「capíтυlo 32」

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"Los habitantes de Francia nuevamente se encuentran en pánico, pues el asesino Suga a vuelto a atacar, ésta vez en Roquefort”


“Tres casos de asesinato han sido reportados, los tres tenían en común al padre de la familia vivo, los hijos padecían de ceguera y las madres de las familias muertas y con el corazón fuera de su cuerpo.
Se tiene la sospecha de que éste es otro asesino, ya que el estilo de Suga es diferente.
La policía está investigando”

“En Salamanca, Madrid, el multimillonario Leandro Fraga ha sido encontrado en estado crítico y a su hijo con ceguera.
Al parecer también su fortuna fue robada.
¿A caso se trata del mismo asesino?
La policía sigue investigando”

“En una de las paredes del nuevo caso de asesinato se ha encontrado el seudónimo Darkness, con la frase “¿Tienes miedo?" Misma que utiliza el asesino Suga, se cree que pueden estar atacando juntos”

“Las calles de París están bajo cuidado policíaco, se cree que el asesino Suga y Darkness atacarán pronto en éste lugar”


Las cortinas color vino de aquel cuarto de hotel le daban un toque de elegancia y misterio al lugar donde dos asesinos estaba recostados sobre la cómoda cama cubierta por cobijas rojas.

Sus cuerpos desnudos y llenos de sudor, se movían despacio mientras el de cabellos negros penetraba a su joven acompañante.

Las uñas del peli gris se enterraban en los hombros del mayor mientras su cabeza era lanzada hacia atrás con varios gemidos saliendo de su boca.

YoonGi lo miraba como la más hermosa escultura. Amaba a Jimin, lo amaba más que a su propia vida.

Lo necesitaba, lo deseaba, lo adoraba, porque en él había encontrado a una persona igual de enferma, a una persona que disfrutaba las mismas atrocidades que él, a una persona extraña como él. Encontró a una persona con la misma locura que él.

Porque YoonGi no necesitaba de nada más si tenía a Jimin a su lado, porque su corazón latía al mismo tiempo, porque su respiración se aceleraba o se calmaba cuando la de Jimin lo hacía, porque su mirada no podía ver más que a él.

Sus ojos azules hipnóticos le causaban el dolor más placentero que podría sentir, su furia le hacía sentir la destrucción más terrible y maravillosa al mismo tiempo.

Al escuchar los gemidos que provenían de aquellos esponjosos y bellos labios rosados, la vista de YoonGi descendió y pudo apreciar las gotas de sudor cayendo por las clavículas del peli gris mientras él le ofrecía su precioso cuello descubierto.

Se inclinó embistiendo aún con más fuerza y rapidez. Sus labios tocaron la tersa piel de su novio y un escalofrío le recorrió. Jamás podría cansarse de aquellas sensaciones que sólo Jimin le provocaba.

—Te amo— susurró contra su piel pálida y tersa, para después pasear su lengua sobre ella

Jimin enredó sus piernas en la cintura del peli negro apretandolo más contra su cuerpo y entrelazando los dedos en su cabellera obscura.

—También te amo— jadeó cuando sintió la semilla de YoonGi llenar su interior y la suya propia liberarse sobre su abdomen y el del mayor.

El peli negro salió lentamente y pudo ver aquel líquido espeso y viscoso escurrir por los muslos de su pareja.

—Eres demasiado hermoso, Jimin.

—Odio que digas eso.

—Es la verdad.

—Estoy maldito...

—No lo estás, amor mío— susurró envolviendolo entre sus brazos.


—¿Prometes que nunca me vas a dejar?

—Nunca te voy a dejar, amor mío.

YoonGi se acercó y besó los labios del menor suavemente.

Todo estaba bien, todo marchaba de maravilla para aquel par de asesinos, todo era tranquilo...hasta que el sonido de la puerta siendo abierta con brusquedad interrumpió.

Todo pasó tan rápido, todo pasó de manera inesperada, cuando los hombres de capucha rociaron algo en los ojos de Jimin que le hizo gritar de dolor, se cubrió y talló revolcandose en el colchón, las cosas empezaron a moverse y eso alertó a los intrusos, indicándoles que debian actuar rápido.

YoonGi quiso tomar su cuchillo pero uno de los encapuchados le dió un golpe en la mano con un tubo de metal. El sonido de sus huesos pudo escucharse en la habitación junto con sus gritos.

—¡Hijo de puta!

Uno de ellos se quitó el gorro que lo cubría y YoonGi al fin vió el rostro de Taehyung que le miraba serio.

—Ya no necesitamos de ti, Seokjin y yo podemos controlar todo— mencionó y entonces sacó una jeringa con un líquido transparente que le inyectó segundos después a Jimin en el cuello.


—¡Dejalo en paz!

Min quiso golpearlo, pero fue detenido.

El peli gris se removió bruscamente, pero poco a poco su cuerpo fue perdiendo movilidad y quedó inconsciente.

Las cosas dejaron de moverse y todo se sumió en el completo silencio por unos segundos.

—Ya no volverás a verlo— sentenció el rubio—. Ya saben qué hacer.

Taehyung se dió la vuelta volviendo a cubrir su cabeza y rostro, dirigiéndose a la puerta para salir.

Otro hombre tomó a Jimin y lo cargó en su hombro para ir detrás de Taehyung.

—¡Suéltalo! ¡Maldito! ¡Déjalo!

Sus gritos fueron ignorados y el hombre siguió hasta desaparecer de su vista.

Los demás que sobraban, lo arrojaron al suelo y rodearon, segundos después, los golpes en su cuerpo empezaron a llegar de manera dolorosa, pero ni aún así despegó la vista de la puerta por donde se habían llevado a su amado.

Sintió su piel abrirse con los golpes del tubo de metal, pero lo único en lo que podía pensar era en Jimin.

Su vista comenzó a nublarse y el dolor empezó a llegar lentamente, sin embargo, sus ojos se cerraron y se sumió en la completa oscuridad.

вajo la мáѕcara || уσσимιиTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon