40. Máscara

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Había llegado el momento. La cita de Sarah con el doctor había ido bien y como era de esperarse, ya no tenía que usar la bota ortopédica y le había dado el visto bueno para que poco a poco retomara el montar a caballo. Le había dado a Hamdan todo el tiempo que era posible, pero una vez que volviera a entrenar, no había forma de que ella pudiera quedarse más. Con los establos tan cerca, fácilmente podría ser vista entrando o saliendo de casa de Hamdan, y no era opción que fuera a entrenar en uno de los autos de él sin levantar demasiadas preguntas. Hamdan no estaba pensando claramente pretendiendo que era posible que ella se quedara.

Hamdan continuaba mandando indirectas, algunas de ellas nada sutiles, acerca de lo mucho que deseaba que las cosas avanzaran y aunque ella se sentía más segura en su relación después de haber conocido a sus hermanos y de haber pasado todo ese tiempo juntos, finalmente Sarah había alcanzado un nivel de comodidad y no quería que las cosas cambiaran por el momento, si no simplemente que disfrutaran de su relación sin preocuparse demasiado acerca de lo que el futuro deparara para ellos.

Era extraño el sentirse nerviosa al pensar en el momento que él volviera a casa, Sarah ya había empacado las maletas y hablaría con Hamdan esa misma noche para irse a la mañana siguiente. Caminando por los jardines, descalza en un vestido largo de color azul, repasaba en su cabeza lo que le diría a Hamdan y pensaba en sus posibles reacciones, mientras tanto, Rooster corría por todas partes, olfateando, persiguiendo a los pájaros y marcando su territorio sobre las flores.

Estaba perdida en sus pensamientos cuando movimientos repentinos de los guardias llamaron la atención de Sarah. Todos hablaban por los radios y corrían hacia el portón principal que se abría lentamente. Era demasiado temprano como para que Hamdan hubiera vuelto, a menos que quisiera sorprenderla, pero los guardias nunca se comportaban así cuando él llegaba. Los hombres hicieron dos líneas que flanqueaban a los autos que entraban y dieron el saludo militar.

El corazón de Sarah latía fuertemente, sin saber si debería esconderse en los arbustos. Pasos apresurados venía de detrás de ella, se dio la vuelta para darse cuenta de que se trataba de Ismail, viéndose aturdido y sin aliento.

"¿Qué está ocurriendo?" Preguntó ella.

"El Jeque Mohammed está aquí para verla, señorita." Contestó Ismail jadeante.

El peso del mundo entero cayó sobre los hombros de Sarah. "¿Qué? Eso--- no-- ¡No es posible!" Ella tartamudeó, casi riendo al no dar crédito.

"Preguntó por usted en la entrada." Ismail aseguró.

El sonido de las puertas de los autos abriéndose la hicieron girar la cabeza. El G Class blanco y el auto negro que le seguía, se había detenido justo en frente donde ella estaba parada. El Jeque Mohammed se bajó del asiento del pasajero del primer automóvil, vistiendo una kandura color crema y kufiyya blanca. Varios hombres más en ropas tradicionales los acompañaban, pero se quedaron junto a los autos, ninguno siguió al Jeque Mohammed, quien empezó a caminar en dirección a ella.

El corazón de Sarah le subió hasta la garganta y por muy asustada que estaba, el momento surrealista no le permitía quitarle la mirada al emir de Dubái y vice-presidente del país que se acercaba.

"Señorita Anderson." Sonrió él.

Sarah aclaró la garganta cuando sintió que las palabras no iban a salirle. "Su alteza."

"¿Podría robarle algo de su tiempo?" Le preguntó, juntando las manos frente a él.

"Por supuesto." Contestó ella, arreglando los delgados tirantes de su vestido al sentir que no estaba lo suficientemente cubierta para estar en la presencia del Jeque.

Promise This (Versión Español)Where stories live. Discover now