20

30 2 0
                                    

—¡ME OBLIGASTE A ASESINAR A ESA MUJER! ¡SOS UN PELOTUDO INSERVIBLE! ¡SI TE HUBIESES QUEDO CERCA, COMO TE DIJE, NO HUBIESE TENIDO QUE HACERLO! ¡NO SOLO ME BUSCAN POR SECUESTRO, AHORA TAMBIÉN POR HOMICIDIO! ¡PELOTUDO!—

Y hasta ahí llegué a escuchar.

Creé un muro invisible donde no puede penetrar el sonido. Miro hacia adelante, sin ver nada en realidad. Tiemblo, pero ya no sé si de frío, o de miedo; tal vez ambos. Creo que ahora discuten entre ellos. Me revolean el guante en la cara, no lo evito, dejo que me golpeen solo con esto. Seguro que cuando lleguemos, el guante va a quedar en el olvido y van a usar algo más duro y pesado para descargar toda la ira contra mí.

Comienza a llover, o a lloviznar, o a diluviar, no sé, no estoy prestando mucha atención. Mi cerebro solo me deja ver el rostro de esa bella chica, con un laburo importante, cabello rubio y hermosa sonrisa. Me hace recordar a Simón; un parecido muy importante. ¿Serán parientes? ¿Se enterará de lo que sucedió, y que yo estuve metido? Seguro, pero no solo él, sino que todo el mundo si esto se hace viral.

Estoy muy triste, y muy enojado al mismo tiempo. Las dos bestias del frente del coche se callaron, por fin. Puedo escuchar con tranquilidad mis pensamientos. Pensamientos que ni siquiera tengo. Pensamientos que se vuelven recuerdos de mi niñez, infancia y pre adolescencia. ¿Soy adolescete o adulto? Ya no sé qué soy. No sé qué soy para mí, para mis viejos, mis amigos; ya no sé nada. O sí, solo sirvo para sufrir; o evitar que los demás sufran por mí, o que sufran en general.

Frenamos de golpe. Al estar al medio del asiento trasero, me voy de frente y caigo encima de la palanca de cambio. De forma muy vaga me reincorporo y miro por la ventana. Papá sale a gritarle a la lluvia y a la llanta que parece se reventó. Mamá sale atrás de él y lo hace calmarse, parece que funciona ya que con más tranquilidad sube al auto y me habla. Mientras acomoda su cabello hacia atrás me pide que baje del auto. Antes, me da una campera con capucha para cubrirme de la lluvia. No sé qué pretende, pero no me fío nada. Me cubro y me pongo mi guante.

Al bajar nos escodemos detrás de unos árboles y un poco más lejos de la ruta. Mamá llama al tipo este otra vez, y le pide que nos venga a buscar. Al instante vemos cómo aparecen muchas patrullas, no sé cuántas son, no logro contarlas. Se bajan muchos policías de ellas y entran al auto de mis viejos. Sacan unas bolsas con ropa y hablan entre ellos. Tengo la necesidad de irles a gritar que estamos acá, pero estoy tan conmocionado todavía que mi cuerpo hace todo lo contrario a lo que mi cerebro quiere.

Pasan las horas y seguimos acá. Se llevaron el auto hace rato, ya no queda nadie más que nosotros. Me arrepiento de solo pensar y no poder actuar. Igual, un trauma nuevo para mi lista de traumas de por vida. Creo que con este son como mil. Ni idea.

Mi vieja me gira del hombro, la miro y tiene cara de cansada y preocupada; nuevamente, no creo en sus gestos faciales. Parece que ya llegaron a buscarnos. El tipo de sonrisa sádica me está mirando en tanto se acerca a mí con un paraguas. Se para a mi lado, poniéndome debajo de dicho artefacto, y me empuja "amablemente" mientras comenzamos a caminar hacia su auto.

Nuevamente mi mente es un sin fin de blancura y la figura de la poli rubia que murió entre mis brazos. Sus palabras hacen eco a cada momento. Subimos al auto. No aguanto más y me largo a llorar.

NicolásWhere stories live. Discover now