3. Sarah

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Patrick conoció a su esposa Brianna es su segundo año de universidad, ella era una pequeña estudiante de historia del arte y él era un enorme jugador de fútbol estudiante ingeniería, aún así eran una mezcla perfecta.

Tan pronto como se casaron, empezaron a intentar tener un bebé, pero esto simplemente no sucedió y los doctores no tenían respuestas para ellos. Después de años de probar todos los tratamiento disponibles, después de ver docenas de doctores y después de muchas decepciones, decidieron dejarlo todo y conformarse con ser solo ellos dos.

Pero en el día de Acción de Gracias de 1989 recibieron noticias grandiosas: Bri estaba finalmente embarazada. Definitivamente estaban asustados, Bri tenía casi cuarenta años, pero la alegría que sintieron opacó sus miedos.

No hay necesidad de decirlo, pero ese fue el mejor día de Acción de Gracias.

Ocho meses después, le dieron la bienvenida a la bebé más hermosa del mundo y la llamaron Sarah, en honor a la abuela de Patrick.

Por fin, la familia Anderson estaba completa.

Sarah tenía solo cinco años cuando ella y sus padres se mudaron a los EAU. A Pat le hicieron una oferta de trabajo que no pudo rechazar. Entonces, la familia de tres empacó sus maletas y dejaron su hogar en Austin, Texas para embarcarse en la mayor aventura de sus vidas.

Pat y Bri estaban preocupados acerca de cómo se ajustaría su pequeña niña a los cambios. Parecía estar bien, pero a veces lloraba y decía que quería regresar a casa para ver a sus abuelos.

Los papás de Pat eran dueños de un rancho en Texas donde Sarah disfrutaba de montar a caballo. A pesar de su corta edad, parecía tener un talento natural. Así que decidieron buscar clases de equitación en Dubái para mantenerla ocupada.

Sarah recordaba el primer día que llegaron a los establos como si hubiera sido ayer. Estaba asustada y apretaba fuertemente la mano grande de su papá. Los caballos en el rancho de los abuelos nunca la hicieron sentir nerviosa, pero ahí se sentía diferente, todo era nuevo para ella. Sin embargo, tan pronto como montó el caballo todos sus miedo empezaron a desaparecer. Por primera vez desde que se mudaron, realmente sintió que iba a estar bien.

Sarah era la niñita de papá y aunque amaba a su mamá por igual, Pat y Sarah tenían un lazo especial. Él era el primero en enterarse acerca de lo que sucedía en su vida, ella compartía todo con su papá.

Los Anderson amaban Dubái. La vieron transformarse en una fabulosa ciudad y tenía una gran vida allí, con muchos buenos amigos de todas partes del mundo.

Pat había estado retirado por dos meses, había logrado llegar a formar parte de la alta gerencia de la compañía petrolera para la que trabajaba y siempre había sido muy consciente acerca de ahorrar dinero para cuando el momento de retirarse llegara. Fue gracias a eso que puedo hacer realidad uno de los sueños de su esposa: un año viajando alrededor del mundo. En aquel momento, estaban en Brasil, tomando caipirinhas, como lo acreditaba la última foto que le habían enviado a su hija.

El sol estaba poniéndose mientras Sarah se sentaba cómodamente en la alfombra de la sala de su departamento, recargando la espalda en uno de los sillones. Su laptop estaba en la mesa de centro y sus piernas cruzadas debajo de ella.

El apartamento de piso abierto era pequeño y si hubiera sido por ella tendría solo alfombras por todas partes. Le encantaba andar descalza y comía y trabajaba sentada en el piso. Pero su mamá insistió en que tenía que comprar algunos muebles: "¡Por lo menos para cuando te visitemos, muñeca!"

Entonces, compró un par de sillones color crema con muchos cojines de colores y un pequeño juego de comedor negro, que nunca usaba a menos que tuviera invitados.

La cocina sí la usaba, le encantaba cocinar y siempre estaba buscando nuevas recetas para probar. También tenía un gran sistema de sonido instalado porque le gustaba todo tipo de música, pero Adele era definitivamente su cantante favorita. Rolling In The Deep estaba sonando en ese momento.

No era una gran decoradora, pero era fanática del arte local y tenía hermosas pinturas, que su mamá le ayudó a escoger por supuesto, representando diversos escenarios emiratíes, acompañadas de estantes con piezas de cerámica y fotos de su familia y amigos.

Sus grandes ojos avellanados examinaban la pantalla de la laptop, asegurándose de que todo estuviera bien con su diseño antes de enviárselo a su jefe en la agencia. Era diseñadora gráfica y había tomado un trabajo de medio tiempo como diseñadora web, el cual le permitía trabajar desde casa, para así tener tiempo para su verdadera pasión: los caballos.

Se había enamorado del enduro ecuestre en su adolescencia y también hacía voluntariado en una institución de caridad que daba equinoterapia a niños de escasos recursos con alguna discapacidad.

Había heredado la figura pequeña de su madre y medía solo un metro sesenta, pero no le importaba porque eso significaba que no tenía que preocuparse mucho acerca de su dieta o de ganar peso para el enduro. De hecho, siempre montaba con pesas para alcanzar el peso mínimo para las carreras del setenta y cinco kilogramos del jinete junto con la silla.

"¡Y enviado!" Exclamó Sarah dando click en su computadora y volviéndose a su labrador negro, Rooster, que estaba acostado junto a ella. Rooster significa gallo y ella se divertía dándole a sus mascotas nombre de otros animales. Una vez tuvo un pez llamado Chuleta.

Estaba aliviada de haber terminado su diseño antes de su primer día de entrenamiento en los establos F3. Se levantó y estiró los brazos sobre la cabeza, su cabello recogido en un moño despeinado, shorts de mezclilla y una camiseta vieja de John Lennon eran lo que llevaba puesto. Caminó hacia el baño y dejó correr el agua caliente en la regadera.

Se paró frente al espejo y se quitó la liga que sostenía su cabello. Su caballo castaño claro con reflejos rubios naturales y rizos suaves cayó sobre su espalda hasta casi su cintura. Tenía una boca pequeña, con labios gruesos y dientes perfectamente blanco. Era hermosa, aún si maquillaje y antes de bañarse.

Sarah empezó a quitarse todos los brazaletes de colores que tenía en la muñeca derecha. Cuando terminó, se miró al espejo y no pudo evitar sonreír de la emoción que le provocaba iniciar ese nuevo capítulo.

No tenía ni idea de lo mucho que su vida iba a cambiar.

Promise This (Versión Español)Where stories live. Discover now