17. Dátiles

3.2K 241 19
                                    

Hamdan gritó el nombre de Sarah tan pronto como cruzó la puerta.

"¡Aquí!" Contestó ella desde el majli.

Él se apuró al ver la pequeña figura acercándose en la habitación a medio iluminar y cerró los brazos alrededor de su cintura, ocultando la cara en el cuello de Sarah. Por primera vez durante todo el día, respiró aliviado y comenzó a relajarse un poco. Hamdan no quería soltarla y aparentemente ella tampoco, ya que se quedaron allí, abrazándose cómodamente.

"Siento mucho haberte hecho esperar." Dijo él sin cambiar de posición. "Ya pasa de la media noche y yo--"

Sarah se movió hacia atrás, tomó el rostro de Hamdan con sus manos y lo silenció con un rápido beso. "Está bien."

Ella lo tomó de la mano y los guió a la otomana más cercana para sentarse.

"¿Cómo estás?" Le preguntó preocupada.

Hamdan exhaló, se quitó la kufiyya y pasó los dedos por su cabello dos veces. "Estoy bien, es solo que todo trajo muchos recuerdos."

"De tu hermano." Adivinó Sarah.

Hamdan asintió, mirando fijamente el trozo de tela en su manos y viendo como sus nudillos se tornaban blancos al apretar los puños. Sarah debió haberlo notado, ya que gentilmente envolvió sus manos alrededor de las de él.

"No es que no esté triste por mi abuela." Admitió Hamdan con melancolía. "Pero ella pudo vivir una vida larga y feliz. Incluso pudo conocer a sus bisnietos. ¿Qué más se puede pedir, cierto?" Se volvió hacia ella y Sarah parpadeó en entendimiento. "Pero Rashid... No lo sé... Supongo que su muerte nunca tendrá sentido para mi."

Sarah puso su mano atrás de la cabeza de Hamdan y la rascó amorosamente. Él se giró hasta que sus labios encontraron la palma de Sarah y la besó lentamente.

Todo lo que Hamdan necesitaba en ese momento, podía encontrarlo en los ojos de Sarah, ella era la única persona con la que se sentía cómodo sincerándose, con ella no había necesidad de hacerse el fuerte. De cualquier forma, era como si no pudiera ocultarle nada, ni tampoco quería hacerlo.

No había nada que Hamdan deseara más que Sarah fuera de la misma forma con él. Quería ser esa persona para ella, pero estaba muy consciente de que Sarah seguía manteniendo la guardia arriba.

Ella inclinó la cabeza. "¿Quieres gahwa? Puedo prepararte un poco."

"¿Sabes hacerlo?" Le preguntó Hamdan.

Sarah levantó las cejas. "¡No actúes tan sorprendido!" Se puso de pie y se dirigió a la puerta. "¿Dónde está la cocina?"

Hamdan la siguió, riendo.

Una vez allí, él se reclinó en el marco de la puerta de la alacena y la observó recorrer el cuarto, pasando los dedos por la comida en los estantes. Sarah vestía un suéter gris, jeans skinny oscuros y botas cafés que llegaban a la rodilla, sus suaves rizos cubría casi toda su espalda. En ese momento, Hamdan decidió que así era como prefería que llevara el cabello; suelto.

"Con esa cocina y esta alacena, todo es posible." Suspiró Sarah. "¿Estás seguro de que solo quieres café?"

"Si."

"Lástima." Ella murmuró.

"Pero tú puedes comer lo que quieras."

"No... Comí más que suficiente en la despedida de soltera de Abby. Entonces, ¿cómo lo tomas?" Preguntó Sarah frente al gabinete de especias. "¿Cardamomo, azafrán, clavo?"

Promise This (Versión Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora