevo, porque si es así le...- levanta la mano asiéndola puño en símbolo de amenaza, ese gesto me quita una sonrisa.

Gisela me cuenta sobre su grato encuentro con unos chicos, se ve emocionada y sonríe mucho. Pero siempre me hace la misma pregunta.

-¿Y...Y como esta Alfred?-

-Bien. ¿Realmente quieres saber? -Arqueo una ceja y ella solo asiente de manera desesperada- Va hacer papá, dentro de unos días nacerá mi sobrino-

-Y no has pensado en ir a visitarlo, digo nacerá tu sobrino y no conoces a su esposa- me encojo de hombres -Enserio Ana, debes de dejar ese resentimiento ¿Por lo menos le has llamado?- me pongo los dedos en la barbilla y trato de pensar, recordar cuando fue la ultima vez que hable con él -No lo puedo creer, se que eres despistada y algo abstraída, pero es tu familia- el timbre suena.

-Debo ir a clases-

-Ana, entiende, no puedes seguir así, deben hacer las paces-

-Él fue el que se alejó de esto, de todo y me dejo-

-Eso no es cierto, no te ciegues. Él se fue para ayudarte, mírate ¿dónde está la Ana dulce y cariñosa que fue mi mejor amiga?-

-Eso ya lo sabes. Debo irme tengo clases-

Me alejo de mi amiga, aunque no lo crean comprendo lo que dice, se que trata de ayudarme a ver las cosas desde una perspectiva más positiva, pero veo el mundo con ojos de realidad y eso no cambiara.

El resto de las clases fueron fatales, no solo por el cansancio que tenia ese día, si no por la misma presentación que realizaría esa noche. Debía hacer algo reorganizar mi vida, no podía seguir de esta manera tenia que salir de esto, encontrar otro camino que me haga todo más fácil. Y ahí fue donde lo vi, no fue difícil reconocerlo, pero era el mismo chico que llegaba al bar, se sentaba en a misma mesa y me observa cada noche, el mismo que me decía Rubí insistía en solicitar mi compañía en su mesa sin éxito alguno.

Se veía tan guapo y despreocupado por la vida, sonreía y platicaba con sus amigos. Solo lo observo desde la distancia, veo a mi tío aproximarse a él y hablar con tanta naturalidad, cada gesto, cada expresión, su comportamiento cambia y sus amigos se alejan. Seguro algo le dice, algo que lo esta molestando. Noto que dejan de hablar y me hago la desentendida.

-Ana, mi niña ¿no tienes clases?-

-Si tío, estaba de camino a dejar unos documentos, pero ya voy a mi aula -Trato de sonreír lo mas natural posible, pero la curiosidad me mata -Tío, el joven con... con el que hablaba, se me hace familiar ¿Quién es? -Inquiero, necesito algo de información.

-Es Ismael Harrison, tal vez lo conoces ya que es estudiante de derecho o por su padre –

-¿Es algo de la directora? -Si apellido me suena, no solo por ella, si no de algo más, algo importante que estoy segura debo de saber y estoy omitiendo.

-Si-

-¿Y se podría saber que era lo que le decías?-

-Eres muy curiosa-

-Mas bien observadora-

Debíasaber, tena que saber...Probablemente él seria mi pase de salida.

TRAS LA MASCARA. (2° DE SAGA ATRACCIONES PELIGROSAS)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora