13

39 4 0
                                    

El desayuno va a acompañado de charlas y risas, algo muy común en ellos.

Me comentan que mi amigo se encargó se recuperar algunas cosas mías, tanto básicas como las indispensables en mi día a día. Así como ropa y mis instrumentos de trabajo. Algo que me da cierta sorpresa, porque mi viejo siempre odió mis patines. Incluso la plata que tenía escondida vuelve a estar en mi poder.

Haciéndose de mediodía, los papás de Joaco se fueron a trabajar. En tanto nosotros quedamos en no tocar un libro ni ir a trabajar, solo por hoy.

Tuve que avisar en ambos empleos que me voy a ver ausente por tiempo indeterminado. Por suerte, no tuve que dar tantas explicaciones y me desearon una pronta recuperación. Y, de paso, tuve la dicha de que una amiga se haga cargo de mis horarios en el club.

Luego de una ducha de paz, nos pusimos a jugar a la play con Joaco. Recordar la última vez que logramos concretar una noche de juegos es doloroso. Fue algo intensa. Hubieron risas, comida, gaseosa y amigos. Hasta que llegó un ser desquiciado y me arrastró hasta casa. Luego de eso, no recuerdo otra juntada de amigos.

—Hace tanto tiempo que no siento esta alegría, que hasta me largaría a mariconear ahora— pienso en voz alta. Joaco me mira sonriente.

—Hacelo que no le digo a nadie— se burla —Me gustaría que te expresaras más— lo miro sin intender a qué se refiere —Que me digas lo que sentís, que no me mientas. Que no disfraces tus problemas con risas y sonrisas; a los chicos los engañas, pero a mí no me convences ni un pelo y lo sabés— logré entenderlo, y lo único que puedo hacer ahora es soltar el aparato y mirar el suelo.

»Quiero ser yo con quien llores, con quien te descargues, a quien insultes para desahogarte. Sos mi mejor amigo, mi hermano; pero te alejaste tanto estos últimos años, que pareciera que ya ni te conozco—.

—Hola, desconocido. Me llamo Nicolás y tengo diecinueve años. Me encuentro estudiando y tengo dos trabajos. En cuanto a mi vida privada, le comento que tuve una hermana, la cual se encuentra descansando en paz. Ojalá mis padres fuesen cariñosos y se preocuparan por mí; sin embargo, me golpean en cada ocasión que encuentran— realmente no pienso lo que digo, pero al ver su expresión cambiante no puedo detenerme.

»Pero tengo unos pocos amigos quienes, sin importar nada, siempre están a mi lado. Aunque hay uno que se destaca de entre ellos. Él es un hermano, mi mejor amigo, mi confidente, es alguien en quien yo puedo confiar con los ojos cerrados. Es mi hermano del alma. Y juro que no lo cambiaría por nada. Realmente lamento que se sienta excluido de mi vida, pero él save mejor que nadie que es indispensable en ella— las lágrimas no se hacen esperar, y ambos empezamos a llorar.

Si alguien nos viese diría que somos dos nenas chiquitas. No podemos dejar de abrazarnos y de decirnos lo mucho que nos queremos y todo lo que necesitamos el uno del otro. Hacía tanto que necesitaba esto, que no esperé que llegara tan pronto.

NicolásWhere stories live. Discover now