- Por supuesto que no su majestad, no me atrevería - él bromeó y yo me reí.

- Juguemos Monopoly - sugerí.

- Bueno - él aceptó.

Jugamos Monopoly en el piso de la sala y tuvimos bastantes discusiones.

- No te debo nada - dije.

- No te dije que cayeras en mi propiedad - él declaró.

- Y yo no te dije que pusieras cinco hoteles ahí - comenté.

- Págame.

- No señor.

- Págame o yo mismo tomaré el dinero - él mencionó.

- Quiero verte intentarlo - lo reté y él sonrió, me tiró quedando sobre de mí y agarró el dinero.

- Ja, ja - se burló agitando el dinero en mi cara.

- Ladrón - dije y los dos nos reímos - Ahora quítate de encima de mí, ya tienes tu maldito dinero.

Él se rió entre dientes y se quitó de sobre de mí, le saqué la lengua y él se rió. Se ve tan tierno cuando se ríe, ¿qué demonios?

- Bien, creo que es seguro decir que gané - declaró.

- ¿Por qué? - le pregunté.

- Bueno, pues no tienes dinero y arruiné el tablero cuando te tiré.

- Bien, ganas esta vez, pero la próxima... - me detuve.

~~~~~~~~

Me desperté a la mañana siguiente acurrucada con Corey, aparentemente a él no le importa y a mi me gusta. Miré al reloj y ya eran las diez cuarenta y ocho de la mañana. Demonios, se me olvido poner la alarma. Miré a Corey, él estaba durmiendo.

- Corey - dije todavía abrazada a él.

Desenvolví un brazo y le di un golpe en la frente, pero él todavía no se despertaba, asi que le di una palmada en su pecho desnudo.

- Eso fue patético - dijo con los ojos todavía cerrados.

- ¿Asi que estas despierto? - le pregunté.

- Ahora lo estoy - respondió.

- Bueno, entonces levántate - le ordené.

- Bájate de sobre de mi entonces - dijo y rápidamente me bajé y me senté.

- Me llamas pedófilo y tú eres la que me abraza - comentó.

- Tu no te opusiste y a mí me gusta abrazar - declaré.

Salté de la cama y caminé hacia la puerta.

- Vamos, pedófilo - dije, él rodó los ojos y se levantó de la cama.

Bajamos a la cocina y Corey se sentó en un taburete.

- ¿Qué hay para desayunar? - inquirió.

- Tu eres el esclavo, tu dime - respondí.

- Lo siento, pero no se cocinar - comentó.

Caminé hacia la nevera y saqué una de las botellas de sangre y la puse enfrente de Corey.

- Toma, esto es para que no me muerdas - manifesté.

- Aun así te morderé - dijo tomando la botella y sonriendo para mostrarme sus colmillos.

- Si lo haces, te mandaré al calabozo - declaré.

- No me harías eso.

- ¿No lo haría? - pregunté levantado las cejas.

- No, eres demasiado amable.

- Bien, gracias y tienes razón, no lo haría.

Encendí la cafetera y saqué una sartén, cociné la única cosa que sé hacer, omelettes.

- ¿Vas a hacerme uno? - preguntó Corey parándose a mi lado.

- ¿Por qué no lo haces tú mismo? - inquirí.

- Porque no sé cómo hacerlo.

- Podrías aprender - afirmé.

- Bien, enséñame cómo.

Le enseñé como hacer uno, en realidad es muy bueno haciéndolos, de hecho, diría que es mejor que yo.

- Bien, ¿está hecho? - preguntó.

- Si - respondí y le di un plato para que lo pusiera.

Me senté en el taburete mirándolo darle un mordisco al omelette.

- ¿Esta rico? - le pregunté.

- Esta...muy bueno - respondió, se acercó a mí me dio el tenedor y yo le di en mordisco.

- Maldición, está mejor que el mío.

- El tuyo no era bueno.

- Si, lo era - dije a la defensiva.

Me puse de pie y preparé una taza de café, me apoyé sobre la barra y miré a Corey.

- No te sientas celosa, pero si te hace sentir mejor puedo hacerte un omelette siempre que quieras - comentó Corey.

- Lo recordaré.

Forzada a Comprar un Esclavo Vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora