Jellal observó a Erza pelear con un huevo al intentar separar la clara de la yema y soltó un suspiro, las dudas ya estaban escalando hasta su cerebro cuando Erza volteó y con solo una sonrisa mandó a todas esas dudas al diablo.

Se aferraría a la esperanza que brillaba en esa sonrisa.

―¿De verdad no podemos usar el huevo entero en esta receta, profesor Fernandes? ―Jellal rió―. Creo que así sería más nutritivo, esto es muy difícil.

―Tal vez sea más nutritivo pero no sería una Crème Brûlée si también le echamos las claras ―el azulado se acercó a ella―. Y lo único que necesita para lograrlo es más pa-tien-ce, Señorita Scarlet ―separó cada silaba para darle énfasis al consejo que más le daba―. Es curioso que para esto no tenga paciencia y para muchas otras cosas sí.

―¿Sí? ¿Cómo para que cosas?

―Como para leer y contestar las cartas de todos sus fans.

―Ya no las contesto todas. Y Wen es quien escribe las direcciones ahora.

―Pero sí firma cada foto que envía, y sí lee las cartas.

―Es lo mínimo que puedo hacer...

―Es mucho más de lo que algunos siquiera intentan ―le pasó un nuevo huevo, pero antes de que Erza lo golpease contra el borde de la mesa para abrirlo y separarlo, sujetó su mano―. Espere, tengo una idea, ahora recuerdo algo que Mère hizo con Meredy cuando ella no podía lograrlo, esperé aquí... ―el pastelero se dirigió a la refrigeradora y sacó una botella pequeña de bebida, se bebió el contenido y luego lavó la botella antes de volver con Erza―. Listo ―la actriz le vio sin entender―. Ahora busque un plato extendido, y abra el huevo ahí.

―¿Sin separarlo?

―Sin separarlo ―asintió y Erza obedeció―. Ahora, mire, solo coloca la boca de la botella sobre la yema y presiona el medio de la botella y... ―la actriz observó como la yema era succionada dentro y dejaba la clara limpia, Jellal vació la yema en otro recipiente―. Listo... separados. Tardará un poco más pero es efectivo. Inténtelo usted, señorita Scarlet.

Erza lo intentó, y para su sorpresa, lo logró a la primera.

―Debiste enseñarme esto primero ―sonriendo complacida de sí misma miró a Jellal―, así no habría desperdiciado más de veinte huevos mientras intentaba el modo profesional.

―¿Desperdiciar? ―Jellal negó con la cabeza―. No en mi cocina, señorita, hoy aprenderá a hacer omeletes, y ―continuó observando el recipiente lleno de los fallidos intentos de Erza por separar clara y yema―. Creo que tendrá suficiente práctica como para dominarlos, o eso espero, por el bien de los comensales ―soltó con falso temor y Erza le hincó el abdomen con un dedo―. ¡Auch!

―Te lo mereces ―le dijo sacándole la lengua―. Ahora mi profesor se burla de mí también, y luego quieren que las personas aprendan...

―¿Yo? ¡Jamás! No me estaba burlando ―la respuesta de Jellal estaba tan llena de diversión mal oculta que Erza no pudo evitar sonreír―. Y eso de verdad dolió.

―Mentiroso... ―Erza dejó su nuevo artilugio mágico de cocina a un lado y se acercó a su profesor―. Te he visto sin camisa ―dijo en tono bajo después de ver hacía el pasillo que daba a su oficina, Wendy no la escucharía ni aunque hablase casi gritando, pero de igual manera bajó el volumen de su voz y su tono se volvió sugerente por voluntad propia―, tienes suficientes músculos bien entrenados aquí ―la peli-escarlata colocó su palma abierta sobre el abdomen de Jellal―, como para protegerlo apropiadamente de mi ataque, y de verdad estoy muy segura ya que los he visto y... tocado... ―el pastelero solo pudo sonrojarse y Erza sonrió victoriosa.

DULCE DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora