La confusión estaba grabada en el rostro del hombre. No cabía en su cabeza que un completo extraño pudiera estar deteniéndolo en aquel estacionamiento justo en el día en el que más quería salir corriendo, pero así como estaba confundido y asustado, no dejaba de ser el hombre amable que era.
—Por supuesto, pero, ¿tú eres? —los nudillos de Jiwoon estaban blancos por la fuerza con la que sus dedos se afirmaban a las asas del maletín de cuero negro.
—Mi nombre es Hyun Minjae, soy el asistente de Song Junseo, a quien debió conocer en la junta de hoy —explicó sin titubear. El que estaba en problemas era Jiwoon, no él, no necesitaba ponerse nervioso. El hombre asintió al recordar—. Verá, soy nada más una persona muy interesada en vehículos y me preguntaba, ¿de qué año es el suyo? ¿Y por qué un hombre como usted no tiene algo más moderno?
Las preguntas parecieron animar al hombre de alguna forma, como si alejar su mente de lo que acababa de pasar le pareciera un alivio.
—Oh, pues resulta que es del ochenta y cinco, una reliquia. Iba a ser de mi hija mayor pero ella quiso algo más cool —informó sonriendo con afecto—. Tengo algo con las cosas de antes, ¿Sabes? Prefiero esto a uno de esos vehículos con computadoras y cosas complicadas.
—Ya veo, ¿Tiene historia?
Mientras el señor Go seguía y seguía hablando sobre cómo ese auto había llegado a sus manos, Namjoon no paraba de mirar en dirección al elevador. Si Seokjin no aparecía pronto, el objetivo se les escaparía de entre los dedos y se estaba quedando sin ideas. Además si seguía reteniéndolo por mucho tiempo solo conseguiría que el hombre sospeche de él.
Podía sentir el final de la conversación, mucho más cuando el señor Go lentamente acercaba su mano a la manija de la puerta de su vehículo y la pregunta que no sabía hacer se atoró en su garganta cuando abrió la puerta pero casi automáticamente una mano que conocía muy bien volvió a cerrarla de golpe: Seokjin había aparecido prácticamente de la nada.
—Buenas tardes, Jiwoon, ¿Por qué la prisa? —inquirió Seokjin intentando sonar amigablemente intimidante. Su mera presencia hizo temblar al empresario—. ¿Le importaría si hablamos un momento?
—Y-yo tengo que irme ya y...
—¿Sería tan amable de prestarme su laptop un momento? —interrumpió intentando arrancarle el maletín de la mano, pero el hombre se resistió automáticamente—. ¿Algún problema, señor?
Namjoon se sentía extraño, sin saber bien qué hacer. Su novio y el objetivo estaban parados frente a él junto al auto, jalando el maletín entre ellos mientras él observaba. Quizás debía hacer algo, pero también recordaba que Seokjin le había pedido en la mañana que se esforzara por no entrometerse demasiado.
—Esta laptop es importante y tiene información clasificada de mi empresa, ¿Para qué la quieren? —los ojos de Go buscaron los de Namjoon, como pidiéndole ayuda. Él negó con la cabeza casi imperceptiblemente.
—Eso no importa. Lo importante es que me la dé un momento —sentenció Jin sacando la pistola de la chaqueta y mostrándosela a Jiwoon—. Y si sabe lo que le conviene, va a hacer lo que le digo.
Esto era justamente lo que temía que pasaría.
—Cuando estemos con Jiwoon, no te sorprendas por lo que voy a hacer. Solo voy a asustarlo, nada de lo que diga va a ser en serio —advirtió con voz queda en lo que se abrochaba el cinturón—. Lo importante es sacarle la información que necesitamos. Nadie va a salir herido.
—M-mátenme si quieren, no me importa —concedió sonando para nada confiado en sus palabras—. Solo soy un viejo, no pierdo nada.
—¿Y qué me dice de su familia, señor Go? ¿Qué pensará la pequeña Jiwoo cuando un extraño toque a su puerta? —interrogó Jin dejando el teatro para sonar totalmente amenazante. Si no lo conociera le hubiera asustado—. O su esposa. O cualquiera de sus hijas, no discrimino a nadie. La mayor sale del instituto a las tres, ¿No?
—¡No! ¡Te lo ruego! ¡Mi familia no! —la voz de Jiwoon subió una octava, tanto que chillaba al suplicar. Namjoon quería poder ser sordo para que sus palabras no le desgarraran tanto por dentro—. Te daré la maldita laptop pero no les hagas nada.
—Gracias por cooperar. Su familia estará bien.
Seokjin le arrancó el maletín de las manos y se lo pasó a Namjoon, pero no dejó que el hombre se moviera de donde estaba, siguió amenazándolo con el arma mientras él tomaba el aparato, lo ubicaba sobre la cajuela del vehículo y conectaba su propio dispositivo USB. Estaba tratando con un hacker tan bueno como él, pero todos siempre dejan rastros como caminitos de migajas, solo debía encontrar el de Daehyun y el resto sería más sencillo.
Le tomó unos minutos rastrear la información, pero de alguna forma consiguió que su pantalla se iluminara con una serie de códigos y datos en letras rojas. Nada de lo que leía tenía sentido, pero tenía que ser eso. Arriesgándose a equivocarse, Namjoon copió la información necesaria para volver a infiltrarse y la cargó en su memoria USB. Tras borrar sus rastros lo mejor que pudo, cerró la laptop y se la devolvió al hombre.
Jiwoon condujo a toda velocidad hasta salir del estacionamiento, jurando una y otra vez que no le diría nada a nadie, por el bien de su familia. No es que estuviera adquiriendo más confianza ni nada, pero algo le decía que no iba a traicionarlos tan fácilmente. Estaban a salvo.
—¿Lo conseguiste? —preguntó Seokjin en lo que caminaban hacia la salida. El carro de ellos estaba aparcado afuera, junto a la acera.
—Creo que sí.
—Eres increíble —halagó Jin sonriéndole de medio lado y pellizcando su cintura—. Espero no haberte asustado, jamás haría daño a-
—Ningún civil inocente, lo sé —completó Namjoon respirando para tomarse un segundo y recordarse aquello—. Confío en ti.
Como si acabara de contarle algún chiste, Seokjin soltó una risita al subir al asiento del conductor del BMW. No terminó de ponerse el cinturón de seguridad cuando Jin se fijó en él con un gesto travieso en la mirada oscura. Al instante supo que estaba a punto de pasar por alguna situación potencialmente peligrosa.
—Espero que sí, porque voy a enseñarte defensa personal y no va a ser gracioso —dijo arrancando el motor y sacándolos bastante rápido a la calle—, no para ti, al menos.
No era una amenaza, solo estaba diciéndole las cosas tal cual eran. Pero por como sonaba, le parecía que quería enseñarle más por diversión u otra cosa; quizás su cuerpo necesitaba el ejercicio y Namjoon era la excusa perfecta para hacerlo. Si la lección iba a parecerse en alguna forma a esa vez en la que le había aplicado una llave contra la pared, quizás no sería tan malo.
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OPERATION: Decode | JinNam {Binary Code #2}
RomanceDos años después de escapar de Noir y dedicarse a formar una vida normal y alejada de los riesgos del hacking y las misiones, la calma de Namjoon y Seokjin se ve interrumpida por lo que a simple vista parece ser un virus de computadora. || Segunda p...
Clave #9
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