Capítulo VII (primera parte)

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Respiró hondo. Ya llegaba el mediodía con la fuerza del sol que empezaba a sentirse en la piel. Los trabajadores habían empezado a mirarlo de reojo buscando saber quién era. Había llegado la hora de irse. Tenía hambre.

Fue a la zona de comidas del centro comercial y se compró una hamburguesa. La comió mientras miraba atentamente un partido de exhibición de un equipo local contra el último campeón. Por primera vez luego de saber la noticia de su casamiento podía disfrutar de un partido de fútbol, uno en el que solo pensó de qué estaba hecha la salsa que había en el envase pequeño de plástico que a duras penas le había alcanzado para mojar unas cuantas papas fritas, y en cómo era posible que ese equipo tan malo hubiera podido llevarse el título pasando en contadas ocasiones por encima de su equipo del alma. Mientras su voz se alzó en medio de la zona de comidas y la gente alrededor lo acompañó. Pudo sentir como recuperaba parte de esa masculinidad, esa que sentía había perdido en los últimos meses en los que su mente se había concentrado únicamente en esa verdad contra la que se había estrellado, esa verdad que posiblemente hubiera conocido desde siempre pero que hasta ahora era capaz de reconocer.

Había aprendido a aceptar que no era el tacto casual de Jeyko lo que extrañaba. Que no echaba en falta sus comidas y esa sazón que lo caracterizaba, porque era pastelero, pero cocinaba como el mejor chef de la ciudad. No era que se perdiera en sus ojos, que le encantaba mirarlos porque sí. No era que recordará con nostalgia los días en que se metía en su cama con la excusa de incomodarlo. No era que lo extrañaba. Era que se había dado cuenta que no podía vivir sin él. Era darse cuenta que entre más se alejaba de él, y ella se acercaba más a él, él necesitaba a alguien más cerca también. Era reconocer que nunca en su vida se había excitado tanto como el día en que lo vio desnudo. Era admitir que Jeyko, ese hombre que era su mejor amigo, era en realidad su amor platónico, ese que sabía jamás podría ser, ese que había lastimado, ese que el solo tenerlo cerca le ponía los pelos de punta. Lo más duro de todo había sido aceptar eso, mientras estaba sentado terminando un vaso de gaseosa en medio de una zona de comidas en un centro comercial. Aceptar que era gay, o que por lo menos le gustaba un hombre. Pero aceptar eso había aclarado también muchas incógnitas en su cabeza, había despejado muchas ideas, fue como si se hubiese quitado un peso de encima. No sería su padrino, se quería mucho para someterse a semejante tortura. Iría a su boda, pero solo a la ceremonia, trataría en lo máximo de disfrutar de su felicidad, solo hasta que el cuerpo lo soportara. Pero no se iba a torturar viéndolo celebrar. Había tomado la decisión de disfrutar de su amigo estos últimos días, porque después cuando ya estuviesen viviendo juntos no podría hacerlo.

Caminó hasta uno de los locales más elegantes del lugar y se midió un traje negro de corbata con una camisa blanca. Fue el primero que la vendedora le mostró, le gusto al verlo puesto, no le encajaba perfecto, es más podría decirse que no era de él, pero el precio era razonable y solo lo usaría un par de horas, así que no le importo. Fue la compra más rápida que había hecho en años.

Luego de salir del centro comercial con una única bolsa que contenía el traje, caminó alrededor de media hora hasta llegar a una plaza en la que había una serie de locales de muy alta gama ubicados alrededor de una pequeña fuente de agua. El pequeño almuerzo que se había comido en el centro comercial ya había desocupado su estómago y sentía hambre de nuevo, así que entró en uno de los locales de la plaza. Se acercó al mostrador y pidió que le acercaran a la mesa tres de los postres exhibidos. Se sentó en una de las mesas cercanas a la ventana y puso la bolsa a su lado sobre el suelo, minutos después se acercó el mesero con una bandeja donde llevaba los tres postres y delicadamente dejó uno a uno sobre la mesa.

—¿Los tres son para usted señor?

—Sí, sé que parece una exageración, pero amo los postres, podrías traerme un vaso de leche por favor.

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