Capítulo 33

6.7K 459 82
                                    

-¿Porque con ellos?- preguntó. 

    Era 3 de julio a las once y media de la noche. Habíamos decidido salir a medianoche, para que las lechuzas tuvieran tiempo para llegar a su destino y pudiéramos salir más discretamente, con la ayuda de las sombras que abundaban bajo La Luz de la luna. No queríamos llegar sin que nadie de confianza supiera hacia donde íbamos, ni tampoco queríamos caer por sorpresa. Decidimos que sería más seguro si varias personas supieran de nuestro plan, pero sin delatarnos.

-Es seguro - prometí- Además, no solo van a estar los Weasley. Recuerda que también vienen Theo, Blaise, Pansy y las Greengrass.

-Y Hunter- agregó. -Además, ellos no van a ir hasta que ya hayan recogido a Harry.

    No podía creer que se estuviera quejando de que nos iban a recibir en su casa, a pesar de ser mortifagos fugitivos. Sabía que no era a lo que estaba acostumbrado, pero parecía no poder hacerse a la idea de que era eso o la calle. 

-Si quieres, puedes quedarte, pero yo voy. 

-Yo voy a donde vos vayas, princesa- dijo, tomando mi mano. 

   Estábamos en su habitación, terminando de preparar todo. Mi primer hechizo sin el detector había sido uno expansor para poder meter todas las cosas posibles en mi mochila. Mantas, comida, ropa, libros, carpas, todo lo que necesitábamos en caso de emergencia.

   Esbocé una sonrisa y seguí empacando. No quería olvidar nada. Agradecía que los Weasley nos dejaran quedarnos, pero tenía un mal presentimiento. Tal vez era porque Draco y Harry en la misma casa no podía significar nada bueno, aunque sabía que era algo mucho peor que eso. Rogaba porque no fuera otra pelea con Draco, pero al mismo tiempo que no fuera nada peor. 

-Listo- dije, cerrando la mochila. -¿Nos vamos?

-Espera- dijo, sacando algo de su mesita de luz- Feliz cumpleaños, preciosa. 

   Abrí la caja que me tendía. No era muy grande, unos seis centímetros de cada lado. Era rosada y tenía una cinta negra. Dentro, había una brújula dorada, con flores grabadas. La flecha apuntaba hacia el norte. Era hermosa. 

-Gracias- dije, antes de besarlo. 

  Me quité el guardapelo que me había dado Hunter y agregué la brújula a la cadena. 

-Sirve para encontrar cosas. -explicó- O personas. Por lo general, apunta al norte, pero podes pedirle que te ayude a encontrar a alguien. 

    Lo abracé. Esperaba no tener que usarla para encontrarlo. Si teníamos suerte, no nos separaríamos. 

    Deseaba poder quedarme ahí, segura, entre sus brazos, sintiendo su respiración en mi cuello, pero teníamos que irnos, o nos atraparían. Me costó un poco alejarme para decirle que ya era hora. Hacía tanto frío...

    Salimos por la ventana y caminamos por el techo hasta que llegamos a el borde, justo encima de el estacionamiento. Com habíamos acordado, saqué una cuerda de mi mochila y la até a una cañería que sobresalía. El bajó con cuidado y entró al auto. Mientras yo  guardaba la cuerda, el comenzó a volar y se detuvo a mi lado. Subí lo más rápido que pude y nos dirigimos directamente hacia la madriguera.

-¿Estas nervioso?- le pregunté.

   El asintió.

-Para vos son como familia. A mi todos me odian. -me recordó.

-No todos.- dije- Tonks es de tu familia y tus mejores amigos van a estar ahí. Y está demás decir que yo no te odio.

   El no dijo nada. Parecía perdido en sus pensamientos. Sabía que no le agradaba la idea de quedarse con la familia de pelirrojos, a mi tampoco me hacía mucha gracia llevarlo ahí, pero era la única opción que nos quedaba. Si no íbamos con los Weasley, los mortifagos nos encontrarían y matarían. No podía permitir eso por una rivalidad entre el y Harry. Además, quería ver la cara de sorpresa del muchacho de lentes cuando viera a su enemigo ahí. Sería épico. 

    Cuando llegamos, Ginny nos estaba esperando. Los demás seguían durmiendo. 


  

   Las cosas estuvieron bien por un tiempo. Draco intentaba no buscar problemas, aunque sabía cuanto le costaba. Ron se mantenía alejado. El único momento en el que estaban en el mismo lugar, aparte de cuando comíamos, era cuando salíamos afuera a practicar Quidditch. Los problemas comenzaron cuando fue hora de ir a buscar a Harry a Privet Drive. 

   Yo no iba a quedarme de brazos cruzados mientras ellos arriesgaban sus vidas, aunque fuera por alguien que me odiaba. Draco no pensaba lo mismo. Al final, pude convencerlo.

-¿Que hacen ellos acá?- fue lo primero que dijo Harry al vernos.

-Vinimos a tomar el té- dije, con sarcasmo- ¿Que te parece que estamos haciendo? Aparte de algo estúpido, por supuesto. 

    El no respondió. Ojo Loco dijo que no deberíamos perder más tiempo. Draco y yo iríamos en nuestras escobas, pero ninguno bebió la poción multijugos. Moody decía que nuestra presencia alejaría a los mortifagos de los Harrys. Obviamente, al original seguía sin gustarle la idea. No dejaba de fulminar a Draco con la mirada.

-No confío en ellos- dijo.

-Piensa lo que quieras, yo estoy acá porque quiero asegurarme de que no maten a Astrid. -respondió Draco, harto.

   Unos minutos después, volvamos, esquivando hechizos de mortifagos. Mis padres probablemente estaban entre ellos, intentando tirarme de mi escoba. Alguien me lanzó un rucio que esquivé a duras penas. Estaba a punto de devolverlo, cuando todo se volvió negro. En serio, estaba harta de desmayarme. 

   Cuando desperté, me costó bastante darme cuenta de donde estaba. Me senté sobre la cama en la que había estado recostada y miré a mi alrededor, buscando a Draco, pero él no estaba ahí. Mi imaginación me jugó una mala pasada al mostrarme los peores escenarios. Podrían haberlo matado con un Avada Kedavra, o un rucio podría haberlo hecho caer de sus escoba, matándolo, o...

-El está bien- dijo una voz que a penas reconocí. 

   Una chica alta y castaña me miraba desde la puerta de la habitación. Sus ojos verdes me miraban fijamente. Era alta y delgada. En su voz había un leve acento francés. Una de las últimas personas que esperaba ver.

-Angelique. Tiempo sin verte.

Su Mejor Amiga (Draco Malfoy) -TERMINADA-Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz